La rutina de la violencia
En los mismos d¨ªas en que EE UU se estremece por el horror de Waco, un individuo armado con un rifle dispara contra cuatro personas en la puerta de los estudios Universal, en Hollywood, de donde hab¨ªa sido despedido a?os antes; un loco descarga su rev¨®lver contra dos transe¨²ntes en Washington despu¨¦s de decirles, simplemente, "que tengan un buen d¨ªa"; termina el mot¨ªn en una prisi¨®n de Ohio con la muerte de siete reclusos y un guardi¨¢n; la polic¨ªa detiene en la capital de la naci¨®n a un personaje que se dedicaba a acribillar desde su autom¨®vil a los habitantes de un c¨¦ntrico barrio.?stas son s¨®lo algunas de las secuencias de violencia de las que los norteamericanos han sido testigos en las ¨²ltimas horas. Ese recuento no incluye la violencia diaria a la que est¨¢n sometidos los ciudadanos de las principales urbes, desde Los ?ngeles, acosada por las pandillas armadas, hasta Miami, donde el turismo se resiente gravemente por una ola de agresiones contra los visitantes. Cada estacionamiento, cada esquina mal iluminada, cada parada nocturna en un sem¨¢foro en rojo, un simple paseo por un parque, pueden constituir en muchas ciudades de Estados Unidos un serio peligro, dentro de una espiral de miedo que confina a la poblaci¨®n a sus casas de los suburbios y reduce los centros de las ciudades a guetos del crimen.
La propagaci¨®n de la violencia irracional, del crimen organizado, vinculado principalmente al tr¨¢fico de drogas, y de la delincuencia com¨²n suponen, sin duda, el mayor reto para el futuro de este pa¨ªs. Pistoleros, locos y desalmados pueden hacer m¨¢s da?o a la estabilidad de Estados Unidos del que caus¨® el comunismo en medio siglo. David Koresh ha sido para Bill Clinton un enemigo mucho m¨¢s peligroso que Sadam Husein o Gaddafi.
La violencia se extiende protegida por la venta legal de armas, Hace apenas un mes, el gobernador de Virginia, Douglas Wilder, tuvo que vencer fuertes resistencias para sacar adelante una ley que limita la compra de armas de fuego en su Estado a una por persona y mes. Es decir, que cada virginiano est¨¢ restringido a la adquisici¨®n de 12 fusiles al a?o.
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