Una comedia de perros
El actor y realizador Jack Nicholson y el guionista y director Bob Rafelson se conocen desde hace m¨¢s de 25 a?os, Colaboraron en Mi vida es mi vida (1970) y El rey de Marvin Gardens (1972), dos de las pel¨ªculas m¨¢s personales de la primera etapa de la carrera de Rafelson y, sobre todo la primera, obra clave dentro del cine norteamericano de los setenta. Vuelven a trabajar juntos en El cartero siempre llama dos veces (1980), cuarta y m¨¢s comercial de las adaptaciones cinematogr¨¢ficas de la novela negra hom¨®nima de James M. Cain, pero no la mejor. Por ¨²ltimo, han colaborado en esta fallida producci¨®n, que nada tiene que ver con sus brillantes filmografas, rebautizada en castellano con un absurdo t¨ªtulo.A partir de un gui¨®n bastante deslabazado de Carole Eastman, se narran las relaciones entre un timador adiestrador de perros, una miedosa cantante de ¨®pera, su enloquecida y atractiva hermana y un marido mafioso con problemas de coraz¨®n. La idea era que la pel¨ªcula fuera una comedia y se moviese entre lo policiaco y lo sentimental, pero el resultado es una mala mezcolanza de amor¨ªos, intriga y malas s¨ªtuaciones c¨®micas, que no funciona.
Ella nunca se niega
Man trouble. Direcci¨®n: Bob Rafelson. Gui¨®n: Carole Eastman. Fotograf¨ªa: Stephen H. Burum. M¨²sica: Georges Delerue. Int¨¦rpretes: Jack Nicholson, Ellen Barkin, Beverly d'Angelo, Harry Dean Stanton. Estados Unidos, 1991. Estreno en Madrid: Proyecciones.
Primera comedia
El gui¨®n no es un buen ejemplo de originalidad, estructura y brillantes di¨¢logos, como requiere este dif¨ªcil g¨¦nero, pero Bob Rafelson desaprovecha, una tras otra, las pocas posibilidades que le concede. Con esta primera comedia de su carrera, Rafelson demuestra que es un g¨¦nero ajeno a ¨¦l, en el que no sabe moverse. En este insustancial trabajo, que parece realizado con desgana, resulta muy dif¨ªcil reconocer tanto al personal director de Mi vida es mi vida, como al h¨¢bil realizador del policiaco El caso de la viuda negra (1986) o al imaginativo creador de las aventuras de La monta?a de la luna (1990).Algo similar ocurre con Jack Nicholson, que en ning¨²n momento resulta divertido ni logra moverse en el registro que le conven¨ªa al personaje. El resto del reparto est¨¢ mejor, tanto Ellen Barkin como Beverly d'Angelo en las hermanas acosadas por los hombres, como el eficaz Harry Dean Stanton en un corto papel por debajo de sus posibilidades.
Lo ¨²nico que se salva de este bastante terrible conjunto es la m¨²sica del genial compositor franc¨¦s George Delerue, demasiado integrado en el cine norteamericano durante su ¨²ltima etapa y recientemente fallecido. No tanto por los fragmentos seleccionados de la Misa en si menor de Juan Sebastian Bach, sino por un brillante tema original que no tarda en distanciarse del conjunto e invitar a cerrar los ojos, olvidarse de las im¨¢genes y perderse en sus excelentes sonidos.
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