Los poderes del objeto
Alejandro de la Sota, considerado uno de los primeros arquitectos de Espa?a, recibi¨® ayer el Premio Antonio Camu?as
El estudio del primer arquitecto de Espa?a es un semis¨®tano con poca luz, y Alejandro de la Sota se demora explicando su larga instalaci¨®n en ese espacio y sus ¨²ltimos intentos para conseguir m¨¢s claridad. Cumplir¨¢ pronto 80 a?os y ha sufrido casi tantos reveses de salud como premios ha recibido: el nacional de Arquitectura, el de Artes Pl¨¢sticas, la medalla de Oro del Consejo Superior de Arquitectos... Ayer recibi¨® uno m¨¢s: el Premio de Arquitectura Antonio Camu?as. Alejandro de la Sota fue profesor de la Escuela de Arquitectura de Madrid desde 1956 a 1972, donde conform¨® una manera elegante y ¨¦tica de entender la arquitectura. "Es importante que el arquitecto sienta la necesidad del objeto que se dispone a construir", dice.
Habla desde un profundo sill¨®n de l¨ªneas rectas, donde se amengua su cuerpo menudo. Sonr¨ªe con un filo de altivez cuando responde. Cumplir¨¢ pronto 80 a?os y ha recibido fuertes reveses de salud; operaciones de ri?¨®n, de ves¨ªcula, de coraz¨®n. "He sufrido cinco operaciones de todas las clases, pero las operaciones siempre me han crecido. He sido un enfermo distra¨ªdo de la enfermedad y nunca me apartaron de cumplir con mi trabajo".De hecho, acaba de terminar los juzgados de Zaragoza y unos edificios para la Embajada espa?ola en Par¨ªs. "S¨®lo hace cinco a?os, cuando muri¨® un hijo y empez¨® a manifestarse el Parkinson, tuve la tentaci¨®n de dejarlo todo. Despu¨¦s segu¨ª".
Profesor de la Escuela de Arquitectura desde 1956 a 1972, donde conform¨® una manera elegante y ¨¦tica de entender la arquitectura, es premio nacional de Arquitectura, de Artes Pl¨¢sticas, medalla de Oro del Consejo Superior de Arquitectos, medalla Castelao y muchos otros galardones que llegan hasta ahora mismo con la recepci¨®n, ayer, del V Premio Camu?as.
Dos de sus obras, el gimnasio del colegio Maravillas de Madrid y el Gobierno Civil de Tarragona, construidas hace casi treinta a?os, han permanecido como referencias mitol¨®gicas para la profesi¨®n. Le pregunto, cuando muestra un leve tono quejoso, si siente frustraci¨®n por algo que le hubiera gustado hacer y no ha hecho. Levanta entonces la mano: "Me gustar¨ªa haber construido much¨ªsimo m¨¢s. Creo que habr¨¦ construido s¨®lo un 5% de los edificios que he proyectado. En cambio, a Guti¨¦rrez Soto (fallecido en 1977; autor de un centenar de edificios, s¨®lo en Madrid, desde el bar Chicote y el cine Barcel¨® hasta el Ministerio del Aire o la Torre del Retiro) le pas¨® al rev¨¦s, apenas se qued¨® sin realizar un 5% de los proyectos". "Una vez un arquitecto amigo me llev¨® a su casa y me ense?¨® el armario de su mujer. Estaba repleto de abrigos de pieles. Entonces sent¨ª que no hab¨ªa sabido ser rico para mi familia. Para que mi familia no viviera lo mal que ha vivido. Y para haber podido comprar solares magn¨ªficos donde levantar los edificios que hubiera querido".
"Efectivamente la arquitectura para m¨ª lo ha sido todo. He estado m¨¢s pendiente de mi profesi¨®n que de mi familia, a pesar de que hemos tenido siete hijos".
Nada condescendiente
"Probablemente", admite, "de haber sido m¨¢s condescendiente con los clientes, habr¨ªa construido m¨¢s". ?l mismo abunda en su rigor: "Yo creo que el trabajo del arquitecto debe realizarse con la mayor seriedad y sin impaciencia por encontrar reconocimiento. Los j¨®venes arquitectos actuales se muestran demasiado preocupados porque se d¨¦ publicidad a sus obras, se fotograf¨ªen sus dibujos incluso. La cosa ya empieza en la Escuela, con el ¨¦nfasis en las l¨¢minas que introdujo una chica descarriada que tuvo mucho poder all¨ª. ?Como si la arquitectura fuera cosa de dibujos! Hoy hacen como ese notario en la pel¨ªcula de Herzog, Caspar Hauser, que se evanec¨ªa con la perfecci¨®n definitiva de sus actas. Su inter¨¦s no se refer¨ªa a los hechos, sino a la formalizaci¨®n en papel p¨²blico. Los arquitectos j¨®venes parecen estar hoy m¨¢s pendientes de la publicidad que de la construcci¨®n. Trabajan con el af¨¢n de que se levante acta inmediata del proyecto en las revistas, en los libros. Pero la arquitectura exige paz y responsabilidad. Ha de hacerse no para ser proclamada, sino para cumplir con la honradez de su acci¨®n. Es importante que el arquitecto sienta la necesidad del objeto que se dispone a construir y se aplique silenciosamente a ello".?No adivinaba ¨¦l mismo, sin embargo, cuando trabajaba con el gimnasio del colegio Maravillas, que generar¨ªa todo menos silencio? No lo adivinaba. "En absoluto pensaba que estaba haciendo una obra importante". Recuerda De la Sota que su inter¨¦s radicaba exlusivamente en resolver los problemas de desnivel de la calle y satisfacer las demandas de un gimnasio, una piscina y unas aulas que le requer¨ªan los hermanos de La Salle. Su contrataci¨®n se hizo a trav¨¦s de conoc¨ª dos, por circunstancias casuales y para enmendar los planos de otro profesional que no hab¨ªan satisfecho las expectativas de los religiosos. En su caso, una vez que la obra estuvo en marcha, los hermanos pretendieron intervenir "Eran muy quisquillosos. Desde luego no pod¨ªan esperar un resultado como el que se iba produciendo y se inquietaban mucho Me recordaban estos hermanos una an¨¦cdota de don Luis Guti¨¦rrez Soto. Don Luis, cuando iba al sastre, no paraba de poner pe gas, que si le tiraba de la sisa, que si esa arruga en la espalda, que s el tiro del pantal¨®n no le dejaba estar c¨®modo... Lo que le pasa, le dijo el sastre, es sencillamente que adem¨¢s de ser bajito est¨¢ usted soltero. Si estuviera casado no tendr¨ªa usted esos antojos".
Bromas al poder
Pero ?tampoco fue consciente Alejandro De la Sota de su frontal desaf¨ªo a la costumbre con su Gobierno Civil en Tarragona en plena ¨¦poca de formalidad franquista? "All¨ª bromeaba con el poder", acepta ¨¦l, conservador de toda la vida. "La estructura c¨²bica del edificio, con grandes ventanales contrapeados y excavados en la fachada, la obtuvo", confiesa, "de ojear las revistas italianas durante el fascismo, en especial la obra de Terragni. No era, en absoluto, el modelo de Gobierno Civil que se repet¨ªa entonces en las capitales espa?olas y para cuya construcci¨®n exist¨ªa", dice, "una hojita con las directrices a seguir".Gan¨®, sin embargo, el concurso debido al criterio de un jurado de profesionales, entre los cuales se encontraba Prieto Moreno, valedor de la categor¨ªa del proyecto que de todos modos no renunciaba a enmendar. Pero no lo enmendamos y todav¨ªa hoy conserva su energ¨ªa. "En las ¨²ltimas Navidades", dice De la Sota, "me telefone¨® el actual gobernador de Tarragona para felicitarme y expresarme su gusto por habitar la vivienda que para el cargo existe en la planta alta. Me halag¨®. Yo soy algo pedante y muy vanidoso, ?sabe usted?, as¨ª que me hizo muy feliz su llamada". En una pared del estudio, m¨¢s para que sea admirado por las visitas que para ser contemplado por su titular, est¨¢ pegada la fotograf¨ªa de una mujer bell¨ªsima que induce a preguntar por su identidad. Es su esposa. La conoci¨® durante unas fiestas de San Isidro, entre el p¨²blico de una carrera de motos en la Casa de Campo. Cuenta que, pese a su gran belleza, o por raz¨®n de ella, caminaba con la cabeza gacha y tuvo que agacharse para levartarle la mirada. Ella ha sido su compa?era durante m¨¢s de 50 a?os. "Aquella necesidad del objeto de que le hablaba en mis referencias sobre la arquitectura se traspasaba tambi¨¦n aqu¨ª, en mi conquista de Sara. Yo necesitaba ese magn¨ªfico objeto de belleza para estar en el mundo".
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