La ¨²ltima mirada
La Filmoteca Nacional dedica un ciclo a la obra final de los cl¨¢sicos del cine
Andr¨¦i Tarkovski muri¨® de c¨¢ncer a los 54 a?os en la misma cama donde termin¨® de montar Sacrificio, su ¨²ltima pel¨ªcula. Dedicado a su hijo, el filme termina con el plano de un ni?o -¨²nico superviviente de la imagen tarkovskiana del Apocalipsis- que mira un ¨¢rbol seco mientras sobre la pantalla aparece la primera frase del Evangelio de San Juan: "Y al principio s¨®lo fue el verbo". Este testamento cinematogr¨¢fico forma parte de las 46 obras que componen el ciclo La ¨²ltima pel¨ªcula, que la Filmoteca Nacional comenz¨® a proyectar en abril y que continuar¨¢ en el mes de junio con el pase de pel¨ªculas como Siete mujeres, de John Ford, o La saga de Anatahan, de Josef von Sterriberg.
"Las ¨²ltimas pel¨ªculas son frecuentemente batallas ganadas a la muerte", explica el guionista y cr¨ªtico cinematogr¨¢fico Manolo Marinero en el pr¨®logo del ciclo, donde a?ade: "Pero tambi¨¦n son una ¨²ltima mirada al espejo de aquellos a los que la muerte ya les ha mirado, una ¨²ltima ocasi¨®n de producir vida... Las ¨²ltimas pel¨ªculas suponen a veces un retorno a la infancia o a la adolescencia, para aprovechar verdaderamente el tiempo que queda, para hacer un individual acto de fe. Pero se ve en ellas el paso de d¨¦cadas de profesi¨®n".Quince a?os antes de morir, en Los ?ngeles y a los 70 a?os, uno de los grandes mitos del cine, Orson Welles, rod¨® su ¨²ltimo filme completo, titulado Fraude. En ¨¦l, Welles, ya un hombre viejo, pide frente a la fachada de la catedral de Reims a los j¨®venes de su tiempo que aunque su mundo acabase siendo "un basurero" deber¨ªan a pesar de todo "seguir cantando". Este ¨²ltimo canto a la vida del viejo WeIles es de las pocas obras que, pese ser aut¨¦nticamente testamentaria, no aparecen en la programaci¨®n del ciclo La ¨²ltima pel¨ªcula, que ha incluido en cambio el documental Filming Otello como punto final de la carrera del director de Ciudadano Kane"Fraude es el filme m¨¢s testamentario de Welles, pero no es el ¨²ltimo", se?ala Tony Partearroyo, uno de los encargados de programar el ciclo. "A veces la pel¨ªcula testamentaria es la tercera, o la pen¨²ltima, y ten¨ªamos que ce?imos al punto final de la carrera. ?ste es un ciclo abierto, que incluye pel¨ªculas de cineastas que murieron muy mayores y tranquilamente, y las de otros que murieron j¨®venes, de forma accidental o suicida, y que reflejaron en su ¨²ltimo filme esa forma mortal de vivir", contin¨²a Partearroyo, haciendo referencia a cineastas como Rainer Werner Fassbinder, Pier Paolo Pasolini o Wilhelm Friedrich Murnau, cuyas obras finales -Querelle, Sal¨® y Tab¨², respectivarnenteest¨¢n incluidas en el programa.
La ¨²ltima pel¨ªcula incluye, entre otros, el broche final de carreras cinematogr¨¢ficas tan importantes como las de los norteamericanos John Ford, Raoul Walsh, Frank Capra, Howard Hawks, Nicholas Ray, Jospeph L. Mankiewicz y Robert Rossen; los espa?oles Luis Bu?uel y Edgar Neville; el franc¨¦s Jean Renoir; el austriaco Josef Von Sternberg; el italiano Roberto Rossellini y los japoneses Kenji Mizoguchi y Yasujiro Ozu.
Uno de los casos m¨¢s recientes es el de John Huston. El cineasta y aventurero -se cas¨® cinco veces y en su larga vida s¨®lo fue fiel al bourbon, a la caza, las carreras y el juego, despues de pasar por mil oficios, entre los que estuvo el de boxeador- logr¨®, gracias al empe?o de sus hijos, filmar en 1987, cuando ten¨ªa 81 a?os y se encontraba inv¨¢lido en una silla de ruedas, su adi¨®s al mundo de los vivos y su saludo a los muertos.
John Huston coloc¨® en este filme su c¨¢mara a ras de el suelo y, como si mirase hacia arriba desde su propia tumba, film¨® c¨®mo la nieve ca¨ªa sobre sus ojos moribundos y los de todos los espectadores. Es esta una de los ¨²ltimos planos de Los muertos, un genuino filme-testamento, en el que Huston volvi¨®, para morir metaf¨®ricamente, a su tierra de adopci¨®n, Irlanda.
Obras cumbre
Para muchos estudiosos del cine se trata de la obra cumbre del director, como igualmente muchos investigadores e historiadores de este arte consideran que Siete mujeres es la obra cumbre de John Ford o La saga de Anatahan es la cima del inmenso talento de Josef von Sternberg -el hombre que descubri¨® y molde¨® el mito de Marlene Dietrich-, que volvi¨® a los or¨ªgenes para realizar este filme y que para ello convirti¨® a un garaje abandonado en una selva polinesia y que, con sus propias manos, construy¨® la c¨¢mara que ning¨²n estudio quer¨ªa prestarle."Son obras casi siempre serenas y equilibradas", explica el cr¨ªtico Miguel Mar¨ªas, "realizadas con una aparente facilidad, que es producto de la soltura que da la asidua pr¨¢ctica de un oficio y de la sencillez alcanzada con la madurez. Algunas de ellas", prosigue el articulista, "son feroces o desesperadas, otras melanc¨®licas o tristes, pero tambi¨¦n las hay que, lejos de toda nostalgia por el pasado, o de cierto desd¨¦n por un mundo que ya no es el suyo, se permiten una ¨²ltima afirmaci¨®n de vitalidad y rebeld¨ªa, o una salva de humor o de provocadora audacia, curiosamente juvenil".
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