?Gol!
Presiento que a estas horas habr¨¢n menguado las indignaciones por la presentaci¨®n del juez Garz¨®n en el templo del postsocialismo. La m¨¢s suprema de las indignaciones debe de experimentarla un personaje que ha pasado de ser emblema ¨¦pico de la modernidad a discutido dirigente, a pesar de que exhibe triunfos en el inmediato pasado. Lo de Garz¨®n colma su vaso de cicuta. La sublime decisi¨®n del se?or juez representa el reforzamiento de una expectativa ideol¨®gica constante y antigua, como si los dioses menores se prestaran a conceder a esa expectativa el aliento de la fortuna, en el sentido que tuvo la fortuna en la po¨¦tica de la baja Edad Media, para diluirse en la incipiente racionalidad del Renacimiento. La fortuna no lo es todo, pero hasta Maquiavelo admit¨ªa que "... puede ser due?a de la mitad de nuestras acciones".Herm¨¦tico estoy, y es que casi no como. Los rocines cervantinos se pon¨ªan metaf¨ªsicos cuando no com¨ªan, y a m¨ª me da por el hermetismo literario. Pero ya voy, ya voy. El juez Garz¨®n suma su briosa estampa a una causa definitivamente decantada con su presencia, causa que en los 10 a?os de socialismo en el Gobierno ha salido de la paraclandestinidad. Es l¨®gico que el factor Garz¨®n afecte a la capacidad de resistencia del personaje al que alud¨ªa al comienzo de mi columna, que espero que sea clarificadora, como el pa¨ªs se merece en estas horas de gestos clarificadores. El personaje no es otro que Ram¨®n Mendoza, y la causa avalada por el juez Garz¨®n es la del FC Barcelona, el club de sus amores plat¨®nicos, que tendr¨¢ un refuerzo espiritual que a?adir a los de Sol¨¦ Tura, Narc¨ªs Serra y Ernest Lluch. Por eso, que nadie se extra?e si saltan tapones de cava sobre el skyline barcelonista y los gritos de ?gol! y ?Bar?a, Bar?a, Bar?a! van a poner en su sitio la batalla de las ideas que implican las elecciones generales, generalmente reducidas a generalidades.
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