Bravura de casta Guardiola
JOAQU?N VIDAL, Los Guardiola fueron muy bravos en varas y bastante menos en la muleta. Es una forma de decir, porque si un toro de muestra su bravura en el castigo, esa ya lo es a cabal.
No se ven¨ªan abajo los Guardiola al concluir el primer tercio; antes al contrario, se iban arriba en banderillas, con arrancadas prontas al cite, que redoblaban al sentir en lo alto el escozor de los arponcillos. Luego, s¨ª, llegado el turno de muerte, se aplomaban.
Si novel¨¢ramos un poco cabr¨ªa aventurar que los toros manten¨ªan en el ruedo el apacible sestear que suelen tener en el campo, con su hierbecita fresca, sus gorriones pase¨¢ndoles los lomos, sus moscas revolote¨¢ndoles golosas por debajo del rabo. "Si no los molestas, 'los toros no hacen nada" suelen decir los vaqueros. La verdad no es axiom¨¢tica, sin embargo. A m¨¢s de uno, por confiarse, lo tuvieron que llevar al hospital con una cornada en la ingle.
Guardiola / Espl¨¢, V¨¢zquez, Mora
Cinco toros de Mar¨ªa Luisa Dom¨ªnguez P¨¦rez de Vargas (Guardiola) -uno rechazado en el reconocimiento- y 2? de Salvador Guardiola: muy bien presentados, bravos en varas, apagados o agotados en el ¨²ltimo tercio. (silencio); estocada recibiendo de la que sale encunado (ovaci¨®n y salida al tercio). Pepe Luis V¨¢zquez: dos pinchazos, media atravesada y descabello (pitos); tres pinchazos y descabello (silencio). Juan Mora: bajonazo descarado (palmas); bajonazo descarado (ovaci¨®n y saludos). Plaza de la Maestranza, 3 de mayo. 14? y ¨²ltima corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
De todas maneras, los preciosos toros de Guardiola sal¨ªan tal cual se dice, confiados y calmos, como si el rubio albero de la Maestranza fuera una prolongaci¨®n del pastizal. Y s¨®lo al ver el caballo, se arrancaban con encastada fiereza y aut¨¦ntica bravura. La embestida era desde el centro del redondel, recrecida, acelerando el galope hacia el acorazado ingenio a combatir. Y, en llegando, recargaban sin cabecear, fijos en el peto y alguno hubo que lleg¨® a meter la cabezada bajo al caballo, donde se apalanc¨®, prietos los ri?ones, desarrollando all¨ª toda la fuerza de su musculoso cuello.
El toro de Salvador Guardiola, segundo de la tarde, se encel¨® de tal manera que no hab¨ªa forma de sacarlo ni mediante coleo. Despu¨¦s de un severo puyazo se revolvi¨®, el siguiente dur¨® varios minutos sin que atendiera a quites, empujones y tirones de rabo, y a¨²n se revolvi¨® otra vez. Qued¨® el toro agotad¨ªsimo -ya se puede imaginar- pero a¨²n le sobr¨® casta perseguir a los banderilleros, poni¨¦ndolos en apuros.
Peor trago pasaron a¨²n los del tercer toro, que se vieron obligados a tomar precipitadamente el olivo cuando el toro estaba a punto de pespuntearles el fondillo. Ese toro result¨® boyant¨ªsimo. Un toro para cuajarle una faena de esc¨¢ndalo, si el torero lo consent¨ªa y embarcaba con el adecuado temple. Tres o cuatro veces que Juan Mora lo hizo as¨ª, el toro se reboz¨® en el enga?o arando literalmente la arena con el hocico y prolongando su embestida hasta donde llegaran los ¨²ltimos flecos de la muleta. Mas a Juan Mora le faltaba templanza, o acaso no se fiaba del toro (una cosa es predicar y otra tenerlo delante, encornado y retador) y su trasteo consisti¨® en un crispado tironeo.
Demasiado de cerca torearon los tres espadas en general. Al borrego habitual le dan lo mismo cites de lejos o de cerca. El toro bravo, en cambio, necesita espacio, desahogo, ver y elegir. Pepe Luis V¨¢zquez instrument¨® tres tandas de redondos fin¨ªsimos, hasta que se agot¨® la embestida de su primer toro, y al otro, que estaba aplomadote, se limit¨® a ense?arle la muletilla, a estilo guardabarrera. Espl¨¢, magn¨ªfico lidiador y espectacular banderillero, traste¨® con brevedad. Juan Mora sac¨® buenos pases al sexto, que tambi¨¦n acab¨® vini¨¦ndose abajo.
Bueno, los Guardiola ya est¨¢n muertos, desollados y en la carnicer¨ªa, y no se podr¨ªa decir... Aunque no es descabellado apuntar que unos diestros m¨¢s entregados, seguramente habr¨ªan sacado mejor partido de la casta y de la bravura que llevaban dentro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.