Huida hacia dentro
Las pel¨ªculas de Pilar Mir¨® oscilan entre la aventura exterior explosiva y el intimismo: dramas violentos o introspecciones l¨ªricas, bofetadas o caricias, y a veces ambas cosas a la vez, como en El p¨¢jaro de la felicidad: drama sereno pero severo, dicho con gritos susurrados, que cuenta el itinerario ¨ªntimo de una mujer que elige huir hacia dentro de s¨ª misma y afrontar su vida sola, aislada, llevada por la convicci¨®n de que su libertad es amenazada por la propia sociedad libre que ella contribuy¨® a crear.Si la Espa?a tir¨¢nica fue una cantera permanente de exilios hacia fuera, la Espa?a democr¨¢tica sigue siendo fuente de huidas, pero ahora hacia dentro, al exilio interior. Es ¨¦ste un rasgo vivo y amargo de lo que ocurre aqu¨ª: la conquista de la democracia no cort¨® en Espa?a la secular inclinaci¨®n de sus esp¨ªritus libres a irse, expulsados de ella, sino que acentu¨® esta tr¨¢gica tendencia. El p¨¢jaro de la felicidad cuenta con transparencia y vigor un itinerario del nuevo ¨¦xodo. Es por ello, sin escapar del intimismo, una pel¨ªcula pol¨ªtica: un rechazo no violento, pero duro y radical, de la vida espa?ola de hoy.
El p¨¢jaro de la feficidad
Direcci¨®n: Pilar Mir¨®. Gui¨®n: Mario Camus. Fotograf¨ªa. Jos¨¦ Luis Alcaine. M¨²sica: Jordi Savall. Espa?a, 1993. Int¨¦rpretes: Mercedes Sampietro, Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n, Jos¨¦ Sacrist¨¢n. Estreno en Madrid: Proyecciones, Palacio de la Prensa, La Vaguada y Renoir .
No es, a tenor de esto, casual que en ella haya tantas referencias a los hombres de la generaci¨®n de 1898, de uno de los cuales, P¨ªo Baroja, extrae su t¨ªtulo. Estos hombres a su manera vivieron una cat¨¢strofe ¨ªntima de esta magnitud. Mir¨® y Camus recuperan as¨ª la idea de que Espa?a parece condenada a pudrir sus escasos periodos de salud colectiva y de privar de un lugar en ella a sus creadores. Ahora, cuando la Espa?a adocenada y -en palabras de otro hombre del 98, Antonio Machado "zaragatera, inferior y triste"- de nuevo sale de su caverna, esta pel¨ªcula intensa, sencilla y clarividente, la presagia y rechaza con gran energ¨ªa y contra la corriente. De ah¨ª que sea ahora mismo una inc¨®gnita la magnitud de su audiencia.
El desastre colectivo es una dimensi¨®n sustancial, pero de fondo, oculta en el itinerario individual que Pilar Mir¨® y Mario Camus trazan y construyen en El p¨¢jaro de la felicidad. Esta condici¨®n oculta da fuerza, e incluso violencia encubierta, a las im¨¢genes reposadas e inexpl¨ªcitas de la pel¨ªcula. De ah¨ª que la capacidad referencial de ¨¦sta es tanto mayor cuanto menor es su explicitud. Y de ah¨ª tambi¨¦n que los dos ¨²nicos momentos bajos que hay en esta obra ambiciosa y de gran altura son precisamente aquellos en los que la directora y el guionista incurren en ese s¨ªntoma de inseguridad que es el subrayado, el exceso innecesario de evidencia o explicitud: las escenas de la mujer protagonista con la dama catalana y su encuentro con las fuerzas vivas de su refugio del sur alrededor de una representaci¨®n teatral.
En estas dos escenas se hila con esparto un relato que est¨¢ casi todo ¨¦l trenzado con pura seda cinematogr¨¢fica. Si se hace el esfuerzo de rebobinar mentalmente la pel¨ªcula y proyectarla de nuevo en la memoria borrando ambas escenas se ver¨¢ que la ausencia de ¨¦stas no s¨®lo no da?a a la continuidad y el ritmo de la secuencia, sino que la perfecciona y redondea. Bastar¨ªa con arrancar estas dos escenas explicativas de donde est¨¢n, quitarles el tiempo que ocupan en una secuencia en la que sobran y disuenan, para que todo se igualara en este filme denso, bello y misterioso, hecho con silencios y pinceladas invisibles, de espaldas a los groseros mandatos del comercio adocenado de pel¨ªculas, pues ahora que en las pantallas se estila y demanda el ajetreo, Pilar Mir¨® inunda a la suya de quietud, de buena quietud, esa que nada tiene que ver con la inmovilidad.
Porque El p¨¢jaro de la felicidad es doble movimiento: se mueve y conmueve en la deslizante quietud que representa, desde la que nos ense?a a media voz el arte de no aceptar lo inaceptable, y en la que representa la hermosa paradoja de la huida hacia delante, la respuesta de un ser libre a la degradaci¨®n de la libertad.
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