Los buenos banderilleros
JOAQUIN VIDAL, Curro Alvarez agradeci¨® montera en mano desde el tercio la gran ovaci¨®n que le dedicaba el p¨²blico, puesto en pie. Tal cual corresponde a los usos y costumbres de la torer¨ªa cl¨¢sica, no quiso hacerlo sin que le acompa?ara su jefe de cuadrilla, Juan Carlos Garc¨ªa, quien acababa de dar la vuelta al ruedo exhibiendo la oreja con que hab¨ªa sido premiada su faena al quinto novillo. Iban, para entonces, casi dos horas de festejo, y lo mejor que se pudo ver en la tarde hab¨ªa corrido a cargo de los buenos banderilleros.
Lo de Curro ?lvarez que emocion¨® al p¨²blico vente?o fue un quite providencial al matador. Pero su eficacia en la lidia ya ven¨ªa de atr¨¢s. El tercio de banderillas de ese quinto novillo tuvo un enorme inter¨¦s para los aficionados. Tom¨¢s Pall¨ªn en la brega; Curro Alvarez con los palos; el toro pele¨®n, reacio a que lo pusieran en suerte. A veces la fiesta, que indudablemente se engrandece con el toreo de gusto y armon¨ªa, tiene m¨¢s sabor y sustancia cuando hay un toro dif¨ªcil en la arena y saben dominarlo lidiadores expertos.
Pe?ato / Molinero, Garc¨ªa, Ortiz
Novillos de Manuel Mart¨ªn Pe?ato, tres primeros justos de presencia, inv¨¢lidos, pastue?os; resto bien presentados, mansos, 4? pregonao, 5? y 6? encastados.El Molinero: estocada y dos descabellos (silencio); estocada corta atravesada. y siete descabellos (silencio). Juan Carlos Garc¨ªa: pinchazo, otro hondo tendido ca¨ªdo, pinchazo -aviso con retraso- y estocada corta tendida (silencio); estocada ca¨ªda (oreja). Ricardo Ortiz: estocada corta baja (silencio); dos pinchazos hondos y estocada (palmas). El banderillero Curro ?lvarez sali¨® a saludar al tercio tras la lidia del 5?. Plaza de Las Ventas, 10 de mayo. Tercera corrida de feria. Cerca del lleno.
Curro ?lvarez y Tom¨¢s Pall¨ªn lidiaron ese novillo con maestr¨ªa. Pall¨ªn ya hab¨ªa prendido un soberano par de banderillas al segundo de la tarde, haciendo la suerte en pureza. Se suele decir de los buenos banderilleros que sacan el par de atr¨¢s, y as¨ª ocurri¨®, s¨®lo que Pall¨ªn a?adi¨® todas las especificaciones exigibles al arte de banderillear, como son citar en corto, dejarse ver, levantar los brazos, prender verticales los palos en el momento preciso de la reuni¨®n, salir limpiamente del embroque.
La brega al quinto novillo reacio la llev¨® Tom¨¢s Pall¨ªn siempre por derecho, ajustando los capotazos, templando el lance. Y ya, puesto en suerte el toro, entraba Curro ?lvarez con la bravura y la t¨¦cnica propia de los banderilleros natos, para prender los pares en todo lo alto. Banderillero y pe¨®n de brega ofrecieron una exhibici¨®n de torer¨ªa, y cada uno de sus movimientos, as¨ª como el planteamiento general del tercio, constituyeron una aut¨¦ntica lecci¨®n de tauromaquia.
Tore¨® de muleta muy valiente Juan Carlos Garc¨ªa a ese novillo de casta, tan bien lidiado. Al contrario que en su turno anterior -en el que citaba al hilo del pit¨®n, perd¨ªa terreno y no fue capaz de templar un novillejo pastue?o e inv¨¢lido-, ahora ya se cruzaba, ya ligaba pases, y la misma casta del novillo a?ad¨ªa emoci¨®n a la pundonorosa faena. A la salida de uno de los pases perdi¨® el equilibrio y cay¨® junto a un burladero. Se produjo entonces el gran quite de Curro ?lvarez. Cierto que, de no hacerlo, habr¨ªa debido de ser conducido convicto y confeso ante la autoridad, por denegaci¨®n de auxilio -estaba precisamente dentro del burladero- pero la importancia de su intervenci¨®n fue que sali¨® presto, ataj¨® la embestida y se llev¨® en los vuelos del capote la temible tarascada.
El cuarto novillo result¨® manso, de los que corretean sin fijeza por todo el redondel. Hu¨ªa de un caballo para entrar en otro, recelaba de la infanter¨ªa y desarroll¨® sentido hasta convertirse en pregonao. Con ese toro se midi¨® valerosamente el pe¨®n ?ngel Sacedo, intentando fijarlo donde pudiera ser. Lo hizo con riesgo de su integridad f¨ªsica y acab¨® recibiendo un volteret¨®n escalofriante del que, afortunadamete, libr¨® con s¨®lo un desagarr¨®n en la taleguilla.
El tercio de banderillas se convirti¨® en una odisea. Banderilleros y peones sufr¨ªan continuos sobresaltos sin ninguna consecuencia gananciosa, pues el novillo no hac¨ªa m¨¢s que aprender y empeorar. El presidente, Luis Espada, cort¨® aquel calvar¨ªo cambiando el tercio con acertado criterio, y entonces se le encresp¨® parte del p¨²blico, no se sabe muy bien por qu¨¦. El Molinero pasaport¨® al novillo en cuanto lo vio cuadrar, seg¨²n proced¨ªa. Se fue de vac¨ªo el fino torero aragon¨¦s, pero no deber¨ªa quejarse demasiado: antes hab¨ªa tenido la oportunidad de torear a un novillo noble y la desperdici¨® por ahogarle la embestida citando fuera de cacho.
Oportunidad semejante se dej¨® ir Ricardo Ortiz, a quien correspondi¨® el mejor lote y lo tore¨® animoso, mas con escaso ajuste, temple y ligaz¨®n. Banderille¨®, y fue una pena, no s¨®lo por la relativa brillantez con que resolvi¨® el tercio, sino porque se encontraba en la cuadrilla su padre, el veterano Manolo Ortiz, uno de los m¨¢s notables art¨ªfices de la especialidad. Manolo Ortiz ejecutando la suerte, seguramente habr¨ªa redondeado la emotiva tarde de los buenos banderilleros en el coso de Las Ventas.
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