En busca de un horizonte
La agricultura espa?ola ha experimentado en muy pocos a?os un intenso proceso de liberalizaci¨®n exterior que, en muchos ¨¢mbitos, ha provocado una sensaci¨®n de v¨¦rtigo. A la incorporaci¨®n a la CE se ha a?adido la progresiva apertura de los mercados europeos y, sobre todo, el reto de un posible acuerdo en la Ronda Uruguay del GATT. Como consecuencia, son muchos los que han pasado de so?ar en la "potencialidad de la agricultura" al m¨¢s oscuro pesimismo respecto a nuestra capacidad de competir.Estos cambios en las expectativas est¨¢n motivados por la carencia de un horizonte realista de futuro, que incorpore la multitud de deficiencias estructurales que arrastramos, pero que sepa tambi¨¦n impulsar los factores din¨¢micos efectivos o potenciales.
Un primer requisito para abordar una estrategia de futuro obliga a diferenciar entre la agricultura y el sector agroalimentario como sectores econ¨®micos que pueden competir en los mercados futuros; entre la problem¨¢tica de la agricultura no competitiva y la utilizaci¨®n de los recursos en el medio rural, con fines distintos y complementarios al sector agrario. En Espa?a hay que admitir las limitaciones de buena parte del territorio para soportar una actividad productiva competitiva. Es ah¨ª donde la actividad forestal, la conservaci¨®n medioambiental, la caza, el turismo y el ocio, deben desempe?ar un importante papel.
Superaci¨®n de t¨®picos
Pero, paralelamente, Espa?a cuenta con importantes bazas para desarrollar e imponer una agricultura competitiva, que requiere urgentemente un enfoque empresarial moderno y la superaci¨®n de algunos t¨®picos. Para esta tarea es indiferente que el agricultor sea familiar, a t¨ªtulo principal, o est¨¦ asociado, si la asociaci¨®n no funciona.
La profesionalizaci¨®n de la agricultura implica la pr¨¢ctica de una actividad econ¨®mica basada en el c¨¢lculo econ¨®mico, en el conocimiento de los mercados, en la organizaci¨®n, en la adecuada valoraci¨®n de los recursos patrimoniales y en la existencia de un factor humano adecuado a las nuevas circunstancias.
Los elementos din¨¢micos b¨¢sicos de la agricultura espa?ola est¨¢n ah¨ª, desde hace muchos a?os: una hortofruticultura con m¨¢s de 400.000 millones de pesetas de super¨¢vit comercial exterior (el mayor de toda la econom¨ªa espa?ola, exceptuado el turismo), primera potencia mundial en aceite de oliva, un sector vitivin¨ªcola con un potencial que atemoriza a Francia, casi 3,5 millones de hect¨¢reas de regad¨ªo... por citar s¨®lo los m¨¢s evidentes.
La agricultura espa?ola debe a¨²n agotar su proceso de modernizaci¨®n convencional que incluye estructuras productivas, organizativas, comerciales, saneamiento ganadero.... al tiempo que enfrenta la reconversi¨®n productiva del exceso de poblaci¨®n activa y de tierras agr¨ªcolas.
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