Pudo m¨¢s la casta
JOAQU¨ªN VIDAL, Torear un toro de casta: eso es lo que m¨¢s inquieta a los toreros y as¨ª ocurri¨® con la corrida de Puerto de San Lorenzo. No el toro grande, ni el astifino, ni el poderoso: el de casta. El toro de casta es el que requiere valor a toda prueba para medirlo a la distancia precisa, cruzarse con ¨¦l, tra¨¦rselo toreado, ligarle los pases... La an¨¦cdota famosa aquella del viejo maestro en tauromaquia, iba por ah¨ª: un principiante le coment¨®: "Ojal¨¢ me salga ma?ana un toro bravo". Y el maestro respondi¨®: "Pobre de ti, hijo, si te llega a salir un toro bravo".
La casta era habitual en tiempos de la tauromaquia cl¨¢sica; la bravura ya menos e incluso abundaban los toros mansos. En los tiempos de la tauromaquia moderna, en cambio, la casta aparece rara vez, y resulta muy preocupante pues se trata del atributo esencial del toro de lidia. Sin casta, toros mansos y toros bravos se igualan. Y lo que suele salir entonces son toros boyantes, toros de calmo-temperamento, toros de buen conformar, toros buc¨®licos, fruto de una caba?a en decadencia que deriva de la bravura a la borreguez.
Puerto / Espl¨¢, Jesul¨ªn, Jini¨¦nez
Toros de Puerto de San Lorenzo, bien presentados, algunos con poder, mansos en general, pero muy encastados y recrecidos en los ¨²ltimos tercios. Luis Francisco Espl¨¢: pinchazo y estocada trasera baja (silencio); pinchazo bajo perdiendo la muleta, pinchazo hondo ca¨ªdo y descabello (silencio). Jesul¨ªn de Ubrique: estocada trasera ca¨ªda, rueda de peones y descabello (silencio); pinchazo hondo, trasero y estocada trasera ca¨ªda (escasa petici¨®n y vuelta con protestas). Mariano Jini¨¦nez: dos pinchazos bajos recibiendo, dos pinchazos a volapi¨¦ -aviso- y media estocada baja (aplausos y tambi¨¦n pitos cuando saluda); media perpendicular baja, rueda de peones, pinchazo perdiendo la muleta, pinchazo y se tumba el toro (aplausos y saludos). Plaza de Las Ventas, 14 de mayo. S¨¦ptima corrida de feria. Lleno.
Malo para la fiesta es aquel fiero ganado bovino metamorfoseado en ovejuno, mas bueno para los toreros, quienes les pueden hacer lo que jam¨¢s imaginaron los padres de la tauromaquia. Est¨¢ de moda una modalidad muletera que consiste en ponerse muy cerquita de los pitones apabullando al toro, librar all¨ª la incipiente cabezada y al remate del breve pase empalmar otro, en la suerte natural o en la contrar¨ªa, por arriba o por abajo, de costadillo o de espaldas; escamotear la pa?osa, nada por aqu¨ª, nada por all¨¢. Y el toro, que quer¨ªa agraparla, acabar¨¢ rindiendo su prop¨®sito embestidor, molido y estupefacto.
Es el arte de birlibirloque en versi¨®n taurina, del que dio Jesul¨ªn de Ubrique un aut¨¦ntico recital, para pasmo y j¨²bilo del p¨²blico pasajero, propio de la isidrada. Tuvo lugar en el quinto toro, cuyas fauces casi acariciaba Jesul¨ªn con la muslera. El secreto del arte taurino de birlibirloque est¨¢ en alcanzar ese terreno. Un toro de poca casta, como era el caso, lo acepta sumiso. Un toro con casta no lo consiente y ese fue el problema de Jesul¨ªn de Ubrique en su anterior intervenci¨®n.
Intentaba Jesul¨ªn de Ubrique hollar el terreno propio del segundo de la tarde para montarle una sesi¨®n de magia y escamoteo, y el toro, cuya casta le avivaba el sentido de la propiedad, respond¨ªa al ataque, para dar buena cuenta del mago escamoteador, amigo de lo ajeno. Mucho ajetreo tuvo Jesul¨ªn, que sobre ver frustrados los planes de invasi¨®n, hubo de ceder precipitadamente su propio terreno.
Ese toro domin¨® en la plaza y se qued¨® sin torear. No fue el ¨²nico. A Luis Francisco Espl¨¢ le desbordaron los suyos pese a que emple¨® buena t¨¦cnica, pues sacaron bronquedad. Y a Mariano Jim¨¦nez le hicieron los de su lote el mal favor de embestir con bravura. "Pobre de ti, hijo, si te sale un toro bravo...".
Muy lucido y variado Mariano Jim¨¦nez con la capa, espl¨¦ndido en un par de banderillas de dentro a fuera superando el codicioso galope del toro -Espl¨¢ prendi¨® otro de impresi¨®n, reuniendo junto a tablas- a la hora *de parar, templar y mandar no pudo con la casta de sus toros.
Muchos mansearon en varas pero se iban arriba en el siguiente tercio y todos menos uno -el quinto- llegaban recrecidos al de muerte. Mariano Jim¨¦nez citaba dej¨¢ndose ver y cuando acud¨ªa noble, encastado y fuerte el toro, no pod¨ªa acompasarle el viaje, menos a¨²n templarlo. Tore¨® de rodillas, intent¨® derechazos y naturales con tenaz insistencia, incluy¨® adornos, y despu¨¦s de tantos esfuerzos, los toros se quedaban sin torear.
Hubo intervenciones brillantes en la tarde. Gustaron mucho los alardes encimistas de Jesul¨ªn. Espl¨¢ por faroles y Mariano Jim¨¦nez por chicuelinas compitieron en quites, y tambi¨¦n en banderillas, con variada fortuna. Toda la corrida tuvo inter¨¦s y emoci¨®n, precisamente por la casta de los toros. Si luego los diestros no pudieron con ella, ese es distinto asunto. A fin de cuentas era lo que cab¨ªa esperar, tal como anda la fiesta.
Babelia
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