El Marsella acaba con el mito del Milan
ENVIADO ESPECIALUn solitario gol del defensa Basile Bofi permiti¨® al Ol¨ªmpico de Marsella convertirse en el primer equipo franc¨¦s que gana un trofeo europeo tras una espera de 38 a?os y puso fin a la aureola de invicto emitida por el Milan durante gran parte de la temporada y puede poner fin a una ¨¦poca en el club que preside Silvio Berluscon?. Italia no pudo reunir el Gran Slam 93 -la Copa de la UEFA fue ganada por el Juventus y la recopa por el Parma- Raymond Goethals tiene buena parte de culpa de ello.
De Goethals se cuentan muchas cosas. Se dice que vive tan obsesionado con el f¨²tbol que cuando su mujer le abandon¨® hace 13 a?os, tard¨® tres semanas en darse cuenta. Anoche, en M¨²nich, su obsesi¨®n era asfixiar al juego ofensivo del Milan y permitirle, como m¨¢ximo, un gol. Plante¨® el partido conforme a su obsesi¨®n y se sali¨® con la suya. El veterano t¨¦cnico entr¨® en la historia del f¨²tbol franc¨¦s corriendo semiagachado bajo el peso de setenta y tantos a?os declarados y fue el ¨²ltimo en llegar hasta la esquina lejana donde sus jugadores enloquec¨ªan ante su p¨²blico. Goethals hab¨ªa escrito un gui¨®n coherente y sus actores se hab¨ªan vaciado en su interpretaci¨®n.
Pero s¨®lo los franc¨®filos tendr¨¢n pretensiones de haber visto una gran final. Estuvo rica en tensiones y emociones en un ambiente que puso carne de gallina. Pero la tan esperada obra de arte result¨® ser unos dibujos de ingenier¨ªa. La frialdad posresaca analizar¨¢ un partido que, sobre todo en un abismal segundo tiempo, dio la espalda a la virtuosidad y se disfraz¨® de un encuentro de la segunda divisi¨®n inglesa troceado por series encadenadas del fuera de juego.
Antes del partido nadie hubiera apostado que el bal¨®n pasar¨ªa la mayor parte de su vida viajando por el aire muniqu¨¦s. Que dos equipos t¨¦cnicamente superdotados adoptaran actitudes de despegue inmediato requiere explicaciones, y, por desgracia, las; emociones y las expectativas encontraron su ant¨ªdoto en la pizarra.
Capello dijo que el cap¨ªtulo crucial para los intereses italianos se escrib¨ªa en las v¨ªas de servicio a Van Basten y a un Massaro que desperdici¨® ocasiones que un Papin plet¨®rico -el franc¨¦s fue relegado inicialmente al banquillo- no hubiera perdonado. Ni el t¨¦cnico ni sus jugadores encontraron f¨®rmulas para quitar los escombros del centro del campo y abrir v¨ªas hacia Barthez. Goethals hizo pocas concesiones a un juego de ataque. Angloma no subi¨® y Eydelie efectu¨® un marcaje personal a Lentini que le converti¨® en lateral derecho hasta crear una defensa de cinco hombres.
Lo peor, sin embargo, es que el partido se convirti¨® en un manual ilustrado del fuera de juego. Ambos conjuntos sal¨ªan en bloque desde su ¨¢rea como si el diablo les persiguiera y nadie encontr¨® las respuestas que, en tiempos de Sacchi, parec¨ªan autom¨¢ticas. Lo mejor del partido correspondi¨® a una media hora inicial, cuando las dos defensas afinaban los mecanismos con la pintoresca ayuda de unos jueces de l¨ªnea que debieron de acabar con calambres en el brazo derecho.
Massaro err¨® un cabezazo en el minuto 6 y en los minutos 9, 17 y 29 pareci¨® sufrir p¨¢nico al verse solo ante Barthez. Acab¨® complic¨¢ndose ocasiones solucionables con un tiro instant¨¢neo. A partir de entonces, ni ¨¦l ni Van Basten encontraron espacio en un encuentro reducido muchas veces a una franja de 20 metros en el centro del campo. Un campo de batalla tan peque?o fue el escenario id¨®neo para las guerrillas individuales, los choques continuos y actitudes nada deportivas en un cuerpo a cuerpo feroz que pisaba el terreno de nadie entre los leg¨ªtimos l¨ªmites del pressing y la violencia pura. El ¨¢rbitro suizo pas¨® m¨¢s de media hora convencido de poder controlarlo con amonestaciones verbales. As¨ª se dibuj¨® el retrato robot de un partido feo.
La final sirvi¨®. para confirmar que el Milan ya no es el gran campe¨®n que no perdonaba. Desperdici¨® sus ocasiones tempranas y permiti¨® que el Marsella convirtiera su primer saque de esquina en el gol que le vali¨® la sucesi¨®n al Barcelona. La cabeza de Bol? cierra un ciclo. El Marsella fue el ¨²ltimo equipo capaz de vencer al Milan en la Copa de Europa en abril de 1991. Las obsesiones de Goethals convierten el conjunto franc¨¦s en la bestia negra del campe¨®n italiano.
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