La derecha que viene
En una de esas caricaturas de M¨¢ximo que podr¨ªamos llamar conceptuales, porque deforman sat¨ªricamente m¨¢s a ideas que a personas, se daban consejos a los votantes de los pr¨®ximos comicios. "Si es usted de derecha?, dec¨ªa, "vote PP". Nada m¨¢s natural. Las vocaciones se siguen, incluso las pol¨ªticas. Para estos electores, pues, valen poco los datos num¨¦ricos, y mucho menos los razonamientos, pero hace falta tener mala vista -o mala fe- para negar que la d¨¦cada socialista ha hecho m¨¢s por el progreso de Espa?a que siglos de gobierno de la derecha. Y esto es f¨¢cil de comprobar mediante el sencillo m¨¦todo de ir al Instituto Nacional de Estad¨ªstica y tomar nota en sus anuarios de la evoluci¨®n entre 1982 y 1991 de infinidad de datos econ¨®micos y sociales que en ellos figuran. Bien es verdad que, dadas las descalificaciones globales que hace el Partido Popular, que ata?en tanto al Tribunal Supremo como al Canal de Isabel II, al Consejo del Poder Judicial como al servicio de correos, es posible que tales datos no sean de la confianza del se?or Aznar y sus ac¨®litos. Pero no importa. Es a esos millones de votantes indecisos a los que estas l¨ªneas se dirigen. Son los que deben utilizar la lupa y desmenuzar los logros de estos 10 ¨²ltimos a?os. El enorme incremento de becas y de estudiantes universitarios, los 3.000 kil¨®metros de autov¨ªas, el incremento en el parque automovil¨ªstico, la ense?anza primaria generalizada, la creciente incorporaci¨®n de la mujer a la actividad laboral, la cobertura casi total para los desempleados y un papel pol¨ªtico en Europa de nuestro pa¨ªs que nunca tuvo antes. Por supuesto que el Gobierno actual ofrece amplias zonas de sombra. Ha cometido errores como el dar escasa atenci¨®n a los problemas de la corrupci¨®n, haberse embarcado en inversiones de pa¨ªs rico, enga?ado por el, boom econ¨®mico de los tres ¨²ltimos a?os -en una encuesta de Demoscopia de julio de 1989, el. 80% de los consultados se manifestaban satisfechos de la vida que llevaban- y, sobre todo, no, haber podido detener esa sangr¨ªa vital del desempleo.Son problemas que existen y que no es posible minimizar, pero resulta injusto que se trate de cargar sobre los socialistas el peso ¨ªntegro de una crisis que golpea hoy a todos los pa¨ªses. Algo parecido ocurre con la corrupci¨®n, que el PP utiliza profusamente como bandera de combate. Tiran piedras contra la corrupci¨®n y el despilfarro cuando los casos de Hormaechea, Calvi¨¢, Naseiro y el ex alcalde de Burgos representan un techo de cristal que exigir¨ªa mayor prudencia en el manejo de la honda. Y respecto al despilfarro, no son las comunidades gobernadas por la derecha paradigmas del ahorro y la buena gesti¨®n.
Se juega tambi¨¦n a ridiculizar a los socialistas por la publicidad que han dado a sus temores por el posible acceso al poder de la derecha. El PP piensa que el Gobierno grita: "?Que viene la derecha! " como el pastor y el lobo del cuento, cuando la realidad es que el lobo existe y nos puede caer encima sin necesidad de un segundo grito. Confieso que los que vivimos los a?os de la II Rep¨²blica y la guerra que hasta hace poco era la guerra de pap¨¢ -y ahora, la guerra del abuelo, qu¨¦ le vamos a hacer- le tenemos miedo a la derecha. Son fantasmas muy dif¨ªciles de exorcizar. Aquella CEDA del bienio negro (1934 y 1935), los se?oritos falangistas, los generales esperp¨¦nticos, la persecuci¨®n a los obreros y a los campesinos -fue su famosa revancha-, la espantosa represi¨®n en Asturias -all¨ª estaba Franco con sus moros, como ensayo del gran drama- y, al final, 30.000 presos en las c¨¢rceles.
Seguramente el Partido Popular no sea as¨ª -Haro Tecglen ve pocas diferencias entre la derecha y la. extrema derecha; tambi¨¦n debe de ser por sus fantasmas-, pero el gato escaldado huye de la derecha aunque sea tibia. Es m¨¢s, numerosos augurios y desalentadoras experiencias actuales no animan en absoluto a confiar en el new look de la derecha. En Francia, sin ir m¨¢s lejos, el nuevo programa econ¨®mico de Balladur lanza el peso de la austeridad presupuestaria sobre los asalariados, rebaja las cotizaciones patronales a la Seguridad Social, reduce en 25.000 millones de francos los gastos de la sanidad p¨²blica y recorta las pensiones. Paralelamente, la inquina del actual ministro de Interior, Charles Pasqua, contra los inmigrantes se materializa en un aumento de la represi¨®n y cuatro muertos en pocos d¨ªas, dos de ellos en las propias comisar¨ªas. Simone de Beauvoir dec¨ªa: "Apenas la derecha se siente fuerte, sustituye el pensamiento por la violencia". Eran otros tiempos, es verdad, pero la simpat¨ªa de Aznar y Fraga por Ronald Reagan y Margaret Thatcher no anima a pensar que el PP, de triunfar, practicara un programa muy distinto a ese plan tipo de todas las derechas que en el mundo han sido. Y tampoco hay que ir muy lejos para detectar las querencias de la pol¨ªtica derechista de estas tierras. Aqu¨ª mismo, a la vuelta de la esquina, tenernos el Ayuntamiento de Madrid, que, tras ser regido por el Partido Popular, ofrece una elocuente maqueta de lo que puede ser una Espa?a gobernada por la derecha. Subidas de impuestos -la contribuci¨®n urbana, un 27%-, incremento desaforado en las tasas de ciertos servicios municipales -los polideportivos, por ejemplo, un 170%-, recorte de gastos sociales, concejales de filiaci¨®n ultra, un jefe de polic¨ªa municipal "con la pluma cargada" -como se dec¨ªa en este diario-, un desprecio total, hacia los inmigrantes ("Si el Gobierno es el que los deja entrar", dijo un furibundo concejal, "que sea ¨¦l el que solucione su situaci¨®n") y graves irregularidades administrativas, como una defectuosa -?o fraudulenta?- adjudicaci¨®n de viviendas. Y menos mal que no ha secundado al Gobierno gallego de Fraga impidiendo la r¨¦plica de la oposici¨®n.
Pero por encima de lo que es la lucha electoral, nunca muy noble ni muy inteligente, se percibe un trasfondo que asusta. Es esa descalificaci¨®n constante, esas emisoras de radio vomitando por lo general denuestos y capciosos comentarios, con sus tertulias de periodistas siempre despedazando a alguien. Y sobre todo, las denuncias constantes con poco o ning¨²n fundamento, pero que entretanto se aclaran o se desmienten ya han dejado un reguero de baba. Se preguntaba el pol¨ªtico franc¨¦s B¨¦r¨¦govoy poco antes de terminar con su vida: "No comprendo este odio contra los socialistas, no comprendo por qu¨¦ la prensa me arrastra por el barro". Aqu¨ª tampoco se comprende que un Gobierno que ha conseguido 10 a?os de progreso, con desaciertos, es verdad, sea considerado por muchos medios informativos como un conjunto de delincuentes.
Dice el periodista Javier Pradera en un art¨ªculo publicado en el ¨²ltimo n¨²mero de la revista Claves: "Los medios de comunicaci¨®n no siempre contribuyen al debate pol¨ªtico como generosos adalides de los inermes ciudadanos,. sino que tambi¨¦n pueden estar al servicio de otros centros de decisi¨®n (econ¨®micos, religiosos, ideol¨®gicos) o constituirse ellos mismos en poder corporativista". Tras gran parte de esta envenenada informaci¨®n se hallan, qu¨¦ duda cabe, partidos y estamentos afines que llevan lustros buscando un poder que las urnas les niegan y que desahogan su irritaci¨®n a trav¨¦s de cierta prensa y gran parte de las radios que act¨²an de serviles amplificadores de sus alaridos.
Aznar se irrita cuando toman a su partido por la derechona. Lo sea o no, los s¨ªntomas antes descritos no auguran nada bueno, y menos si tenemos en cuenta que el barco del PP navega por el mar de la lucha electoral dando bordadas, seg¨²n sopla el viento y sin que se pueda identificar un claro proyecto de futuro tras las constantes vacilaciones, ment¨ªs y cambios de rumbo de sus principales propuestas program¨¢ticas.
Dios nos coja confesados.
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