Pactar con un adversario frente a otro mayor
Los nacionalistas tienen mas oportunidades que IU de condicionar el futuro Gobierno
De los dos l¨ªderes que aspiran a ganar las elecciones, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar tiene ante s¨ª el desaf¨ªo m¨¢s vertiginoso de todos: dar un impulso de siete leguas al respaldo electoral de su partido y rematar la operaci¨®n de acceso al poder, acto seguido, mediante un acuerdo con los nacionalistas catalanes, canarios o vascos. Algo parecido al triple salto mortal. "No har¨¦ pactos a cualquier precio", se ha limitado a anunciar el presidente del PP, mientras que Felipe Gonz¨¢lez ha repetido que no quiere ser un jefe de Gobierno "hipotecado".Hay quien dice de Gonz¨¢lez que cuenta con cierta experiencia en coaliciones, porque lleva a?os arbitrando entre guerristas, neoliberales y renovadores del PSOE. Pero nada tiene que ver la dureza de los pa¨ªses donde las alianzas son un aut¨¦ntico problema con la estabilidad de que ha gozado el presidente del Gobierno durante un decenio.
Parad¨®jicamente, esta clase de solidez ya no se considera un hecho positivo en Espa?a. Tras el ejercicio concienzudo del rodillo, hoy surge la demanda social de mayor¨ªas menos amplias. Ese sentimiento coexiste, sin embargo, con la preferencia por un Gobierno s¨®lido para enderezar la situaci¨®n econ¨®mica. Que haya Gobiernos s¨®lidos sin mayor¨ªas claras no es otra cosa que la cuadratura del c¨ªrculo.
Salvo sorpresas may¨²sculas, todo apunta a que las elecciones s¨®lo proporcionar¨¢n los ingredientes para cocinar una nueva mayor¨ªa. Las situaciones dependen de los diputados que obtenga el principal partido:
Menos de 140 esca?os. ?sta es la peor de las hip¨®tesis, desde el punto de vista de la gobemabilidad. Si ning¨²n partido alcanza los 140 esca?os, la salida te¨®rica, puede ser una gran coalici¨®n de los dos m¨¢s importantes. Justificar un acuerdo semejante resultar¨ªa dif¨ªcil para el PP, despu¨¦s de haberse presentado como alternativa de poder, y es casi imposible que el partido socialista se comprometa.
Entre 140 y 165 esca?os. Si el PSOE o el PP -o ambos- se sit¨²an en esa franja, es la gran oportunidad para que los nacionalistas catalanes puedan ejercer el papel decisivo, pactando bien con los socialistas, bien con los populares. Tambi¨¦n los nacionalistas vascos tendr¨ªan su oportunidad. En caso de que esos apoyos resultasen insuficientes, Izquierda Unida podr¨ªa ayudar al PSOE, mientras que al PP no le quedar¨ªa otro remedio que negociar con la Coalici¨®n Canaria u otros grupos regionalistas.
M¨¢s de 165 esca?os. La posibilidad de que el PSOE o el PP superen ese list¨®n proporcionar¨ªa un claro ganador, adem¨¢s de un fuerte golpe psicol¨®gico, despu¨¦s de que las encuestas han pronosticado empate o lucha cerrada. Se repetir¨ªa as¨ª la situaci¨®n que ya ocurri¨® con Adolfo Su¨¢rez en 1979. No obstante, la gobernaci¨®n del Estado no puede garantizarse s¨®lo con 165 esca?os. UCI) falleci¨® despu¨¦s de moverse en tomo a esa cifra. En el supuesto de cierta igualdad de voto entre PSOE y PP, dos detalles del sistema electoral contribuir¨¢n a que uno alcance la posici¨®n hegem¨®nica. El primero es la prima de diputados al m¨¢s votado, que ha favorecido hasta ahora al PSOE, pero beneficiar¨¢ al PP si es el m¨¢s votado (v¨¦ase gr¨¢fico).
Y en segundo lugar: si ambos partidos obtienen un respaldo similar, la derecha gana en esca?os. Porque el PP domina las provincias castellanas, as¨ª como Ceuta y Melilla, distritos todos ellos donde la proporcionalidad es escasa debido al bajo n¨²mero de esca?os en disputa. Con unos pocos votos mas, el PP se llevar¨ªa una prima de seis a ocho esca?os.
Si a pesar de todo nadie se acerca a la mayor¨ªa absoluta, hay que formalizar pactos entre varias fuerzas. Los gabinetes minoritarios duran en Europa una media de a?o y medio, frente a los cerca de cuatro a?os que alcanzan los de mayor¨ªa. La duraci¨®n de los gabinetes espa?oles de la UCI) s¨®lo puede compararse con los m¨¢s breves de Italia, Holanda o B¨¦lgica (ver gr¨¢ficos).
Ni Gonz¨¢lez, ni Aznar van a -arriesgarse a gobernar en minor¨ªa. Con ministros de otros partidos o sin ellos, el jefe del Ejecutivo necesita asegurarse una mayor¨ªa parlamentaria para sostenerse, tanto si se sientan en el Consejo de Ministros representantes de partidos como si son personas independientes.. En la muy estable Alemania, Helmut Schmidt s¨®lo aguant¨® unos meses en situaci¨®n parlamentaria de minor¨ªa, hasta ser apeado de la canciller¨ªa por una moci¨®n de censura encabezada por Helmut Kohl, que inici¨® as¨ª un mandato que ya ha sobrepasado en duraci¨®n al de Felipe Gonz¨¢lez.
El candidato del partido socialista se ha cerrado las puertas respecto a un acuerdo con Izquierda Unida, pese a que existe un antecedente de pacto socialista-comunista claramente favora ble al PSOE. Estuvo vigente desde 1979 a 1983 y puso en manos de ambas fuerzas 1.800 municipios de Espa?a, en los que resid¨ªa el 70% de la poblaci¨®n. Los resultados fueron capitalizados por el PSOE en las siguientes elecciones, despu¨¦s de que el aparato carrillista que dominaba el PCE liquidara a su propio equipo municipal.
Un acuerdo entre los socialistas e Izquierda Unida es veros¨ªmil para bloquear una mayor¨ªa del PP con otras derechas nacionalistas y regionalistas. Por el contrario, resulta mucho m¨¢s dif¨ªcil imaginarlo para la construcci¨®n de un Gobierno efectivo. Arrebatar a los nacionalistas el, protagonismo de la pr¨®xima legislatura, en beneficio de un gobierno de izquierdas, no s¨®lo contar¨ªa con fuertes reservas en muchos c¨ªrculos econ¨®micos y financieros, sino que potenciar¨ªa las operaciones para acercar m¨¢s al PP y a los nacionalistas. Un Gobierno PSOE-Izquierda Unida puede ser 'aritm¨¦ticamente posible, pero Felipe Gonz¨¢lez se ha puesto ese l¨ªmite a s¨ª mismo.
Las 'bisagras'
La crisis cr¨®nica del centrismo ha borrado del mapa la bisagra entre conservadores y socialistas. A estos efectos es interesante observar las artes empleadas por el PP. Como presidente de Castilla y Le¨®n en minor¨ªa, Aznar mont¨® una coalici¨®n con el Centro Democr¨¢tico y Social (CDS) que anim¨® el trasvase de cuadros y electores centristas hacia los populares. En las elecciones siguientes, el CDS de Castilla y Le¨®n descendi¨® desde 18 a 5 esca?os y los populares alcanzaron la mayor¨ªa.
. Esa estrategia ha sido proyectada a todo el territorio espa?ol: 1,6 millones de ciudadanos que votaron. al CDS en las legislativas del.989 bien valen buscar el apoyo ?le ex ministros centristas, completamente apartados de la vida p¨²blica desde hace muchos a?os, y los esfuerzos del PP por moderar el discurso. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar Eta trabajado en serio para sumar esos 1,6 millones de votantes a sus propias fuerzas y ah¨ª reside una de sus grandes posibilidades de ¨¦xito.
Por exclusi¨®n, la hip¨®tesis m¨¢s probable para el d¨ªa siguiente consiste en la alianza de partidos nacionalistas con la fuerza que disponga de m¨¢s esca?os, una situaci¨®n ya proba da en el Pa¨ªs Vasco entre el PNV y los socialistas. Para el presidente del PNV, Xabier Arzalluz, es m¨¢s pr¨¢ctico entenderse con el PSOE. Sin embargo, tendr¨ªa dificultades - para negarse a la alianza, con Aznar en caso de que sus votos fueran decisivos, debido a la participaci¨®n de ambos en el Partido Popular Europeo (PPE).
Los populares nunca han contado para nada en los pactos alcanzados en Euskadi. Tampoco han desempe?ado un papel relevante en Catalu?a, donde la derecha no nacionalista jam¨¢s ha obtenido m¨¢s del 8% de los votos en las auton¨®micas. Los socialistas nunca han participado en los Gobiernos de la Generalitat; su trozo de la tarta auton¨®mica nunca ha bajado del 22% del voto, pero son menos competencia para CiU que los populares, porque sus electorados son diferentes. Los nacionalistas catalanes son los m¨¢s decididos a convertirse en la bisagra. Una de las dificultades para esa operaci¨®n procede del aparato socialista, en el que se aprecia temor a que las cesiones en beneficio de Catalu?a perjudiquen a otros territorios con amplia clientela del PSOE. Esperar a que este partido resuelva sus diferencias internas -y eso no ocurrir¨¢ antes del Congreso de 1994- es uno de los argumentos al alcance de Jordi Pujol para aplazar una decisi¨®n.
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