Un muchacho grande
He conocido a pocos hombres de su genio, con una humanidad mas generosamente noble, m¨¢s bueno, desde su sonrosado aire de colegial d¨ªscolo y sentimental. De ¨¦l se subrayar¨¢ sobre todo la ternura con que dibujaba po¨¦ticamente a sus ni?os perplejos, a lo Truffaut o a lo Vigo; su atractivo de muchacho grande que coleccionaba cromos, o carrozas f¨²nebres, y juguetes de hojalata.Tengo la impresi¨®n de que le desbordaba la vida y quer¨ªa vivirla a manos llenas, eternamente rebelde ante lo incongruente. Y se enmascaraba de francotirador insolidario en el papel de lobo al que se le ve¨ªa la patita bonachona bajo el disfraz. Me duele constatar ahora precisamente, en esta ocasi¨®n tan obscena, que en la batalla contra las distintas formas represivas, pol¨ªticas, cr¨ªticas, industriales, a un creador de su talla se le rompa la oportunidad hist¨®rica de desquitarse. Pero, ?d¨®nde est¨¢, inquisidores, ministros, cr¨ªticos, altos empresarios del cine, vuestra victoria?
No me gusta la imagen de un Manolo Summers definitivamente angelical, al modo de los gestos dibujados en que refugiaba su inadaptaci¨®n asilvestrada, como queriendo escapar, hastiado, al otro lado del espejo. ?Por qu¨¦ su af¨¢n desmitificador de los ritos de la muerte? ?Humor negro siendo ¨¦l tan blanco? Y se agarraba al chiste desmitificador anarquizante, descoyuntando las apariencias o dimension¨¢ndolas de un modo ins¨®lito. M¨¢s inc¨®modo por m¨¢s directo. Y m¨¢s vulnerable. Pudo haber sido un surrealista de otros d¨ªas o un esperp¨¦ntico desde su voluntad imposible de ser libre. Soy testigo de su valent¨ªa, nadie lleg¨® a¨²n m¨¢s lejos, para enfrentarse a la peste de los censores. O con los poderosos del cine. O con los cr¨ªticos que, en alg¨²n momento, asumieron su acoso y derribo desde un dogmatismo vergonzante; aduaneros de la coherencia, lo que debe ser, uncidos por su fundamentalismo catequ¨ªstico.
Cine de fotomat¨®n
A?orar¨¦ siempre al Manolo Summers humano, ir¨®nico, l¨ªrico, intuitivo, exquisito antiacad¨¦mico; un fr¨ªvolo que luchaba contra los buenos sentimientos con su cine de fotomat¨®n. Intransferible, personal, autor por excelencia, vital, di¨¢fano como sus personajes de tebeo, inevitablemente desvergonzado, desinhibido ejemplar, con una contradictoria personalidad dif¨ªcil de explicitaci¨®n ideol¨®gica. Confiaba en la fuerza vitri¨®lica del humor como compromiso transacional. Me duele el pensar que pudiera haber llegado a ser juguete roto y le¨®n enjaulado por una sociedad que tritura a su gente m¨¢s valiosa. Tuve ocasi¨®n de compartir con ¨¦l inolvidables d¨ªas. Le metieron tambi¨¦n en la casilla del nuevo cine espa?ol, con la seguridad de que tampoco a ¨¦l le importaba un comino tan artificial denominador com¨²n. Conservar¨¦ sobre todo su noble amistad, al margen incluso del cine.
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