Puro lujo expresivo
La posici¨®n de Wynton Marsalis, con todo lo ventajosa que aparenta ser, a menudo se torna ingrata y poco confortable. Su labor de abanderado del jazz es discutida cada cierto tiempo seg¨²n criterios indefinidos o decididamente irrelevantes; as¨ª amanezca el d¨ªa claro o cubierto, la cr¨ªtica le presta o le retira su apoyo con irritante ligereza.Al principio le negaba el menor atisbo de originalidad, ahora le discute la firmeza con la que persigue ese esp¨ªritu escurridizo capaz de hermanar toda la historia conocida del jazz. El m¨¢s famoso de los Marsalis tambi¨¦n puede presumir de ser un incomprendido.
Su concierto, segundo del Johnnie Music Festival, tuvo dos partes claramente diferenciadas. La primera estuvo dedicada a sus propias composiciones, entre ellas Cityscape, un intento de reflejar las situaciones cambiantes que afectan a los distintos sectores de la ciudad a lo largo de la jornada. Daylight dinosaurs fue la p¨¢gina mejor recibida de una obra que a veces se resiente de un exceso de ideas, de una casi hiriente riqueza de contrastes. M¨¢s adecuada para una noche exclusivamente musical result¨® la soberbia balada The seductress, escaparate ideal para apreciar el particular¨ªsimo lirismo de Marsalis, su perfecto dominio de efectos casi olvidados y su apasionada manera de manifestar los sentimientos m¨¢s dulces a trav¨¦s de la trompeta. En esta primera mitad, los atriles situados delante de cada miembro del septeto, incluido el bater¨ªa, no fueron simple adorno, sino herramienta fundamental para el desarrollo de las complejas estructuras ideadas por su director.
Wynton Marsalis Septet
Wynton Marsalis (trompeta), Walter Blanding Jr. (saxos tenor y soprano, clarinete), Wes Anderson (saxos alto y sopranino), Wycliffe Gordon (tromb¨®n), Eric Reed (piano), Reginald Veal(contrabajo) y Herlin Riley (bater¨ªa). Teatro Monumental, Madrid. Aforo: 1.200 personas. Precio: 3.000 y 3.500 pesetas. 29 de junio.
Perfecciones
Tras el descanso, el grupo arranc¨® con un fant¨¢stico arreglo de IW remember april y prosigui¨® con una emocionante Lover, introducida a d¨²o por Herlin Riley y el propio Marsalis, haciendo de la sordina valioso aliado y no mero filtro embellecedor. Todav¨ªa qued¨® tiempo para comprobar la val¨ªa de Wycliffe Gordon, formidable soplador a la manera expresionista de los pioneros, y la biso?ez de Walter Blanding Jr. y de Wes Anderson con sus segundos instrumentos, el clarinete y el saxo soprano, respectivamente.Defectos nimios entre una sucesi¨®n de perfecciones deslumbrantes, en especial aqu¨¦lla que alcanz¨® Wynton en sus fascinantes encuentros con el blues. Cuando Marsalis toc¨® el blues los cl¨¢sicos 12 compases reventaron de concentraci¨®n, de hondura y de emoci¨®n, como si en esos momentos se supiera cantante con una trompeta por garganta. Puro lujo expresivo.
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