En pos del pacto
EL PACTO social es, junto a un Gobierno estable, el instrumento en el que todos -Gobierno, sindicatos, patronal y opini¨®n p¨²blica en general- han puesto sus esperanzas para abordar las medidas de ajuste y las reformas estructurales necesarias para impulsar, a medio plazo, el crecimiento de la competitividad y del empleo. La falta de tal pacto no ahorrar¨ªa al Gobierno, al margen de cu¨¢les fueran su composici¨®n y apoyo parlamentario, la responsabilidad de sacar al pa¨ªs de la recesi¨®n. Pero el deterioro de los indicadores econ¨®micos y laborales es de tal magnitud -paro, inversi¨®n., crecimiento, d¨¦ficit p¨²blico, etc¨¦tera... -que incluso un Gobierno de amplia base parlamentaria se ver¨ªa ante serias dificultades para enfrentarse a ese desaf¨ªo sin la contribuci¨®n de los agentes sociales.De ah¨ª que un pacto de esa naturaleza no sea s¨®lo conveniente sino tambi¨¦n imprescindible en las presentes circunstancias. Claro que, todo ello, a condici¨®n de que no sea un tr¨¢gala para ninguno de sus interlocutores sino el fruto del compromiso responsable de todos en la adopci¨®n de aquellas medidas necesarias para que la econom¨ªa espa?ola recupere el ritmo de crecimiento indispensable para crear empleo: En definitiva pasar de la ca¨ªda del 1,1 % del PIB, registrada en el primer trimestre del a?o, a una tasa positiva del 3%. Sindicatos y empresarios mantuvieron ayer, por separado, los primeros contactos con Felipe Gonz¨¢lez para explorar las posibilidades de ese pacto. Nada en concreto, de momento, pero s¨ª algo pol¨ªticamente muy apreciable a los efectos de reducir m¨¢rgenes de incertidumbre: la buena disposici¨®n de las partes, concretada en el compromiso de volver a verse en la ¨²ltima decena de este mes y de entrar en materia en los primeros d¨ªas de septiembre.
El establecimiento, pues, de un clima social y pol¨ªtico dialogante constituye por s¨ª mismo un logro nada desde?able en un momento en el que el candidato a presidente de Gobierno debe dar a conocer las l¨ªneas maestras de su pol¨ªtica -en el discurso de investidura- y designar el equipo ministerial capaz de llevarla a cabo. Pero, dado el deterioro de la situaci¨®n, muy pronto habr¨¢ que pasar al terreno de los hechos, explorando v¨ªas de acuerdo y f¨®rmulas para salir de la crisis. En todo caso, es muy positivo que nadie haya hablado de condiciones previas y que incluso posibles obst¨¢culos como la ley de huelga hayan sido inicialmente superados.
Pero quiz¨¢ lo m¨¢s trascendente de estos primeros contactos sea la convergencia aparente sobre la naturaleza y el alcance del pacto. Sin duda, el acuerdo que exige la coyuntura econ¨®mica sobrepasa los aspectos exclusivamente laborales y salariales para abarcar todo el entramado de relaciones industriales. Ni los sindicatos pueden actuar en su estrategia reivindicativa como si el IPC y la productividad fueran meras entelequias, ni los empresarios pueden deso¨ªr la conveniencia de pol¨ªticas que impulsen la reinversi¨®n de beneficios o de reformas que acaben con los privilegios de determinados sectores productivos con influencia decisiva sobre el galopar de la inflaci¨®n.
De ah¨ª que una caracter¨ªstica esencial del pacto sea. la solidaridad y la capacidad de los interlocutores de hacer concesiones. Se ha discutido hasta la saciedad sobre cu¨¢l puede ser el sentido de la mayor¨ªa electoral otorgada por la opini¨®n a Felipe Gonz¨¢lez y al partido socialista. Parece claro que, fundamentalmente, ¨¦ste ser¨ªa el de conceder un mandato para que los vencedores en las elecciones pongan en marcha los mecanismos -parlamentarios, de gobierno y de di¨¢logo social- capaces de crear las condiciones para una pronta recuperaci¨®n econ¨®mica. Que as¨ª parezcan haberlo entendido el Gobierno y los agentes sociales es un buen augurio de futuro. Es pronto, ciertamente, para echar las campanas al vuelo. Pero, tambi¨¦n, es un buen inicio la disposici¨®n y el inter¨¦s que se dice tener en alcanzar un pacto de esa envergadura.
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