El fin de Bosnia
CON LA muerte, en la madrugada de ayer, de Jos¨¦ Le¨®n G¨®mez son ya 10 las v¨ªctimas mortales de los cascos azules espa?oles destacados en la antigua Yugoslavia en misi¨®n de paz. A la lamentable p¨¦rdida de una vida humana hay que a?adir 17 heridos, tambi¨¦n espa?oles, seis de ellos de gravedad. El ataque artillero se produjo mientras los legionarios dorm¨ªan, y muestra, una vez m¨¢s, la crueldad de los contendientes, incapaces de respetar ni siquiera a quienes tienen como ¨²nico objetivo distribuir la ayuda humanitaria internacional entre la poblaci¨®n civil.Este ataque se produce cuando se est¨¢ discutiendo la permanencia de las tropas de la ONU en la zona. Una vez que Europa y EE UU han optado por una "soluci¨®n" que satisface, b¨¢sicamente, a los pa¨ªses culpables de la agresi¨®n, y si se estableciera de verdad el alto el fuego acordado en Ginebra, no tendr¨ªa mucho sentido el mantenimiento de los cascos azules. El abastecimiento a las poblaciones y, sobre todo, a los que se ven obligados al desplazamiento forzoso, podr¨ªa realizarse sin necesidad de unidades armadas. Por otra parte, el ataque artillero al destacamento espa?ol en Jablanica no es un caso aislado. Hace pocos d¨ªas fueron atacados los cascos azules franceses en Sarajevo. El desprecio que las tropas contendientes sienten por las unidades de la ONU es indiscutible. Los acuerdos de Ginebra, por su parte, vienen a ratificar la ley de la jungla: el m¨¢s fuerte impone sus criterios.
En efecto, todo el problema bosnio entra en una nueva etapa. Lo acordado en Ginebra, propiciado por David Owen en nombre de la CE, parte del reconocimiento de las conquistas de los agresores. La "confederaci¨®n" de los tres Estados previstos es una f¨®rmula para encubrir el avance hacia la Gran Serbia y la Gran Croacia. A los musulmanes -que ni siquiera tendr¨¢n unidad territorial- les toca un miniestado ficticio; y conviene recordar que al ser reconocida internacionalmente Bosnia-Herzegovina eran la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Lo cierto es que, ante la pasividad de Europa y del mundo en general, Serbia ha ganado la guerra, aliada a una Croacia que tambi¨¦n obtiene parte del bot¨ªn territorial. El acuerdo implica el abandono de un principio esencial del plan Vance-Owen: la no aceptaci¨®n de cualquier cambio de fronteras impuesto por la fuerza. Las consecuencias de esa renuncia ser¨¢n, sin duda, grav¨ªsimas.
Al mismo tiempo, Butros Gali, secretario general de la ONU, anunci¨® que en tres o cuatro d¨ªas estar¨¢ preparado el dispositivo a¨¦reo previsto para castigar cualquier ataque a los cascos azules. Llega demasiado tarde. Esta propuesta surgi¨® hace tres meses, cuando se decidi¨® crear unas "zonas protegidas" para los musulmanes, amenazados de exterminio ante el avance serbio. Hoy, la presi¨®n de EE UU ha reducido el ¨¢mbito de esa eventual intervenci¨®n a¨¦rea: no ser¨¢ usada para proteger a los musulmanes; solamente a los cascos azules. En todo caso, de haber existido en las ¨²ltimas semanas esa posibilidad de intervenci¨®n a¨¦rea contra los serbios, quiz¨¢ hubiese frenado su arrogancia agresiva. Ahora, una vez que Milosevic aparece como vencedor en Ginebra, su eficacia resulta dudosa salvo que se produjera un nuevo viraje en la situaci¨®n, lo que tampoco puede ser descartado.
Si bien serbios y croatas han combatido juntos en ciertas partes de Bosnia y han actuado de com¨²n acuerdo para imponer su partici¨®n, no se pueden olvidar las diferencias que existen entre ellos. Hoy mismo, en la zona de Krajina, habitada por serbios, pero que pertenece oficialmente a Croacia, podr¨ªa estallar una nueva guerra en cualquier momento. Aunque los presidentes Milosevic y Tudjman quieran evitarlo, no es seguro que los jefes locales acepten lo deseado por sus superiores. Pero el problema es mucho m¨¢s amplio. En Kosovo, con un 90% de poblaci¨®n albanesa, la opresi¨®n serbia suscita reacciones cada vez m¨¢s explosivas. Ahora, la arrogancia serbia, con el respaldo que ha obtenido, tender¨¢ a manifestarse en otros lugares donde existen problemas de minor¨ªas. La amenaza para Macedonia crece, con todas las complicaciones que podr¨ªa provocar un conflicto en una zona tan pr¨®xima a Turqu¨ªa y Grecia. Se ha invocado el realismo para legitimar el reconocimiento de las conquistas serbias. Pero ceder ante el agresor es un realismo con tr¨¢gicas secuelas.
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