De mayor quiero tener cresta

Pap¨²a es todav¨ªa un beb¨¦. Sali¨® del cascar¨®n el 17 de jumo y no levanta dos palmos del suelo. Vive en una jaula-orfanato porque sus padres -una pareja de casuarios- lo abandonaron en el lodo del foso que los separa de los visitantes. No es que fuera un hijo no deseado: su padre -una especie de primo neozeland¨¦s del avestruz, con cresta c¨®rnea y cuello a?il- incub¨® el huevo como la naturaleza manda, pero una vez que naci¨® el polluelo renunci¨® a la patria potestad.Como el patito feo de Hans Christian Andersen, el pollito de las ant¨ªpodas no se parece en nada a su familia. No exhibe el peinado punki de sus desalmados progenitores y lleva una camiseta de rayas pardas en vez del vestido negro azabache de sus mayores. Pero el paralelo con el cuento del dan¨¦s termina aqu¨ª. El huevo no bail¨® de una a otra cuna. Pap¨²a, hijo leg¨ªtimo y casuario de pura cepa, sufre a unos padres endiabladamente col¨¦ricos, con una patas de tres u?as que pueden romper un brazo humano de una sola coz.

Pap¨²a recibe ahora los mimos del personal del zoo que le sacan a corretear por el parque y le dan su alpiste. Enrique, su cuidador, babea con el pollito: "Lo mejor del zoo son los cachorros".