Simplismos
He lamentado profundamente el contenido del editorial Donde todo vale, publicado el 4 d¨¦ agosto, en la edici¨®n de EL PA?S, peri¨®dico que admiro por la altura y seriedad de sus informaciones.
La gravedad de la cuesti¨®n de los ni?os de la calle (meninos da rua) en Brasil no admite simplismos. El Gobierno y la sociedad brasile?os, empe?ados, como est¨¢n en la consolidaci¨®n de las instituciones democr¨¢ticas del pa¨ªs y en la observancia fiel de los derechos humanos, son los primeros en preocuparse por las causas y los efectos de la cuesti¨®n.
Los acontecimientos en R¨ªo de Janeiro conmocionaron profundamente a la naci¨®n brasile?a. Pusieron en evidencia los problemas que estamos enfrentando para establecer la justicia social en el pa¨ªs. Un paso fundamental en este sentido est¨¢ emprendi¨¦ndose mediante el saneamiento ¨¦tico de la vida pol¨ªtica nacional. En respuesta a las aspiraciones m¨¢s profundas de la sociedad brasile?a para vivir en justicia y democracia, el Gobierno se moviliza para asegurar, al mismo tiempo, la perfecta vigencia de las instituciones, la recuperaci¨®n econ¨®mica y la atenci¨®n prioritaria a las inmensas demandas sociales brasile?as.
Una sociedad que ha sabido superar su proceso de transici¨®n con esos par¨¢metros no se identifica con aqu¨¦lla a la que se refiere el editorial de EL PA?S. Nosotros no somos una sociedad que se conforma con violaciones de los derechos humanos. Muy al contrario, en estrecha sinton¨ªa con el sentimiento nacional, el presidente de la Rep¨²blica determin¨® tomar, de inmediato, las m¨¢s en¨¦rgicas medidas a fin de que fuesen identificados y punidos, en la forma prevista por la ley, los responsables por lo ocurrido en R¨ªo de Janeiro.
EL PA?S no desconoce esas medidas. La Embajada de Brasil envi¨®, por fax, los pasados d¨ªas 28 y 29 de julio, informaciones detalladas no s¨®lo sobre la indignaci¨®n personal del presidente Itamar Franco ante el asesinato de los ni?os de la calle, sino tambi¨¦n sobre las medidas aplicadas que ya se tradujeron en acciones concretas. Las investigaciones se est¨¢n llevando a cabo con el mayor rigor. Algunos de los responsables de la matanza ya est¨¢n presos, y otros lo estar¨¢n en cuanto se les encuentre. Al mismo tiempo, Gobierno y sociedad se movilizan para enfrentarse a las causas subyacentes de la violencia urbana, fen¨®meno que, adem¨¢s, no se limita tan s¨®lo a Brasil ni siquiera al mundo en v¨ªas de desarrollo.
Estoy seguro de que a los lectores de este peri¨®dico les gustar¨ªa conocer esas informaciones de forma que pueda corregirse esa infundada acusaci¨®n de complicidad del Estado en la violaci¨®n de los derechos humanos en Brasil.
Brasil es la novena econom¨ªa del mundo y la octava potencia industrial. Sus ¨ªndices sociales, sin embargo, est¨¢n situados en niveles mucho m¨¢s cr¨ªticos. En esa turbulenta posguerra fr¨ªa, Brasil procura actuar en el plano internacional con miras a forjar un mundo que se oriente hacia la convergencia y la solidaridad. No podemos sustituir el manique¨ªsmo de la competici¨®n bipolar por la salvajada de una competici¨®n comercial, cuyas nuevas armas ser¨ªan el proteccionismo y la discriminaci¨®n, actitudes propicias al resurgimiento del racismo y de la xenofobia, as¨ª como a la perpetuaci¨®n de las desigualdades entre los Estados. Contra esas nefastas tendencias en las relaciones internacionales se ha manifestado el presidente Itamar Franco, y, como ¨¦l, todos los hombres de bien que creen en la posibilidad de corregir las desigualdades que, en los planos interno y externo, tantos problemas est¨¢n acarreando a la reafirmaci¨®n democr¨¢tica y a la recuperaci¨®n econ¨®mica de los pa¨ªses en estos albores del tercer milenio.
Con la confianza de que EL PA?S permitir¨¢ a sus lectores la oportunidad de analizar las presentes observaciones al editorial del d¨ªa 4, reciba un atento saludo.
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