Construir para Madrid
Despu¨¦s de lo ocurrido, por suerte sin consecuencias graves, en el Faro de la Moncloa, conviene reflexionar sobre las condiciones en las que se construyen estos edificios singulares. Surge la pregunta fundamental, ?por qu¨¦ se empe?a el Ayuntamiento en no permitir su ejecuci¨®n a los autores del proyecto? La opini¨®n p¨²blica confunde proyecto y ejecuci¨®n, dando a entender, con raz¨®n, que deber¨ªan ser lo mismo. Conviene explicar que no es as¨ª como lo suele entender gran parte de la Administraci¨®n, siempre dispuesta a fagocitar desde sus servicios t¨¦cnicos las obras.Lo ocurrido en el faro no puede ser tomado como una simple "tormenta de verano", debe permitirnos reflexionar sobre aspectos de nuestra arquitectura madrile?a, su gesti¨®n y construcci¨®n, interpretando sus consecuencias culturales y de prestigio. Detenernos si es preciso, en la necesidad de aprender de otros lugares con una visi¨®n m¨¢s madura y reposada de lo que significa hacer una ciudad, intervenir en su historia desde la cultura contempor¨¢nea, dejar edificios, huellas de estos a?os tan importantes. Debemos olvidar las actitudes reaccionarias de los que aprovechan estos errores para ir m¨¢s all¨¢ de la cr¨ªtica justa y bailar alegres alrededor del n¨¢ufrago. Sobre todo si ¨¦ste tiene, como en el faro, voluntad de una cierta innovaci¨®n. Es preciso avanzar.
No dudo de la capacidad de los ingenieros municipales responsables de la obra. La empresa constructora ha acudido a arreglar lo ocurrido y lo ha hecho con la m¨¢xima rapidez. La reparaci¨®n est¨¢ terminada, pero es necesario explicar y meditar sobre la incoherencia que ha representado para el Ayuntamiento de Madrid, desde el primer Gobierno del PSOE, encargar todas las direcciones de obra a equipos ya saturados de trabajo, desconocedores casi siempre de las circunstancias del proyecto.
Sin embargo, la Comunidad de Madrid conf¨ªa la direcci¨®n de las obras a los autores del proyecto.
Desorientar al p¨²blico
Este caso ha sido muy significativo. La ausencia, por razones que desconozco, de los responsables de la obra en los primeros momentos, ha contribuido a ofrecer una imagen confusa y equ¨ªvoca de las causas de las patolog¨ªas manifestadas. Otras personas han opinado desorientando a la opini¨®n p¨²blica.
La direcci¨®n de la obra es una pieza fundamental del proceso constructivo y es donde se deben realizar los controles sobre la correcta ejecuci¨®n. La Administraci¨®n se ha movido tradicionalmente entre dos grandes errores que son m¨¢s agudos en el Ayuntamiento de nuestra ciudad: defender la creencia de que es posible dirigir una obra de arquitectura de otro autor y confiar en exceso en la solvencia t¨¦cnica de las empresas.
Los intereses que se desarrollan en la obra, con fuertes presiones econ¨®micas y pol¨ªticas, bajas econ¨®micas de hasta el 50%, fechas pol¨ªticas de inauguraci¨®n, etc¨¦tera, y la problem¨¢tica a?adida en un sector, el de la edificaci¨®n, tan abandonado por el Gobierno de la naci¨®n, hacen que una direcci¨®n de obra sea algo muy distinto de un simple procedimiento administrativo.
Las reglas del juego son muy claras y de nada sirve consultar o permitir la colaboraci¨®n del autor del proyecto limitando su cometido a aspectos est¨¦ticos, como suele hacerse. El arquitecto debe tener mando real, compartido o no, en la direcci¨®n de obra de su edificio.
Por ello, cuando estos d¨ªas se pidi¨® mi opini¨®n desde el Ayuntamiento, decid¨ª no asistir a ninguna reuni¨®n ni visitar el faro, al comprender que no pod¨ªa ni deb¨ªa asumir ninguna acci¨®n en sustituci¨®n de los responsables de la obra, y m¨¢s sin un encargo expreso. No conozco oficialmente la soluci¨®n adoptada y no s¨¦ qui¨¦n, desde el Ayuntamiento, la ha homologado. -
No puedo cerrar estas notas sin recordar el papel ambiguo que cumplen con frecuencia algunos gabinetes de control, contratados para supervisar la obra, que abandonan aspectos fundamentales de la misma. Todo cambiar¨¢ en este pa¨ªs cuando sea obligatorio un seguro de construcci¨®n como es norma en el resto de los pa¨ªses de la CE.
Responsabilidades
Tampoco podemos olvidar el mantenimiento. ?Por qu¨¦ est¨¢ el faro abandonado y sucio? Me preocupa esa viscosa y confusa relaci¨®n de mandos y responsabilidades del Ayuntamiento que tanto recuerdan, como si fuera una caracter¨ªstica de nuestra cultura, lo descrito por Orwell en Homage to Catalonia.
Yo conf¨ªo en que el alcalde entienda esta petici¨®n y favorezca a otros arquitectos permiti¨¦ndoles dirigir sus propias obras, que devuelva el proyecto municipal cuando sea necesario a sus cauces profesionales normales, fomentando el visado colegial y una correcta atribuci¨®n de responsabilidades. Tambi¨¦n le animo como ciudadano de Madrid a que siga adelante, aceptando las cr¨ªticas justas, pero defendiendo toda arquitectura que relacione a Madrid con su tiempo. Defendiendo la contemporaneidad.
Salvador P¨¦rez Arroyo es el arquitectoque firm¨® el proyecto del faro de la Moncloa.
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