La insuperable Mirella Freni
La Quincena Musical, con el patrocinio de Iberdrola, ascendi¨® a otra de sus cimas. En el Victoria Eugenia, cant¨® Mirella Freni: cant¨®, encant¨® y emocion¨® con su arte prodigioso, su voz densa y fuertemente coloreada, su l¨ªnea amorosa y su dicci¨®n m¨¢s que perfecta porque trasciende el texto de la palabra y los sonidos.Desde su Ritorna vincitor, hasta su Escena de la carta, de Eug¨¨ne Onegin, la legendaria soprano de M¨®dena nos oblig¨® a seguir, desde la consciencia del an¨¢lisis y el misterio de la afectividad, un curso de maravillas. Sin ellas, por mucho que teoricemos, perder¨ªa parte de su sentido un genero como la ¨®pera, cuya alma y raz¨®n de ser no es la escena, sino la voz y la inteligencia que la mueve. El hecho de que existan aves cantoras que no saben bien por qu¨¦ y para qu¨¦ lanzan al aire su trinar de notas y vanidades, no resta protagonismo decisivo a la voz, a la expresi¨®n del continuo cantabile y, desde ¨¦l, a las vivencias de tal o cual personaje en el que, con mejor o peor texto, se concentran pasiones tan viejas como la humanidad.
Voz e inteligencia
As¨ª, la inquieta ternura de Manon, vista por Puccini y cantada por Freni; as¨ª la desolada intimidad de Mim¨ª en el Addio senza rancor, el verismo terminal de Cilea en Adriana Lecoubreur o la interesante combinaci¨®n de voz y orquesta en Eug¨¨dne Onegin, de Chaikovski.El hacer de Freni estuvo envuelto en el buen trabajo general de la orquesta de Euskadi llevada por Romano Gandolfi, tantos a?os en la Scala milanesa y en el Liceo barcelon¨¦s. Es maestro conocedor profundo del g¨¦nero y huye de la rutina. Hace m¨²sica oper¨ªstica con sosiego y establece las din¨¢micas y las respiraciones a partir de conceptos vocales: como debe ser.
Mirella Freni pudo cantar con comodidad a pesar de que en ella no existe detalle secundario, sino minuciosa penetraci¨®n en el esp¨ªritu de cuanto interpreta a trav¨¦s de su letra verbal y sonora. Busca la m¨²sica, como quer¨ªa Debussy, en las notas y entre las notas, y hasta en la sucesi¨®n problem¨¢tica de n¨²meros aislados, separados por oberturas e intermedios, propia de estos conciertos oper¨ªsticos, instala el mundo de la dramaturgia en sus m¨¢s bellas verdades esenciales. Su arte es fresco, sorprendentemente juvenil y de superior magisterio.
Describir la hoguera en que se convirti¨® el teatro Victoria Eugenia la noche del s¨¢bado se toma imposible tarea. Lo impide la eterna dificultad del ejercicio cr¨ªtico: hablar en t¨¦rminos de un lenguaje sobre otro que los posee propios, sugestivos, misteriosos y sin sem¨¢ntica. Pero cuando un colectivo arde hasta la exaltaci¨®n, la chispa provocadora es algo importante y cargado de significaciones. Aplausos, gritos individuales y coreados, insistente petici¨®n de propinas -satisfecha por dos veces con nuevos fragmentos puccinianos- se prolongaron durante muchos minutos.
Babelia
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