El calvario africano
LOS MUCHOS males del ?frica subsahariana podr¨ªan resumirse en el desastre casi sin paliativos en que se ha convertido la Operaci¨®n. Devolver la Esperanza, lanzada hace ocho meses para aliviar la situaci¨®n en Somalia. No se sabe qu¨¦ es peor: si la falta de habilidad de los coligados internacionales para hacer frente a los problemas pol¨ªticos y militares de aquel pa¨ªs o la guerra de los varios cabecillas locales que se disputan el poder, las armas y el dinero. Es asombroso que una operaci¨®n razonablemente iniciada por el entonces presidente de EE UU, George Bush, a trav¨¦s de la ONU y acogida con entusiasmo por los somal¨ªes, haya acabado degenerando en anarqu¨ªa y odio. Hace ocho meses hubiera sido f¨¢cil aliviar la hambruna, desarmar a los se?ores de la guerra y encontrar una soluci¨®n pol¨ªtica viable. Hoy, todo ese esfuerzo ha acabado en rencillas entre los mandos de las tropas internacionales (el absurdo conflicto entre Washington y Roma) y en la creciente participaci¨®n de ¨¦stas en la guerra civil (puesta en evidencia por la muerte el domingo de siete cascos azules nigerianos en una emboscada en Mogadiscio). Justo lo contrario de lo que se pretend¨ªa. Claro que este desastre no debe sorprender si se recuerda que una operaci¨®n de castigo emprendida por la ONU contra Aidid, lejos de acabar con su detenci¨®n, termin¨® en la captura de unos cuantos funcionarios de la propia organizaci¨®n internacional.La situaci¨®n somal¨ª no es la ¨²nica en la que las Naciones Unidas han dado pruebas de patoser¨ªa extrema. T¨®mese el caso de Liberia, una naci¨®n deshecha por cuatro a?os de guerra civil. El pasado mes de julio, las dos principales facciones (el Gobierno interino de Amos Sawyer -apoyado de hecho por una fuerza internacional de unidades de ?frica Occidental- y el Frente Patri¨®tico Nacional de Charles Taylor) establecieron un precario acuerdo de paz. Para garantizarlo fue enviado un representante de la ONU, Trevor Gordon-Somers, cuya primera y mejor ocurrencia fue prohibir en agosto el paso a una caravana de ayuda humanitaria procedente de Costa de Marfil con destino a miles de liberianos. La excusa fue, nada menos, que el convoy (montado por la rama belga y holandesa de la organizaci¨®n M¨¦dicos sin Fronteras) podr¨ªa esconder armas y que su paso no deb¨ªa ser autorizado hasta que no llegaran a la frontera los oportunos observadores internacionales. Mientras tanto, el hambre se generaliza y es posible que hayan muerto ya centenares de personas. La ineficacia, burocratismo e insensibilidad llevadas a su extremo m¨¢s notable.
Los males de ?frica son muy numerosos: el continente padece las ineficacias propias de la herencia colonial, de la explotaci¨®n de los corruptos y de la crueldad de los l¨ªderes. En Angola, la guerrilla de la derecha se niega violentamente a aceptar el resultado de las urnas; en Nigeria, el pa¨ªs m¨¢s corrompido del continente, el dictador general Babangida se aparta del poder, pero deja a un testaferro; en Kenia, el sistema est¨¢ plagado de esc¨¢ndalos financieros. Suma y sigue. S¨®lo faltaba la incapacidad de los organismos internacionales para completar el ciclo de los desastres.
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