Punto de fuga

Lo dijo Bruce Springsteen cuando a¨²n no se hab¨ªa convertido en una parodia de s¨ª mismo: al final de cada duro d¨ªa de trabajo, la gente a¨²n encuentra algo en qu¨¦ creer. Casi toda la gente, matizar¨ªa uno. Hay quien se zumba en el transcurso de la jornada y comete alg¨²n acto a partir del cual su vida nunca volver¨¢ a ser lo que era. Algunos lo hacen a lo grande, entrando en una hamburgueser¨ªa y disparando contra todo lo que se mueve. Otros incurren en delirios menores que les alejan de la normalidad y por los que acaban pagando. Piensen, por ejemplo, en ese cartero de L¨¦rida que dej¨® de distribuir el correo por cansancio y que lleg¨® a acumular en su casa 3.000 cartas. El ministerio fiscal empez¨® pidi¨¦ndole siete a?os de c¨¢rcel y ahora parece que se conformar¨¢ con una multa. La defensa alega enajenaci¨®n mental transitoria.Lo que no deja de resultar sorprendente es que esas enajenaciones mentales transitorias no se produzcan con mayor frecuencia, especialmente entre la gente que no disfruta con su trabajo, colectivo que debe de englobar a un 90% de las personas que tienen la inmensa suerte de no estar en el paro. Me extra?a que no haya taxistas que se subleven y se nieguen a llevarte adonde t¨² quieres porque ellos prefieren ir a la playa. Me sorprende que el servicio de limpieza de los aeropuertos no empiece a secuestrar aviones en direcci¨®n a Jamaica. Me pasma que el funcionario vuelva al despacho con lo bien que se est¨¢ en el bar tomando ca?as. Me alucina que el cobrador de la autopista no me escupa cuando le extiendo mi tarjeta de cr¨¦dito...

Pero les estoy muy agradecido a todos ellos. Son como Robert Duvall en Un d¨ªa de furia, y al final de sus duras jornadas encuentran algo en qu¨¦ creer. Algo que les impide sacar a la luz al desquiciado D-Fens que todos llevamos dentro.