El documento del Gobierno
JULI?N ARIZA RICOPara que sea posible el entendimiento entre el Gobierno y los sindicatos, afirma el autor, hacen falta dos cosas: que el Gobierno revise los t¨¦rminos del ajuste y que los sindicatos tengamos claro que los m¨¢rgenes de maniobra en econom¨ªas abiertas, y teniendo el capital la sart¨¦n por el mango, son ciertamente estrechos. Pero hay m¨¢rgenes.
Tanto la Ejecutiva de Comisiones Obreras como la de UGT han rechazado los contenidos del documento que, a modo de marco de referencia para la negociaci¨®n del pacto por el empleo, les entreg¨® el Gobierno a mediados de agosto. Aunque el Gobierno aclar¨® que con el documento s¨®lo pretend¨ªa hacer una descripci¨®n de escenarios y no una propuesta concreta para la negociaci¨®n, la verdad es que su contenido fija posiciones bastante precisas sobre salarios, empleo y otras variables que, aun siendo distintas para los tres supuestos que contempla -incluidos los de inexistencia de pacto-, responden todas ellas al mismo modelo de pol¨ªtica econ¨®mica practicada estos a?os atr¨¢s, adecu¨¢ndola, claro es, al fuerte periodo de recesi¨®n que padecemos.El n¨²cleo del documento descansa en la b¨²squeda de una progresiva reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico, en la confianza de que favorecer¨¢ la rebaja de los tipos de inter¨¦s y que ¨¦stos, a su vez, servir¨¢n para la reactivaci¨®n econ¨®mica y la creaci¨®n de empleo. Descansa tambi¨¦n en la reducci¨®n de costos salariales para las empresas y en una reforma del mercado de trabajo que ampl¨ªe las facultades de los empresarios a la hora de disponer sobre su mano de obra, en especial durante la permanencia del trabajador en el empleo y en el momento del despido. En resumen, utilizando t¨¦rmicos cl¨¢sicos, estamos ante un tipo de ajuste que busca intensificar la acumulaci¨®n de capital en el sector privado a la par de introducir flexibilidades y desregulaciones en el mercado de trabajo que, inevitablemente, ampliar¨ªan el poder del empresario frente al trabajador.No es extra?o, pues, el rechazo sindical. Pero vale la pena destacar que de forma simult¨¢nea han enfatizado su disposici¨®n a negociar para llegar a acuerdos. Porque a ninguno se nos escapa que el escenario del no acuerdo es el peor de los escenarios.
El Gobierno plantea que en ausencia de pacto subir¨¢ un poco m¨¢s la inflaci¨®n, el d¨¦ficit y el desempleo. Pero en cifras no demasiado relevantes respecto del supuesto contrario. Bien es verdad que lo hace s¨®lo para el horizonte de 1994 pese a su pretensi¨®n de un pacto a tres a?os. En todo caso, algunos pensamos que el escenario del no pacto es bastante m¨¢s grave tanto en t¨¦rminos econ¨®micos como pol¨ªticos, sociales y sindicales.
Un fracaso en la iniciativa del pacto por el empleo, tras la extraordinaria campa?a para conseguirlo, supondr¨ªa en primer lugar un fracaso pol¨ªtico que debilitar¨ªa la credibilidad del Gobierno y del PSOE; tanto fuera como dentro de nuestro pa¨ªs. Que la oposici¨®n pol¨ªtica mira con vergonzante regocijo esa posibilidad lo demuestra el escaso inter¨¦s cuando no la clara voluntad de contribuir a ese fracaso. Ha sido muy acertada la denuncia sindical sobre el peligro de un frente pol¨ªtico antipacto, como qued¨® insinuado en el debate parlamentario de agosto. Algunos partidos parecen estar pensando menos en c¨®mo contribuir a paliar el drama de cerca de tres millones y medio de trabajadores sin empleo que en hallar el camino para acortar al m¨¢ximo la reci¨¦n iniciada legislatura y precipitar unas nuevas elecciones de las que piensan sacar mejor bocado que en las ¨²ltimas. No ser¨ªa de extra?ar que la c¨²pula de la CEOE baraje tambi¨¦n esta hip¨®tesis y discretamente la aliente. No se entienden, si no, sus renuencias a un planteamiento en el que los sacrificios a los empresarios son bastante exiguos, y el escaso inter¨¦s que vienen demostrando hasta ahora respecto del pacto, am¨¦n de su sospechosa insistencia en que sea el Parlamento quien ventile lo que afecta a la protecci¨®n social.
Tampoco puede omitirse otro riesgo: que el Gobierno, en ausencia de pacto, trate de contrarrestar el problema con nuevas concesiones a las derechas nacionalistas para obtener el suficiente apoyo parlamentario. Llama la atenci¨®n el coro que desde CiU al PP, aparte otros cor¨ªfeos del campo financiero y econ¨®mico, vienen entonando para que el Gobierno "tome medidas urgentes" y no pierda m¨¢s tiempo en la b¨²squeda de consensos sociales. Si al final las cosas discurrieran por esta direcci¨®n, el problema no ser¨ªa s¨®lo que los trabajadores y sindicatos saldr¨ªamos peor librados: es que se difuminar¨ªa a¨²n m¨¢s el ya d¨¦bil perfil de izquierda de la acci¨®n de Gobierno, con efectos m¨¢s que preocupantes para el PSOE.Por todo ello, hay que echar toda la carne en el asador para hacer posible el acuerdo o, de no ser posible, que la sociedad tenga claras las responsabilidades de cada uno. En esa perspectiva, pensando tanto en t¨¦rminos de coyuntura como m¨¢s estrat¨¦gicos, es muy importante el entendimiento entre Gobierno y sindicatos.Para que ese entendimiento sea posible hacen falta dos cosas: que el Gobierno revise los t¨¦rminos del ajuste y que los sindicatos tengamos claro que los m¨¢rgenes de maniobra en econom¨ªas abiertas, y teniendo el capital la sart¨¦n por el mango, son ciertamente estrechos. Pero hay m¨¢rgenes. Por ejemplo, abordando el problema del d¨¦ficit p¨²blico menos en la direcci¨®n de recortar los salarios y el gasto social y much¨ªsimo m¨¢s meti¨¦ndole mano, en serio, a las bolsas de fraude fiscal. Es intolerable que, como recientemente se?alaba el prestigioso economista Julio Segura, el fraude en el IVA y el IRPF llegue al ?45%!La guerra abierta y sin cuartel contra los defraudadores, empezando por arriba, ser¨ªa en estos momentos percibida por trabajadores y sectores populares como una forma de recuperaci¨®n de perfil de izquierda en la acci¨®n de Gobierno. A la derecha la colocar¨ªa en un verdadero aprieto si se negara a colaborar. En esta lucha es seguro el apoyo de los sindicatos para crear conciencia c¨ªvica y ampliar el respaldo social. El Gobierno habla de ello en su documento aunque no se le nota el ¨¦nfasis suficiente y apunta que lo que se consiga sea para rebajar cotizaciones sociales. Lo prioritario no debiera ser esto ¨²ltimo sino garantizar que no haya retroceso alguno en la protecci¨®n social p¨²blica. Desde este enfoque, parece tambi¨¦n claro que desde el lado sindical se contribuir¨¢ a la mayor eficacia y racionalidad en el gasto, incluida la correcci¨®n de irregularidades y fraudes que pueden darse en alguna de las prestaciones sociales.
Respecto a la pol¨ªtica salarial no vale lo de caf¨¦ sin az¨²car para todos. No puede tratarse igual a quienes est¨¢n a niveles de salario m¨ªnimo o un poco por encima que a quienes lo perciben multiplicando por ciento o muchas m¨¢s veces. Aqu¨ª tambi¨¦n debe manifestarse la solidaridad y existen f¨®rmulas conocidas para ello. Por ejemplo, la diferenciaci¨®n por tramos de ingresos. Y puesto que es cierta la necesidad de obtener recursos para la inversi¨®n, que es precisa la moderaci¨®n en los salarios y que el denominador com¨²n debe ser la lucha contra el paro, habr¨¢ de garantizarse que el plus sobre los beneficios empresariales vaya efectivamente a inversi¨®n productiva. Como el realismo nos hace pensar que no hay recetas universales y que bastantes empresas est¨¢n con p¨¦rdidas, la cuesti¨®n es ensayar en las de un determinado tama?o y con beneficios los llamados Fondos de Inversi¨®n en los que los trabajadores tengan participaci¨®n y control. Ni que decir tiene que el Gobierno tiene que intervenir para hacerlos viables pues remitirlo a la negociaci¨®n entre sindicatos y patronal es lo mismo que renunciar a su existencia.
En cuanto a la reforma del mercado de trabajo, hay que buscar la manera de corregir la tremenda dualizaci¨®n existente, pero de tal modo que, globalmente, no se den retrocesos. Que en esto no hay f¨®rmulas aritm¨¦ticas est¨¢ claro. Como tambi¨¦n est¨¢ claro que a propuesta remitida por el Gobierno al Consejo Econ¨®mico y Social es, globalmente, un retroceso. Por eso hay que modificarla.
Por ¨²ltimo, es indiscutible la necesidad de reactivar la econom¨ªa si se quiere atajar el creciente desempleo. Como uno de nuestros problemas es la competitividad y no caben, por tanto, reactivaciones indiscriminadas habr¨¢ que hacerlo de forma selectiva en sectores que, adem¨¢s de favorecer el empleo, ayuden a resolver problemas sociales de primera magnitud. La vivienda es quiz¨¢s el m¨¢s paradigm¨¢tico, aunque no el ¨²nico. En todo caso, se trata de no sacralizar determinados objetivos macroecon¨®micos en un per¨ªodo donde el problema del paro tiene dimensiones catastr¨®ficas. En concreto, no puede sacralizarse como objetivo central la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico.
Lo dicho hasta aqu¨ª pretende ser s¨®lo una ilustraci¨®n de c¨®mo pueden reorientarse las cosas en favor del pacto o, cuanto menos, el entendimiento entre Gobierno y sindicatos. Es m¨¢s que probable que la patronal se desmarque m¨¢s de lo que est¨¢. Es seguro que la oposici¨®n pol¨ªtica pondr¨¢ obst¨¢culos considerables a la hora de tramitarse aquello que compete al Parlamento y Senado. Con una minor¨ªa mayoritaria en esas instituciones van a complic¨¢rsele mucho las cosas al PSOE. Pero no est¨¢ nada claro que en un escenario de no pacto el panorama pol¨ªtico y social vaya a ser algo mejor. El escenario del no pacto tendr¨¢ bastantes similitudes con el escenario anterior a las elecciones del 6 de junio. S¨®lo que con 16 diputados menos y un paro y una crisis econ¨®mica de caballo.
En tomo a este pacto se est¨¢ ventilando algo m¨¢s que un combate contra el paro. Se est¨¢ ventilando la credibilidad del presente y la legitimidad de futuro de los sindicatos y del PSOE. Que exista plena conciencia de la gravedad de la situaci¨®n no puede hacernos ignorar a PSOE y sindicatos que un ajuste del tipo que se plantea, sobre el que la oposici¨®n pol¨ªtica se desentiende, la patronal racanea, los sindicatos no aceptan y el propio Gobierno admite que al menos hasta 1995 no impedir¨¢ el crecimiento del paro, podr¨ªa, quiz¨¢, no tener hoy un fuerte rechazo popular pero s¨ª ser el fermento a plazo medio de un nuevo desencanto que pagar¨ªa la izquierda durante algunos a?os. De ah¨ª que una vez m¨¢s debamos recordar y actuar en consecuencia sobre ese problema de fondo que afecta al conjunto de la izquierda europea: la no suficiente diferenciaci¨®n con los partidos de la derecha cuando desde el poder abordan los problemas econ¨®micos de sus respectivos pa¨ªses.
es miembro de la Comisi¨®n Ejecutiva de la Confederaci¨®n Sindical de Comisiones Obreras.
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