Un balance en el sal¨®n de los 16
XIII Sal¨®n de los 16Palacio de Vel¨¢zquez. Parque de El Retiro. Madrid. Hasta el 30 de octubre. Auditorio de Galicia. Santiago de Compostela. Hasta el 10 de octubre.
Como ya hizo el pasado a?o con la Sevilla de la Expo, la decimotercera edici¨®n del Sal¨®n de los 16 vuelve a presentarse en dos sedes simult¨¢neas. Esta vez, junto a la del madrile?o Palacio de Vel¨¢zquez, otra versi¨®n ha abierto sus puertas, con ocasi¨®n del a?o santo, en el Auditorio de Galicia en Santiago de Compostela. Y tras el resumen de la trayectoria del Sal¨®n realizado por la edici¨®n anterior, el de ahora retoma de nuevo la l¨ªnea de actuaci¨®n acu?ada por el certamen en los ¨²ltimos tiempos, esto es un balance muy personal del a?o expositivo en nuestro pa¨ªs, en el que se encuentran tanto artistas largamente consagrados como otros incluso de reciente irrupci¨®n en nuestro panorama, y tanto nombres de creadores espa?oles como internacionales.Desde ese horizonte de actuaci¨®n, el cr¨ªtico Miguel Fern¨¢ndez Cid ha tomado en esta ocasi¨®n el relevo como comisario responsable de la muestra, articulando una selecci¨®n de nombres y piezas concretas que, a mi juicio, se cuenta entre las versiones m¨¢s s¨®lidas y estimulantes de cuantas ha celebrado el certamen en su historia, acertando a preservar en ella lo mejor del esp¨ªritu del Sal¨®n -a saber, ese eclecticismo que conjuga lo evidente y el riesgo de lo intempestivo-, e imprimi¨¦ndole al tiempo un nuevo aliento y un aroma ciertamente bien personal.
Entre los xasgos m¨¢s atractivos de la apuesta que ha realizado para este XIII Sal¨®n de los 16 destacar¨¦, por su oportunidad, dos de signo bien distinto. El primero de ellos nos remite a la proliferaci¨®n de opciones que utilizan la imagen fotogr¨¢fica en sus trabajos. En el contexto del Sal¨®n, ello nos remite de entrada al paradigma encarnado por la lacerante y mordaz visi¨®n que establece John Baldessari, a partir de im¨¢genes extra¨ªdas de los medios de masas.
Car¨¢cter precursor
Junto a ¨¦l destaca el excelente conjunto que nos sumerge en la inquietante espacialidad de los trabajos de la brit¨¢nica Hannali Collins. Y este apartado, que se cierra con los trabajos de la joven Pamen Pereira, tiene a su vez una muy oportuna llamada de atenci¨®n en el modo como ha sido planteada la selecci¨®n de piezas de Dar¨ªo Villalba; parcialmente antol¨®gica, nos devuelve a la memoria el car¨¢cter precursor e impactante vitalidad de las figuras encapsuladas de los setenta.
El segundo rasgo distintivo se refiere a aquellos casos que rescatan nombres habitualmente omitidos por balances de este corte. Tal es el ejemplo del muy interesante giro dado por Ricardo C¨¢rdenes en esos ¨²ltimos trabajos sobre patrones y cartas na¨²ticas. Y especialmente entra?able el de Washington Barcala, artista uruguayo nacionalizado en uestro pa¨ªs, donde ha trabajao en las ¨²ltimas d¨¦cadas, y hoy de nuevo en Montevideo. Poeta exquisito y secreto, su presencia en la muestra constituye una de las pruebas m¨¢s firmes de la sensibilidad, libre y certera, que ha guiado el pulso del Sal¨®n.
El mapa de esta edici¨®n se completa en lo internacional con dos presencias rotundas: la de Richard Serra, cuya descarnada po¨¦tica sobre gravidez y equilibrio compone una de las p¨¢ginas m¨¢s intensas de la escultura de las ¨²ltimas d¨¦cadas, y el ambivalente di¨¢logo que la pintura de George Condo establece con el universo picassiano.
En la esfera del arte espa?ol, un primer frente generacional enfrenta una selecci¨®n antol¨®gica de la escultura de Mart¨ªn Chirino a las incursiones surrealizantes del ¨²ltimo Bonifacio. Tras ellos, dos de nuestros nombres actuales con mayor proyecci¨®n internacional, el pintor Juan Usl¨¦ y, representada por otro de los conjuntos de piezas m¨¢s rotundos del Sal¨®n, la escultora Cristina Iglesias. Completan el recorrido, desde el campo escult¨®rico, Angel Bados y, con algunos de los trabajos m¨¢s s¨®lidos que le recuerdo, Manuel Saiz; en la pintura, cierran el conjunto S¨¢nchez Calder¨®n y un muy impactante ciclo de telas de Charo Pradas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.