Entre Pinto y Valdemoro
"Estoy entre Pinto y Valdemoro", dir¨¢ de vez en cuando un castizo para expresar su duda. Algunos autores se?alan que el dicho tambi¨¦n significa estar medio borracho, ya que entre estos dos pueblos madrile?os hab¨ªa antiguamente un arroyo, y un borracho gustaba de saltarlo al grito de: "Ahora estoy en Pinto" o "ahora estoy en Valdemoro". Un d¨ªa se cay¨® al agua y exclam¨®: "?Ahora estoy entre Pinto y Valdernoro!".?Pero alg¨²n lector, por castizo que sea, ha viajado alguna vez a Pinto y a Valdemoro? ?Sabe c¨®mo se llevan los habitantes de los pueblos? ?Conoce la carretera que los une y, m¨¢s concretamente, qu¨¦ se encuentra en ese punto equidistante entre los dos? ?Incluso es posible que all¨ª se viva con dudas e incertidumbre? En la m¨¢s recia tradici¨®n del periodismo de investigaci¨®n, un intr¨¦pido reportero se lanz¨® a la aventura y puede afirmar lo siguiente:
Se llega a Pinto (22.000 habitantes) desde la estaci¨®n Sur de autocares, y, una vez all¨ª, vale la pena deambular por El Ejido, un agradable paseo con ¨¢rboles y jardines. En Valdemoro (18.000 habitantes) un letrero destaca hasta seis puntos de inter¨¦s art¨ªstico-hist¨®rico, pero una popular gu¨ªa de la provincia, tal vez con excesiva severidad, habla de "otra de esas populosas localidades del sur de Madrid (... ) que no tienen mucho encanto".
En los dos lugares una encuesta -bueno, entre seis personas y, por tanto, con un bajo ¨ªndice de fiabilidad- revel¨® que si bien todos conoc¨ªan la frase, los m¨¢s no sab¨ªan lo que significaba. "Eso se dice m¨¢s en Madrid", afirm¨® un vendedor del cup¨®n. Todos coincidieron en que no hay ninguna rivalidad entre las dos poblaciones. A pesar de ir tan unidos ling¨¹¨ªsticamente, parece que apenas se interesan el uno por el otro.
Y desde Pinto empezamos a caminar por la concurrida N-IV, Madrid-C¨¢diz, ¨²nico camino que lo une con Valdemoro, unos cinco o seis kil¨®metros al sur. Por aqu¨ª hay campo y olivos, bastantes f¨¢bricas y, al lado de la v¨ªa, latas, residuos pl¨¢sticos y cajetillas (vac¨ªas) de tabaco. Tambi¨¦n un buen n¨²mero de tornillos y, curiosamente, de rudos y grasientos guantes. No nos cruzamos con ning¨²n otro excursionista.
M¨¢s o menos a mitad de camino descansamos en una gasolinera cuyo empleado indic¨® que todav¨ªa se estaba en el t¨¦rmino municipal de Pinto. Un poco m¨¢s all¨¢, cuando se ve¨ªa el Colegio de Guardias J¨®venes Duque de Ahumada, frente al Centro Europeo de la Moda, era obvio que ya se estaba entrando en Valdemoro. O sea: que entre Pinto y Valdemoro parece que no hay nada digno de destacar.
As¨ª es que el periodista decidi¨® regresar a Madrid, aunque le cost¨® escoger entre el autocar y el tren.
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