Rendici¨®n incondicional del Parlamento ruso tras una sangrienta batalla
M¨¢s de 30.000 soldados y centenares de veh¨ªculos blindados participaron en el despliegue militar en Mosc¨²
Con varios incendios provocados por los disparos de los tanques iluminando la fachada ennegrecida de la Casa Blanca, Alexandr Rutsk¨®i y Rusl¨¢n Jasbul¨¢tov, los dos mayores adversarios de Bor¨ªs Yeltsin, se entregaron ayer poco antes de las siete de la tarde (cinco de la tarde, hora peninsular) a las tropas leales al presidente, tras 12 horas de combates por el control del Parlamento que causaron decenas de muertos y numerosos heridos. El ataque de los opositores de Yeltsin al edificio de la televisi¨®n, que provoc¨® el domingo 62 muertes, dio el argumento a Yeltsin, tras largas conversaciones con el Ej¨¦rcito, para proclamar el estado de excepci¨®n a las cinco de la madrugada de ayer y atacar con blindados la Casa Blanca menos de dos horas despu¨¦s.
As¨ª, de manera fulminante, el presidente Bor¨ªs Yeltsin acab¨® a la vez con la crisis que desencaden¨® hace dos semanas su decreto de disoluci¨®n del Parlamento y con casi dos a?os de lucha pol¨ªtica por el poder. Pese a la envergadura de la victoria militar, todav¨ªa quedaban anoche algunos resistentes en la Casa Blanca -unos 300, seg¨²n la agencia Itar-Tass-, y un buen n¨²mero de francotiradores se esparc¨ªan por terrazas de las ¨¢reas pr¨®ximas al Parlamento, todos ellos dispuestos a proseguir su revoluci¨®n, con el apoyo de una serie de comandos de nacionalistas y comunistas. Un grupo armado atac¨® despu¨¦s de la medianoche, dentro del horario de toque de queda, la sede de la agencia Itar-Tass, que est¨¢ vigilada por fueras antidisturbios. Un atacante e muerto, otro herido y ocho detenidos.Salvo los seguidores de Rutsk¨®i, pr¨¢cticamente nadie m¨¢s levant¨® ayer su voz para oponerse al estado de excepci¨®n decretado por el presidente. El primer ministro, V¨ªktor Chernomirdin, se reuni¨® con los jefes de la Administraci¨®n de las rep¨²blicas y regiones de la Federaci¨®n Rusa y obtuvo su apoyo un¨¢nime. Todos ellos culparon del ba?o de sangre a la actitud beligerante de los nacional-comunistas.
Pasa a la p¨¢gina 3 M¨¢s informaci¨®n en las p¨¢ginas 2 a 5 Editorial en la p¨¢gina 12 Art¨ªculo de Mija¨ªl Gorbachov en la p¨¢gina 14
YeItsin ilegaliza los partidos de la oposici¨®n
Viene de la primera p¨¢ginaEn todo caso, para tratar de vertebrar las futuras actuaciones pol¨ªticas que deben conducir a nuevas elecciones en Rusia, Yeltsin ha convocado una reuni¨®n del Consejo de la Federaci¨®n, el ¨®rgano llamado a convertirse en, la C¨¢mara alta del futuro Parlamento, bicameral.
Yeltsin y sus allegados pasaron horas en el Kremlin moviendo todos los hilos del poder y hasta bien entrada la madrugada no concretaron el tipo de intervenci¨®n militar que necesitaba para aplastar a los rebeldes de la Casa Blanca. El despliegue de fuerza fue espectacular y convirti¨® el centro de Mosc¨² en el escenario de constantes desfiles de columnas blindadas. Participaron en ¨¦l una brigada motorizada y dos divisiones acorazadas con sede en Mosc¨², lo que representa m¨¢s de 30.000 hombres y centenares de veh¨ªculos blindados. Tambi¨¦n se desplazaron unidades de las divisiones aerotransportadas de Pskov, Tula y Riaz¨¢n.
La operaci¨®n para apoderarse de la Casa Blanca comenz¨® poco antes de las siete de la ma?ana. En ella participaron la divisi¨®n acorazada Tam¨¢nskaya (del Ej¨¦rcito), la divisi¨®n Dzherzhinski (de Interior), paracaidistas de Tula y contingentes de tropas de intervenci¨®n especial de Defensa e Interior.
Tres carros de combate llegaron a la sede del Parlamento por la parte de detr¨¢s del edificio y dispararon. los primeros tiros a las 6.50 horas. A las 8.00 lleg¨® una columna de 14 carros de combate, que dispararon al aire y consiguieron vaciar de partidarios del Parlamento la plaza Rusia Libre, as¨ª llamada en recuerdo de la victoria contra los golpistas sovi¨¦ticos en agosto de 1991. Los tanques rompieron las barricadas y penetraron en las l¨ªneas de defensa de la Casa de los S¨®viets.
"Revuelta fascista"
A las nueve de la ma?ana, con el ataque ya iniciado, fue cuando Yeltsin acudi¨® por fin a la televisi¨®n y anunci¨® la entrada de tropas de refuerzo en Mosc¨² y el inmediato aplastamiento de 1a revuelta fascista y comunista". Ellos, dijo a los ciudadanos, "esperaban que los soldados fueran a permanecer al margen y a observar tranquilamente sus ataques a moscovitas desarmados, mientras ellos restablec¨ªan una sangrienta dictadura".
En su alocuci¨®n anunci¨® la imposici¨®n del estado de excepci¨®n en Mosc¨², que incluye la ilegalizaci¨®n de los grupos que apoyaron las revueltas -anoche se anunci¨® que se consideraban fuera de la ley 14 organizaciones, incluido el Partido Comunista de Rusia- as¨ª como el control de sus sedes y la congelaci¨®n de sus cuentas. El decreto disuelve tambi¨¦n los s¨®viets de la capital y sus distritos y establece la censura de prensa. El comunista Pravda, el fascista De? y otros cuatro peri¨®dicos fueron ayer mismo clausurados. El fiscal general ya ha ordenado la detenci¨®n del comunista V¨ªktor Anp¨ªlov y del nacionalista llia Konstant¨ªnov.
Mientras Yeltsin interven¨ªa en televisi¨®n los combates se recrudec¨ªan en la Casa Blanca. La primera fase del asalto, la decisiva, concluy¨® sobre la una y media de la tarde, cuando los asediados comenzaron el proceso de rendici¨®n y los primeros grupos con banderas blancas fueron saliendo del edificio hasta completar varios centenares. La sede del Parlamento estaba defendida por centenares de personas que abrieron fuego desde las diferentes fachadas sobre los atacantes, que iban ganando terreno.
El intenso tiroteo no aminoraba ni siquiera cuando grupos de personas, jug¨¢ndose la vida, trataban de evacuar a los heridos. Poco despu¨¦s de las once, un ensordecedor impacto hizo saltar por los aires los vidrios del ala izquierda del edificio, precisamente donde est¨¢n los aposentos del vicepresidente Alexandr Rutsk¨®i. Los tanques siguieron despu¨¦s destruyendo la fachada.
En la fachada posterior de la Casa Blanca, los altavoces repet¨ªan: "R¨ªndanse o les aniquilarernos". El humo que surg¨ªa del incendio en la fachada central envolv¨ªa las banderas (la roja comunista, la tricolor zarista y la bandera rusa de San Andr¨¦s) colocadas por los defensores del Parlamento junto a la bandera rusa oficial. Hasta mediod¨ªa el tiroteo fue de gran intensidad.
Banderas blancas
A la una y cuarto, el coche del ministro de Defensa, P¨¢vel Grachov, llegaba a parlamentar. Apenas un cuarto de hora despu¨¦s sal¨ªan los primeros grupos con banderas blancas, mientras los espectadores, todav¨ªa en el puente, les acog¨ªan con silbidos y rugidos de rabia. Por el puente eran bajadas las camillas de los muertos, y los heridos: cuerpos ensangrentados, enfundados en sus uniformes, unos regulares y otros improvisados, de opereta convertida en tragedia. Por la escalera bajaban gentes diversas y los agentes del Ministerio del Interior proced¨ªan de forma arbitraria a detener a unos y dejar pasar a otros, que a veces resultaban seres tan estrafalarios como un joven con pantal¨®n corto subido en patines.
Sobre las cinco de la tarde, la mayor parte de los diputados sali¨® en dos largas columnas, ante la estrecha vigilancia de los soldados. Pero todav¨ªa tuvieron que pasar dos horas m¨¢s, con fuertes intercambios de disparos, para que se entregaran Rutsk¨®i y Jasbul¨¢tov, despu¨¦s de obtener garant¨ªas sobre su seguridad f¨ªsica. Rutsk¨®l, el h¨¦roe de Afganist¨¢n, no cumpli¨® su promesa de luchar hasta el final. Con ellos salieron los "ministros" de los departamentos de fuerza y el general Albert Makashov, organizador directo del ataque a Ost¨¢nkino. Todos ellos fueron detenidos y encarcelados.
A las 11 de la noche, cuando entr¨® en vigor el toque de queda impuesto por el comandante del estado de excepci¨®n, todo un piso de la sede del Parlamento era devorado por las llamas. A esas horas el edificio hab¨ªa perdido su blancura y por televisi¨®n le llamaban ya la "Casa Negra".
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