El lado oscuro de Jordan
El perfil humano del astro desvela un car¨¢cter despiadado y lud¨®pata
Los grandes atletas son, casi siempre, dibujados como algo parecido a seres sobrehumanos. Se supone que son siempre h¨¦roes, modelos de comportamiento, ciudadanos ejemplares. Pero son humanos. Con los mismos defectos y las mismas pasiones que el resto de los mortales. Nadie mejor que Michael Jordan ilustra el ejemplo. Los medios de comunicaci¨®n, los aficionados, sus propios compa?eros, han buceado, a veces bordeando los l¨ªmites de la intimidad, en el lado oculto de Michael Jordan. Han escrutado sus motivaciones, sus pasiones, sus fobias.?Persegu¨ªa Jordan el ¨¦xito colectivo o su gloria personal? ?Buscaba el nivel de excelencia o su siguiente contrato multimillonario? Jordan ha alcanzado cimas que ning¨²n otro atleta, en ning¨²n otro deporte, alcanz¨® jam¨¢s. Pero su ascensi¨®n a la gloria ha estado siempre salpicada de controversias y de dudas.
El principio del fin. Partido de las Estrellas, 1990. Jordan habla con sus compa?eros de los Chicago Bulls: "Cinco a?os m¨¢s y me voy", dec¨ªa Air Jordan". "Marco los d¨ªas en el calendario, como si estuviera en la c¨¢rcel. Estoy cansado de que todo el mundo me utilice: mi club, la Liga, los periodistas, todo el mundo...". Palabras de un Michael Jordan que en un tiempo tuvo una cl¨¢usula en su contrato de "amor por el juego". Esta previsi¨®n le permit¨ªa jugar en cualquier momento y lugar que desease. La cl¨¢usula y, seguramente, la pasi¨®n por el juego del baloncesto hab¨ªan desaparecido desde hace tiempo. Tres a?os despu¨¦s, dos antes de lo esperado, los tres t¨ªtulos consecutivos conseguidos por Chicago y sobre todo, la tr¨¢gica muerte de su padre, han hecho el resto.
Ahora que el jugador m¨¢s grande de la historia se ha retirado, los cantos, las alabanzas, las hip¨¦rboles sobre Air Jordan har¨¢n correr r¨ªos de tinta. Pero, ?c¨®mo era Michael Jordan? Un ser humano en un estado casi permanente de desilusi¨®n y de abatimiento. Un atleta egoc¨¦ntrico, con poca piedad para sus compa?eros de equipo, mucho menos dotados que ¨¦l. Un profesional despiadadamente cr¨ªtico hacia sus jefes. Un apostador compulsivo.
El otro Jordan, conocido como El general por algunos de sus colegas. Cr¨ªtico feroz con la falta de habilidades de sus compa?eros, Jordan utilizaba el "nosotros" en p¨²blico, pero comentaba, en privado, cosas como: "No ganaremos nunca si yo no juego m¨¢s ininutos". En un viaje en autob¨²s hacia la cancha de los siempre temidos Pistons de Detroit, Jordan subi¨® al autob¨²s y coment¨®: "Huele a abono para pastos".
Las miradas de sus compa?eros fueron cortantes. Jordan era visto por la mayor¨ªa de sus compa?eros de equipo como un privilegiado: no sol¨ªa hacer pretemporada, casi nunca calentaba con el resto de compa?eros antes de los partidos y romp¨ªa, a su antojo, los sistemas de ataque del equipo.
En una ocasi¨®n, Jordan orden¨®, literalmente, a sus compa?eros no pasar el bal¨®n al pivot Cartwright. En otra tuvo un grave enfrentamiento con Horace Grant durante un partido despu¨¦s de una cr¨ªtica, en voz alta, de Jordan sobre la incapacidad de Grant para capturar un rebote. Machac¨® psicol¨®gicamente a j¨®venes jugadores como King o Scott Williams. Quiz¨¢ la sensaci¨®n que el resto de los Bulls ten¨ªan sobre Jordan la personific¨® Stacey King. Un d¨ªa cualquiera de la primera temporada triunfante de los Bulls, King, harto de que no se le dieran minutos de juego, ni se hablara de traspaso, ni se le tuviera en consideraci¨®n, apareci¨® en un entrenamiento con una camiseta n¨²mero 23 -el de Jordan- y la cabeza totalmente vendada simulando calvicie: "Este es el ¨²nico modo de que te hagan caso en este club".
Recepci¨®n presidencial
En octubre de 1991, los Bulls acudieron a la Casa Blanca para la tradicional recepci¨®n presidencial a los campeones de la NBA. No fueron todos los Bulls. Michael Jordan ten¨ªa otra agenda y decidi¨® no acudir a la recepci¨®n.
Horace Grant transmiti¨® la opini¨®n de los dem¨¢s: "Creo que ha mostrado una enorme falta de respeto al presidente de la naci¨®n y a sus compa?eros de equipo. Vencimos como grupo, pero si un hombre quiere vivir su vida aislado, puede romper la unidad".
Vivir la vida como uno quiera. Jordan siempre tuvo esa respuesta a mano. Tambi¨¦n cuando el diario Charlotte Observer inform¨® que un traficante de coca¨ªna, convicto, James Bouler, hab¨ªa confesado, al ser detenido por la polic¨ªa, que los 57.000 d¨®lares que llevaba encima eran producto de una apuesta ganada a Michael Jordan en un partido de golf. Una cantidad mayor, dos millones de d¨®lares, es el supuesto d¨¦bito que Jordan contrajo recientemente con otro jugador-apostador de golf, Richard Esquinas.
La NBA tom¨® cartas en el asunto y advirti¨® a Jordan sobre sus h¨¢bitos de apostador y jugador, presumiblemente patol¨®gicos. Tras el aviso, Jordan volvi¨® a su discurso habitual frente a los periodistas. "Vivo la vida como quiero". Esta vez, sin embargo, fue un discurso a¨²n m¨¢s cargado de amargura.
"No tengo nada que contestar relativo a las apuestas. Fuera de la cancha quiero vivir mi vida, aunque ¨²ltimamente no he elegido bien a mis amigos. No disfruto de las cosas como antes. No me pregunt¨¦is nada m¨¢s. No sois mi padre".
Jordan necesitaba en cada momento, seg¨²n su entrenador Phil Jackson, una figura paternal. A pesar de su aparente sofisticaci¨®n con los medios de comunicaci¨®n y con el p¨²blico, Jordan era a menudo como un ni?o buscando disciplina. Es indudable que la p¨¦rdida de su padre, en circunstancias tr¨¢gicas, ha supuesto para Jordan el golpe definitivo.
"Vivo dos vidas. Se supone que soy una persona madura que ha experimentado la vida a tope", dec¨ªa Jordan, "Ileno de dinero, de fama, de sofisticaci¨®n. Pero mi otro lado es el de un joven de 30 a?os que nunca tuvo la oportunidad de disfrutar con sus amigos, y quiz¨¢ hacer algunas cosas salvajes que hacen los j¨®venes. Mi otro lado es el de una persona que ha sufrido mucho".
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