Locos
Resulta que hoy es el d¨ªa mundial de la Salud Mental. Si estas vagas celebraciones internacionales sirven para algo, es sobre todo para traernos a la cabeza y a la boca problemas no resueltos, situaciones de alg¨²n modo marginales que necesitan una mayor atenci¨®n por parte de la sociedad. Y desde luego hay pocos mundos m¨¢s marginados y desatendidos, m¨¢s subterr¨¢neos y carentes de palabras que el de la locura.El simple uso del t¨¦rmino loco/ loca en su sentido literal ya resulta tab¨². Ser loco es un estigma;. estar loco o enloquecer es un terror profundo para todos los humanos, el abismo interior que nos acecha. De eso no se habla, por temor a que el diablo se despierte; y quiz¨¢ sea por eso, porque tememos la locura, por lo que marginamos a los llamados locos. Y, sin embargo, pocas convenciones hay tan fr¨¢giles y tan falsas como la de la cordura. Quiero decir que la frontera de la salud mental es muy difusa y que todos ocultamos alg¨²n agujero.
Es cierto, eso s¨ª, que hay trastornos mayores, infiernos de la mente que la ciencia ha etiquetado y que pueden tener, dicen ahora los expertos, un origen bioqu¨ªmico. Sea como fuere, originan un sufrimiento intenso, agravado adem¨¢s por la falta de atenci¨®n social. Me escriben de AMAFE, una de las 52 asociaciones de familiares de enfermos mentales que hay en nuestro pa¨ªs, explic¨¢ndome que en el mundo hay un 1% de esquizofr¨¦nicos (400.000 en Espa?a) que necesitan centros asistenciales adecuados, terapia ocupacional, hospitales de d¨ªa, toda una infraestructura e apoyo que mejorar¨ªa notablemente su calidad de vida. Pero de todo esto apenas hay nada. Por no haber, en Espa?a no hay ni la conciencia p¨²blica de la existencia del loco. Esa legi¨®n de 400.000 esquizofr¨¦nicos, por ejemplo, ?d¨®nde est¨¢n? En las catacumbas, supongo. En el silencio.
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