El mejor arte contempor¨¢neo sobre papel

Adem¨¢s de la satisfacci¨®n que produce comprobar que el flamante Museo Thyssen Bornemisza, a¨²n casi sin terminar los fastos de la inauguraci¨®n, se apresta ya a acometer la imprescindible pol¨ªtica de animaci¨®n que se exige hoy a estas instituciones, la exposici¨®n que ahora nos presenta es de una calidad y un refinamiento sorprendentes. Se trata de una selecci¨®n de unas setenta obras sobre papel, elegidas de entre los fondos no regularmente exhibidos de la propia colecci¨®n, y con unos l¨ªmites cronol¨®gicos que abarcan aproximadamente desde el ¨²ltimo tercio del siglo XIX a la primera mitad del XX, o, como se anuncia en la convocatoria a trav¨¦s del lenguaje protocolario de los estilos, desde el impresionismo a las vanguardias, incluy¨¦ndose naturalmente a ¨¦stas.Pero si antes califiqu¨¦ el efecto de esta muestra como sorprendente, lo hice no tanto porque se desconociese la existencia de este soberbio conjunto, que aparece inventariado en los cat¨¢logos de la colecci¨®n, sino porque su exhibici¨®n, con la pulcritud y adecentamiento correspondientes, les saca m¨¢s brillo que el imaginado. No voy a se?alar, por otra parte, la obviedad de que la calidad de una obra no depende de su soporte o t¨¦cnica y que, por tanto, los dibujos de los grandes maestros no desmerecen nunca junto a sus ¨®leos, constituyendo la ¨²nica diferencia entre unos y otros la mayor fragilidad de aqu¨¦llos, lo que obliga a mantenerlos largas temporadas al resguardo de la mirada p¨²blica.

En todo caso, si la calidad debe ser, en principio, la misma, eso no quiere decir que la obra sobre papel no posea una identidad peculiar, como, por ejemplo, la de manifestar con m¨¢s libertad e inmediatez el chispazo creativo, pero tambi¨¦n el modo de reflexionar, del artista. En cierta manera, eso supone que esa fr¨¢gil obra sobre papel, por decirlo de una vez, nos aproxima como nada a la intimidad po¨¦tica del creador, lo cual posee un rango gozoso muy especial.

En este sentido, uno de los aciertos m¨¢s evidentes de los organizadores de esta muestra ha consistido en preservar con sensibilidad esa atm¨®sfera delicada, donde la agudeza de las ideas y las sutilidades de lo que emerge al desgaire, a veces a trav¨¦s de arpegios min¨²sculos, pueden manifestarse en su plena hondura. Hay algo en la instalaci¨®n como de c¨¢mara recogida, de resplandores espectrales, muy favorecedora para esa concentraci¨®n que exige este tipo de obra.

Variedad amena

Por lo dem¨¢s, lo que contiene reproduce en s¨ªntesis el esp¨ªritu del resto de la colecci¨®n conocida: una variedad amena, que nunca roza lo ca¨®tico, pues revela una vertebraci¨®n subterr¨¢nea de gusto, ilustrada a trav¨¦s de autores y obras de primer¨ªsimo rango, lo que, trat¨¢ndose en este caso del arte contempor¨¢neo, es incluso m¨¢s patente porque simplemente ha sido m¨¢s factible. As¨ª, desde Renoir, Toulouse-Lautrec, C¨¦zanne, Van Gogh, Signac, Moreau.... hasta Picasso, Schiele, Grosz, Klee, Kandinski, Schwitters, Modigliani, Severini, Dal¨ª, Picabia..., sin olvidarnos de los comparativamente m¨¢s recientes Moore, Giacometti, Wols..., nos topamos con una formidable sucesi¨®n de nombres capitales del arte contempor¨¢neo, representados a veces a trav¨¦s, de obras de extraordinaria belleza.No s¨®lo, pues, resulta casi imposible aqu¨ª ponerse a discrIminar calidades individuales, sino que, dada la naturaleza de esta obra sobre papel, de suyo tan personal, podr¨ªa resultar hasta impertinente. Lo que quiero decir es que hay en esta exposici¨®n muchas formas diferentes de cautivar la atenci¨®n, casi tantas como obras. ?Qu¨¦ es, en efecto, mejor: un pastel de Degas o una acuarela de C¨¦zanne; una sanguina de Renoir, o una aguada de Tolouse-Lautrec; una negra litograf¨ªa temprana de Van Gogh, o un negro aguafuerte del primer Picasso ... ? Estas comparaciones podr¨ªan continuarse con id¨¦nticos resultados, con lo que creo que no hay que insistir. Sea como sea, y sin caer en esa trampa, lo que no me resisto es a no llamar la atenci¨®n sobre algunos excitantes hallazgos, quiz¨¢ m¨¢s inesperados, como, por ejemplo, el casi evanescente punteado al ¨®leo de Modigliani, o el atrevido Vuillard, o el arm¨®nico Severini, o el alucinante Wols... S¨ª; se trata de una refinad¨ªsima muestra que har¨¢ felices a los amantes del arte m¨¢s sensibles.