La bola roja de la risa
Los alunmos del taller de teatro Asura buscan su identidad a trav¨¦s de payasadas
PAZ ?LVAREZ, No necesitan zapatos gigantes ni pantalones de rayas ca¨ªdos. Su ¨²nico material de trabajo es una peque?a bola de pl¨¢stico roja que cabe en un bolsillo. Los aspirantes a payaso que acuden al curso T¨¦cnicas de clown -impartido en el taller de teatro Asura- se colocan la bola en la nariz y ya se sienten disfrazados y dispuestos a re¨ªrse, sobre todo de s¨ª mismos.
No ocultan las orejas de soplillo, ni los michelines, ni los traspi¨¦s que les ha dado la vida. La meta de los alumnos de payaso es arrancar una carcajada al coraz¨®n, algo que, seg¨²n los profesores de esta escuela, s¨®lo un buen clown consigue.
"Ser payaso es aceptarse a uno mismo, rescatar a ese ni?o que todos llevamos dentro y ponerlo sobre un escenario", dice Pablo Pundik, coordinador del curso. Este argentino, de 30 a?os, actor, profesor y director de la escuela Asura, aterriz¨® en Espa?a hace 13 a?os, donde comenz¨® a descubrir y formar su propio estilo de payaso.
El curso T¨¦cnicas de clown comienza el 18 de octubre
Duraci¨®n: cuatro meses. Clases semanales de tres horas. Precio: 6.000 pesetas mensuales. Hoy, domingo, curso gratuito. Taller de teatro Asura. (C/ Antonio Guzm¨¢n, 4) Tel¨¦fono: 519 69 42.
La planta baja del taller de teatro Asura es un hervidero de alumnos. Se mueven, gesticulan y activan su cuerpo con su nariz roja -la m¨¢scara m¨¢s peque?a del mundo- como ¨²nica, se?a de identidad.
Contra la timidez
La mayor¨ªa de ellos poco tienen que ver con el mundo art¨ªstico. Son estudiantes, funcionarios, futuros abogados, deportistas o psic¨®logos. A Margarita D¨ªaz, de 28 a?os, la nariz roja le acent¨²a su cara redonda. Es dise?adora de interiores y asegura que asiste desde hace un a?o al curso T¨¦cnicas de clown para vencer la timidez y su fuerte sentido del rid¨ªculo.
David Esteban, de 23 a?os, prepara el doctorado en Imagen y Sonido, y mientras, revive sus anos de infancia y se despoja de todas las m¨¢scaras con las que act¨²a ante la sociedad. "Mi payaso es en¨¦rgico, muy vital, quiere hacer cosas de ni?os, pero poco a poco tengo que trabajarlo para que sea m¨¢s tranquilo", explica David, que no sue?a con dedicarse al mundo del espect¨¢culo. Su payaso es s¨®lo "para andar por casa".
Seg¨²n Pundik, cada payaso tiene su color, es decir, sus tics, sus man¨ªas, su forma particular' de ver la vida,- que en muchos casos en poco se parecen a la verdadera personalidad de su due?o. As¨ª, por ejemplo, Pundik es una persona lanzada, atrevida y osada; en cambio, su payaso es un fracasado, "un tonto feliz", dice.
El curso, al que el a?o pasado asistieron casi un centenar de personas, es una fiesta no apta para ni?os. Y no porque en ella tengan lugar escenas obscenas, sino porque los menores de 15 a?os no tienen la experiencia necesaria para re¨ªrse de la vida. El payaso se r¨ªe de s¨ª mismo, de sus propios descalabros. Y cuando estos errores provocan la risa en el p¨²blico, y no el rechazo, es entonces cuando triunfa. Un payaso tiene que saber encajar el rechazo del p¨²blico, "porque es el ¨²nico que te dice que lo has hecho mal. Si fracasas te se?ala con los ejos", dice Nataleme, una psic¨®loga de 27 a?os.
El payaso no es un intelectual. Es cotidiano, accesible, tierno, ingenuo, absurdo, pat¨¦tico y muy verdadero. En definitiva, ser payaso es volver a la inocente y traviesa infancia. La escuela Asura se dedica desde hace tres a?os a formar payasos, retomando el personaje del clown de las comedias cl¨¢sicas y del teatro popular que triunf¨® en Europa tras la II Guerra Mundial. Adem¨¢s del curso de cuatro meses se imparten cursillos intensivos, que cuentan con la presencia de grandes maestros internacionales, entre los que se encuentra el holand¨¦s Eric de Bont, que pr¨®ximamente abrir¨¢ la primera Escuela Europea del Clown. Tambi¨¦n tiene previsto organizar este a?o divertidos partidos de f¨²tbol, una orquesta y un ballet de payasos.
Estos alumnos se identifican m¨¢s con el llamado clown quecon el famoso payaso de circo, al que rechazan y con el que no quieren ser comparados. "El payaso en el circo s¨®lo sabe hacer re¨ªr a la gente, no llega al coraz¨®n. Sale disfrazado y no muestra nada de lo que lleva dentro. Comparar un payaso tradicional con un payaso de circo es como comparar el vino y la coca-cola. Son completamente distintos", asegura Pablo Pundik.
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