El Robin Hood asesino
Termin¨® una pesadilla. Termin¨® una pesadilla creada por un hombre de 44 a?os que logr¨® desordenar, con la complicidad de muchos, a todo un pa¨ªs. Termin¨® tambi¨¦n un mito, una leyenda que hablaba de "un hombre que era m¨¢s h¨¢bil que el Gobierno, m¨¢s audaz que Rambo y con m¨¢s vidas que un gato".Pablo Escobar muri¨® un d¨ªa despu¨¦s de haber cumplido los 44 a?os. Naci¨® en Envigado, una peque?a poblaci¨®n que crece pegada a Medell¨ªn, la segunda ciudad de Colombia. Fue un ni?o pobre, un joven pobre, y sus biograf¨ªas dicen que empez¨® su vida ilegal como jalador de carros (ladr¨®n de coches).
El pa¨ªs conoci¨® a este hombre cuando una revista habl¨® de ¨¦l, en el a?o 1982, se?al¨¢ndolo como el Robin Hood paisa (oriundo de la provincia de Antioquia), el auxiliador de los pobres. Por aquella ¨¦poca, Escobar edific¨® todo un barrio para los m¨¢s necesitados de Medell¨ªn, para las gentes que viv¨ªan alrededor del basurero. Construy¨® tambi¨¦n canchas de f¨²tbol en las barriadas que cuelgan de las monta?as que rodean la ciudad. Los humildes lo empezaron a querer y lo comenzaron a llamar don Pablo.
Fue el inicio de una corta carrera pol¨ªtica que lo llev¨® al Parlamento como suplente de un diputado liberal. La imagen de Pablo Escobar con un traje gris y sin corbata tratando de ingresar en el Congreso, qued¨® grabada en la memoria de los colombianos. Se le ve¨ªa como un hombre de aspecto bonach¨®n, de cara redonda y peque?o bigote.
Su paso por el Congreso fue de apenas dos meses. Justo lo que dur¨® el debate de los dineros calientes. El entonces ministro de Justicia Rodrigo Lara, acusado de recibir dinero de la Mafia, se defendi¨® casi solo y sac¨® a relucir hasta d¨®nde hab¨ªa llegado ya en el pa¨ªs el poder corruptor del dinero del narcotr¨¢fico.El asesinato de este ministro en mayo de 1984 dio comienzo a la vida de clandestinidad de Pablo Escobar y marc¨® el inicio de la guerra sin cuartel que libr¨® el capo contra la extradici¨®n: "Prefiero una tumba en Colombia que una c¨¢rcel en Estados Unidos", fue su consigna.
A partir de entonces la vida de Escobar se vio ligada a im¨¢genes de terror: coches bomba, asesinatos de pol¨ªticos, explosi¨®n de aviones, ni?os asesinos de apenas 11 a?os, viudas, hu¨¦rfanos. Estas im¨¢genes llenaron a todo un pa¨ªs de un infinito dolor.
Sin embargo, no todos los colombianos respiran hoy aliviados con su muerte. No para todos Pablo Escobar personificaba al m¨¢s grande criminal de la historia de Colombia. Muchas gentes pobres deben haber encendido velas ante los altares y deben estar rezando por su alma. Para ellos, Pablo Escobar fue un hombre de gran coraz¨®n, un hombre con grandes poderes, un hombre al que le quisieron achacar, injustamente, todos los males del pa¨ªs.
En noviembre de 1990 y en febrero de 1991 una encuesta en colegios de Medell¨ªn reflej¨® esta paradoja: ante la pregunta de qui¨¦n era la persona m¨¢s importante en el pa¨ªs, el 21% de los estudiantes respondi¨® que era Pablo Escobar; en segundo lugar, con un 19,6% qued¨® el presidente, C¨¦sar Gaviria. ?Si Pablo Escobar me pide que lo esconda en mi casa, yo no se lo puedo negar", cont¨® una vez una mujer de Medell¨ªn a los periodistas. Y explic¨® sus razones: "?l le dio de comer a mi hijo".
Ambivalencia
Quienes lo conocieron opinan que era un hombre demasiado inteligente, demasiado astuto y amante apasionado de la lectura. Capaz de gestos amables y tiernos como el de llamar a su hija Manuela de apenas nueve a?os "mi peque?a bailarina sin dientes", pero a la vez un hombre capaz de decidir con la mayor sangre fr¨ªa la muerte hasta de sus hombres cercanos. construy¨® a su antojo y de acuerdo a sus caprichos- enjuici¨® y asesin¨® con la mayor sevicia a varios de sus antiguos socios del negocio.
Cuando se escriba su biograf¨ªa se tendr¨¢n que dedicar algunas p¨¢ginas especiales para hablar por su amor a los animales. En su finca, N¨¢poles, inmensa hacienda en el Magdalena Medio, regi¨®n f¨¦rtil en el centro del pa¨ªs, import¨® animales de todo el mundo: jirafas, elefantes, canguros, avestruces...
Tras sus fugas espectaculares -protagoniz¨® cientos de ellas- los cuerpos de seguridad encontraban siempre, en las guaridas del capo, al lado de una taza de caf¨¦ caliente, fotos de sus animales preferidos.
A dos cosas fue fiel Pablo Escobar: a su personal manera de ejercer el catolicismo, donde no era pecado matar, y a su familia. Enmarcada y colgada en una pared de la c¨¢rcel de Envigado donde estuvo recluido un a?o largo, se encontr¨® tras su fuga esta oraci¨®n: "Permitid Se?or que mis enemigos tengan ojos y no me vean; tengan manos y no me agarren; tengan pies y no me sigan. Permitid que mi valor me haga un San Juan y un San Pablo y que por mis haza?as vaya libre a donde quiera que vaya". Dej¨® tambi¨¦n en esta c¨¢rcel un sinn¨²mero de im¨¢genes del Carmen y del Divino Ni?o.
Con la muerte de Pablo Escobar, mueren sin duda muchos secretos, muchos episodios oscuros de la historia reciente de Colombia. Y aunque son pocas las dudas sobre su culpabilidad en la mayor¨ªa de los cr¨ªmenes que se le achacan, resulta dif¨ªcil creer que sus manos criminales hayan alcanzado abarcar tanto.En 1990, despu¨¦s de que se le imputaran los asesinatos de tres candidatos a la presidencia, un liberal y dos de izquierda, un chiste hizo carrera en Colombia: "La profesora le pregunta a Juanito: 'Juanito, dime, ?qui¨¦n descubri¨® Am¨¦rica?' El ni?o responde: 'Profe, no hay duda, fue Pablo escobar"
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