Una colecci¨®n ejemplar
En Catalu?a habr¨¢ tan s¨®lo unos 5 o 10 coleccionistas de arte contempor¨¢neo, de los cuales los ¨²nicos un poco significativos son Rafael Tous y Jos¨¦ Su?ol. Conoc¨ª a Rafael Tous en 1987, cuando, juntamente con Ignasi Sol¨¢ Morales, Tom¨¢s Llorens, Alicia Su¨¢rez y Merc¨¦ Vidal, organizamos la muestra Art i Modernitat als Paikos Catalans en la Kuristhalle de Berl¨ªn. Tous ide¨® y financi¨® la casi totalidad de aquel proyecto -la Generalitat tan s¨®lo puso un mill¨®n de pesetas, c¨®mo han cambiado los tiempos- y all¨ª descubrimos todos su tremenda capacidad de entusiasmo, su excelente relaci¨®n con los artistas y su perseverante capacidad de coleccionista, que pervive hasta la fecha.Desde principios de los a?os setenta hasta hoy, Tous ha ido comprando, sistem¨¢ticamente, piezas de los artistas catalanes de vanguardia, especialmente los que utilizaban unos medios que entonces llam¨¢bamos alternativos (es decir, diferentes a la pintura), consiguiendo as¨ª la mejor representaci¨®n que existe del arte de esta generaci¨®n en Espa?a (sin olvidar, adem¨¢s, otros medios, estilos y periodos).
Fragments
Col.lecci¨® Rafael Tous.La Virreina. Ramblas, 99. Barcelona. Hasta el 2 de enero.
Impulsor de una revista como Artilugi, organizador de Metr¨®nom, uno de los pocos espacios vivos que la ciudad tuvo en los a?os ochenta, recopilador de libros de artista (de los cuales posee unos 3.000), Tous nos brinda ahora la posibilidad de ver 13 piezas -este n¨²mero ha de darle suerte- de su colecci¨®n.
Pues bien, he de decirles, que se trata de uno de los montajes m¨¢s bellos que he visto en la Virreina, ese lugar tan dificil para exponer. Sencillamente, porque cada pieza ha sido destinada a una ¨²nica habitaci¨®n, teniendo en cuenta sus caracter¨ªsticas y medidas. No todo es igual en calidad, pero algunas son realmente espl¨¦ndidas.
Est¨¢ aqu¨ª el famoso Oikonomos (1989), de Francese Torres -famoso porque fue censurado cuando se exhibi¨® en el Whitney de Nueva York-, una certera e impactante s¨¢tira del mundo capitalista. "Zeus atrajo siempre mi atenci¨®n", dijo Torres, "como una suerte de presidente de consejo de administraci¨®n de la teocracia ol¨ªmpica, patriarca bondadoso cuando todo iba bien, pero bastardo vengativo cuando se enfadaba". Y aqu¨ª podemos contemplar esta famosa escultura -cuyo original est¨¢ en el Museo Nacional de Atenas -con un bate de b¨¦isbol en una mano y un televisor colgando de sus genitales. Y en una pantalla, im¨¢genes de dos negros que limpian parabrisas en las calles de Manhattan: el poder y la pobreza, las dos caras del capitalismo tard¨ªo.
Trabajo c¨¢lido
Otra pieza interesante es la de Carles Pujol, un elemento geom¨¦trico en metal, con su reflejo y una proyecci¨®n de otras im¨¢genes geom¨¦tricas sobre una pared-pantalla, todo ello acompa?ado de m¨²sica cl¨¢sica. Un raro ejemplo de trabajo "c¨¢lido" con elementos por regla general fr¨ªos.En cuanto al P¨¢jaro de Fina Miralles (1978), disecado y dentro de una jaula de cristal crea un efecto cercano al surrealismo.
Por lo que vemos, estos artistas muestran preocupaciones est¨¦ticas e ideol¨®gicas muy distintas: una pieza como Sense titol (1968) de Rabascall, con fotografias extra¨ªdas de revistas, se convierte en una versi¨®n local del arte pop, cercana en esp¨ªritu a la ya m¨¢s posterior (1976) titulada Supermercat, de Eug¨¦nia Balcells.Cupido eres t¨² (1983), de Carlos Pazos, est¨¢ en la l¨ªnea de las mitolog¨ªas individuales y de recuperaci¨®n po¨¦tica del kitsch tan propias de este artista. La obra de Miralda, si bien no la mejor de este autor, es totalmente representativa de su manjares coloreados.
El Cuaderno italiano, de ?ngel Jov¨¦ (1976-1988), con sus papeles arrugados o manchados (que recuerdan a Beuys, aunque tal vez no conociera, entonces, su obra) y con su utilizaci¨®n de fotocopias, son un excelente ejemplo de un lirismo que se extrae de soportes bastante in¨¦ditos para aquel momento.
Los relicarios de Xifra (1970) son, vistos hoy en d¨ªa, curiosas versiones hisp¨¢nicasde los nuevos realismos franceses y de su reutilizaci¨®n del objeto. Mucho m¨¢s epig¨®nico es el trabajo de Pere Noguera, siempre est¨¦ticamente bello (con sus objetos cubiertos de fango), pero un tanto discreto en cuanto a su alcance concep.tual. Y hay, adem¨¢s, trabajos de Jordi Benito, Francesc Abad, Angels Rib¨¦ y Benet Rossell.
Estas obras, la totalidad o una parte de ellas, merecen estar en una colecci¨®n p¨²blica, lo que constituye el deseo de su propietario. Sencillamente porque explican bien una parte del arte producido en los a?os setenta en Catalu?a. Negarse a aceptarlas ser¨ªa un acto de miop¨ªa hist¨®rico o de simple incultura.
Babelia
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