Europa se construye con trabajo
INICIATIVAS DE crecimiento que tomadas aut¨®nomamente por cada pa¨ªs suscitar¨ªan efectos perversos para su econom¨ªa, pueden, sin embargo, resultar viables si se plantean- de manera conjunta y simult¨¢nea por todos los que componen la Uni¨®n Europea (UE). Esa es la idea directriz del plan Delors para la creaci¨®n de 15 millones de puestos de trabajo de aqu¨ª al a?o 2000. Se trata, a la vez, de un plan susceptible de reactivar el proyecto europeo tras la relativa par¨¢lisis de los dos ¨²ltimos a?os.La experiencia reciente ha demostrado que intentos de estimular el crecimiento de la demanda, y con ella el del empleo, producen en las econom¨ªas nacionales desequilibrios dif¨ªciles de controlar. De un lado, ese aumento de la demanda repercute, al menos en parte, en fabricantes de terceros pa¨ªses, muchos de ellos extracomunitarios, capaces de producir a m¨¢s bajo coste. Ello afecta a la balanza comercial, especialmente en aquellas econom¨ªas que. padecen los efectos de un fuerte d¨¦ficit exterior, como la espa?ola. Su influencia sobre el empleo es, as¨ª, dudosa.
El aumento del d¨¦ficit p¨²blico que resulta del crecimiento de la inversi¨®n estatal se suma a la ya importante, deuda acumulada en la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos, lo que presiona contra el descenso de los tipos de inter¨¦s (y por tanto, de la inversi¨®n privada). Esos efectos pueden ser menores si la iniciativa se plantea a escala comunitaria y coordinada por la Comisi¨®n de la UE. Respecto a la balanza comercial, la apertura de todas las econom¨ªas comunitarias registrada en los ¨²ltimos a?os se ha traducido en un mayor intercambio entre los pa¨ªses miembros, manteni¨¦ndose constante -por debajo del 10% del PIB comunitario- el registrado con el exterior (con Jap¨®n y Estados Unidos singularmente). Esto permite considerar que una reactivaci¨®n coordinada no s¨®lo no aumentar¨ªa la dependencia exterior, sino que favorecer¨ªa la producci¨®n y el empleo.
Respecto al d¨¦ficit, puesto que una parte del esfuerzo inversor se financia con cargo al presupuesto de la Comunidad, sin deuda acumulada, y se invierte en una moneda fuerte como es el ecu, su repercusi¨®n sobre el precio del dinero no tiene por qu¨¦ ser considerable. Se evita as¨ª entrar en ese c¨ªrculo perverso que acaba comunicando d¨¦ficit y paro.
Se trata, entonces, de medidas antic¨ªclicas, de est¨ªmulo de la demanda. Pero el Libro Blanco sobre la Compet¨ªtividad, el Crecimiento y el Empleo (el nombre quiere subrayar el car¨¢cter complementario de sus objetivos), presentado por Delors, aspira a hacer compatible ese est¨ªmulo con las reformas planteadas ahora por los Gobiernos europeos: rigideces del mercado laboral, inflaci¨®n en el sector de, los servicios, etc¨¦tera. Esa combinaci¨®n de pol¨ªticas, imposible en un solo pa¨ªs, puede resultar viable en el conjunto.
Tal es, en todo caso, la apuesta europe¨ªsta de Delors -y de la actual presidencia belga- para hacer frente al principal problema actual del continente, pero tambi¨¦n para probar que las instituciones comunitarias, tachadas de burocr¨¢ticas o in¨²tiles por los euroesc¨¦pticos, son capaces de responder a problemas concretos de los ciudadanos. Se trata de una apuesta, por otra parte, centrada precisamente en las infraestructuras y comunicaciones, algo que por s¨ª mismo favorecer¨¢ la conexi¨®n entre los pa¨ªses miembros y que mejorar¨¢ la productividad conjunta de la econom¨ªa europea, tomada como un todo, respecto a competidores exteriores.
El Libro Blanco intenta dar un nuevo impulso al proyecto europe¨ªsta en un momento en el que, por causas diversas, se refuerzan las tendencias a la introspecci¨®n nacional en diversos miembros de la UE y los proyectos m¨¢s ambiciosos de Maastricht parecen pospuestos sine die. Las cr¨ªticas que ya ha cosechado procedentes de los responsables econ¨®micos del Reino Unido eran previsibles. Que Alemania y Holanda se hayan sumado a las mismas hace temer que el libro acabe no siendo m¨¢s que eso: un libro. Pero su eventual fracaso no deber¨ªa alegrar a nadie. Se trata de una iniciativa ambiciosa para una Europa unida y competitiva en el mundo, que no por tener hoy m¨¢s cr¨ªticos es menos necesaria.
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