Los Doce coinciden en que es necesario controlar inflaci¨®n, d¨¦ficit y salarios para salir de la crisis
Los jefes de Estado y de Gobierno no dieron ninguna sorpresa a la hora de decidir las grandes orientaciones de pol¨ªtica econ¨®mica para el curso que viene. La contenci¨®n salarial, una mayor flexibilidad del mercado de trabajo y, sobre todo, el control de la inflaci¨®n en torno al 2%-3% en dos a?os y la reducci¨®n de los d¨¦ficit p¨²blicos al 3% del PIB ser¨¢n las grandes l¨ªneasque manejar¨¢n los Doce para enderezar las econom¨ªas europeas. Por una vez, los ministros de Econom¨ªa accedieron a la cumbre y su impronta se not¨® en la rigidez y la poca fantas¨ªa de las orientaciones.
La Uni¨®n Europea (UE) puso ayer en marcha uno de los ejercicios que le brinda el Tratado de Maastricht: las grandes orientaciones de pol¨ªtica econ¨®mica que deber¨¢n cumplir todos los Estados miembros. La gran novedad es que, de acuerdo con el art¨ªculo 103 del Tratado de la Uni¨®n, estas orientaciones se pueden aprobar con el acuerdo de la mayor¨ªa de los Estados, pero no requieren la unanimidad.Sin embargo, los jefes de Estado y de Gobierno, asesorados excepcionalmente por sus ministros de Econom¨ªa y Finanzas -que durante un par de horas ocuparon las sillas de sus colegas de Asuntos Exteriores- optaron por la prudencia y por lo ya conocido. Los Doce apenas introdujeron modificaciones de sustancia en el documento de s¨ªntesis que ya les hab¨ªa preparado el consejo Ecofin (de ministros de Econom¨ªa y Finanzas) el domingo pasado, del que hab¨ªan desaparecido las propuestas m¨¢s concretas que suger¨ªa la Comisi¨®n Europea como punto de partida de este nuevo ejercicio comunitario.
En esta l¨ªnea, el borrador de acuerdo -que deber¨¢ ser ratificado hoy por los jefes de Estado y de Gobierno para ser aplicado por el Ecofin a partir del lunes- apenas aport¨® novedades. Los Doce hicieron votos para alcanzar en 1996 una inflaci¨®n de entre el 2% y el 3% en 1996, reducir el d¨¦ficit p¨²blico al 3% del PIB de acuerdo con los criterios de convergencia de Maastricht, velar por el mayor rigor en la contenci¨®n salarial, flexibilizar el mercado laboral y estudiar f¨®rmulas para abaratar los costes del trabajo.
Las intervenciones m¨¢s encendidas se centraron en estas ¨²ltimas propuestas y en la pol¨¦mica sobre la. implantaci¨®n de un impuesto sobre las emisiones de anh¨ªdrido carb¨®nico (CO2) como alternativa dentro de la fiscalidad del trabajo. El ministro brit¨¢nico de Hacienda, Kenneth Clarke, se opuso con ardor a esta posibilidad, que defend¨ªa en sentido contrario el franc¨¦s Edmond Alphand¨¦ry. Espa?a no desea esta f¨®rmula como alternativa a la fiscalidad del trabajo, aunque es partidaria de llegar a imponer este impuesto pero con periodos transitorios para aquellos pa¨ªses menos desarrollados y, por tanto, menos contaminantes.
Felipe Gonz¨¢lez defendi¨® con especial hincapi¨¦ la flexibilidad laboral y la contenci¨®n salarial. Anunci¨® a sus colegas su determinaci¨®n de congelar los salarios nominales del sector p¨²blico en 1994 y les anim¨® a convencer a la empresa privada para que siguieran pol¨ªticas de rigor como ¨¦sta. Sin embargo, Gonz¨¢lez se opuso a los excesos de Clarke, quien lleg¨® a reclamar la reducci¨®n de salarios si fuera necesario. El presidente franc¨¦s, Fran?ois Mitterrand, se opuso tajantemente a cualquier tipo de recorte de salarios o de beneficios sociales como v¨ªa de reactivaci¨®n.
Al final, las orientaciones quedaron casi como las hab¨ªan dejado d¨ªas atr¨¢s los ministros de Econom¨ªa, con el benepl¨¢cito del poderoso ministro alem¨¢n de Finanzas, Theo Waigel.
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