Oposiciones y concursos
Aunque en los ¨²ltimos meses se ha dado publicidad a casos de irregularidades en los concursos a plazas de profesorado en la Universidad, me temo que otros muchos se hayan arreglado con el silencio y la aprobaci¨®n de los que no han querido o no se han atrevido a denunciarlos. Eso es al menos lo que se deduce de comentarios sobre el h¨¢bito y la l¨®gica que funciona en aquellos concursos; y lo que se supone inmediatamente cuando se vive de modo directo una de esas situaciones que se presentan como normales.
Al margen de ser parte afectada, no logro salir de mi asombro ante lo ins¨®lito de la falta de principios acad¨¦micos y profesionales y el caos que, seg¨²n parece, es frecuente incluso' en situaciones de dos o m¨¢s concursantes a una plaza. La sorpresa, el desenga?o y la alucinaci¨®n no me son -estoy convencida- excepcionales, y de ah¨ª que estas consideraciones se orienten, adem¨¢s de a denunciar, a compartir responsabilidades y a pretender aclaraciones.
En primer lugar, ?el profesional lo es del ¨¢rea de conocimiento o del perfil de la plaza a la que ha concursado? Con otras palabras y refiri¨¦ndome a mi experiencia particular: ?las c¨¢tedras -y los catedr¨¢ticos- son de Ling¨¹¨ªstica General o de Socioling¨¹¨ªstica? En segundo lugar, ?qu¨¦ razones justifican los "perfiles docentes" de las plazas? ?Razones de necesidad de la Universidad para cubrir lagunas en impartici¨®n de materias o motivos particulares de limitaci¨®n / especializaci¨®n del candidato de la casa? En tercer lugar, ?qu¨¦ criterios se siguen en el nombramiento de presidente y secretario de las comisiones? ?Criterios de preparaci¨®n, especializaci¨®n y prestigio extraacad¨¦micos? En cuarto lugar, ?los concursos son abiertos y p¨²blicos y garantizan la igualdad de oportunidades o, por el contrario, se trata de puestas en escena de adscripciones de plazas y rangos previamente tratados para favorecer la endogamia y el inmovilismo? En quinto y ¨²ltimo lugar, ?hay que demostrar preparaci¨®n y capacidad en el ¨¢rea -y por tanto en el perfil- o son razones extras de vivencias, contactos, edad, pertenencia a grupos de animaci¨®n cultural, pinceladas de progres¨ªa o saber moverse las que han de orientar la aspiraci¨®n de los candidatos y el logro ulterior de una c¨¢tedra en la Universidad (tambi¨¦n de una titularidad, pero sobre todo de una c¨¢tedra)?
Delegar responsabilidades en el decreto que regula los concursos y en las universidades convocantes de las plazas, y partir del principio de que lo id¨®neo y adecuado es mantener al candidato de la casa, puede resultar c¨®modo y hasta gratificante por favorecer a un amigo. Pero no son ¨¦stos los t¨¦rminos que convienen a un sistema acad¨¦mico y profesional -en el que estamos y del que vivimos-. De otro modo, la Universidad acabar¨¢ devor¨¢ndonos como un monstruo oscurantista, corrupto y mediocre. La integridad, el rigor y la objetividad son exigibles a los profesionales, no al decreto ni a las plazas convocadas a concurso. Formar parte de una comisi¨®n no puede ser un compromiso de amistad (?) personal, sino una obligaci¨®n profesional con los deberes que eso implica.-
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