Lo que no quiso Melchor

Los grandes almacenes de puertas para adentro, eran la madrugada de ayer un aut¨¦ntico hormiguero: en tres horas, los peluches que no quisiseron los Reyes Magos devolvieron sus sitios a las alfombras; las guirnaldas navide?as se descolgaron para que los estandartes con las ofertas lucieran bien visibles a los ojos de los consumidores.Los empleados de Galer¨ªas de la plaza de Callao parec¨ªan concursantes de El juego de la oca. Cerraron a las diez de la noche del d¨ªa 5 y abrieron el 6 por la ma?ana. Medio millar de trabajadores sub¨ªa y bajaba escaleras mec¨¢nicas cargados con alfombras, edredones y cajas de peluches, rotulaban en rojo los nuevos precios, descolgaban el espumill¨®n, todo a contrarreloj. En tres horas, las 10 plantas sufrieron la mutaci¨®n de la campa?a de Navidad a las rebajas de enero, las dos muletas sobre las que se apoyan los maltrechos balances de los comercios. En estas fechas se vende el 20% de la facturaci¨®n anual.

De vez en cuando, un trocito de rosc¨®n -a la se?orita Ba?os le toc¨® un perrito de porcelana- con cava "para que no cierren los domingos". ?ste fue el brindis de los 260 contratados hasta el 10 de enero, que conf¨ªan en seguir apa?ando la plantilla los domingos.

A pesar de haber estado todo el d¨ªa 5 atendiendo a los Reyes rezagados, los empleados rezumaban diversi¨®n la madrugada del 6: "Es un l¨ªo, pero mola, porque as¨ª se ve que la gente es maja".