Salir del lodazal
ITALIA EST? celebrando las ceremonias funerarias para enterrar el sistema pol¨ªtico nacido a ra¨ªz de la II Guerra Mundial. El proceso de su destrucci¨®n, probablemente sin precedente, ha sido calificado de revoluci¨®n dulce. Primero fue el descubrimiento por los jueces de un gigantesco entramado de corrupci¨®n, con todos los partidos involucrados para financiar su, actividad, violando las leyes con rutina y descaro total. Segundo, los jueces revelaron que primeras figuras pol¨ªticas, como el socialista Craxi y el democristiano Andreotti (ex ministros y ex jefes del Gobierno), eran no ya copart¨ªcipes sino aut¨¦nticos gestores e instigadores de la corrupci¨®n. Paralelamente, las ¨²ltimas elecciones parciales han puesto en evidencia la pr¨¢ctica desaparici¨®n (hasta porcentajes rid¨ªculos) de los principales partidos de la- 1 Rep¨²blica. Los electores se decantan hacia nuevas formaciones como la Liga Norte, el MSI neofascista, el PDS ex comunista, y otros grupos surgidos directamente de la protesta ciudadana, como la Rete de Orlando.Por tanto, se sabe que la clase pol¨ªtica italiana sufrir¨¢ un cambio radical en las pr¨®ximas elecciones: llegar¨¢n al poder equipos nuevos. As¨ª se har¨¢ la revoluci¨®n dulce. Mientras tanto, Italia vive en una situaci¨®n pintoresca: se re¨²ne un Parlamento que no representa a nadie y funciona el Gobierno de Ciampi, con evidentes aciertos econ¨®micos, pero comprometido a convocar las elecciones que ser¨¢n la muerte propia y del viejo sistema. Momento decisivo que no puede prolongarse.
El cambio hist¨®rico -el fin de un sistema pol¨ªtico- se est¨¢ desarrollando ahora en forma de comedia grotesca. Los diputados maniobran nerviosos en el Parlamento para prolongar su mandato -y su inmunidad- Muchos est¨¢n acusados por la justicia. Disuelta la C¨¢mara, su destino casi seguro es la c¨¢rcel. La inmunidad parlamentaria, nacida para dar independencia ante el poder a los elegidos del pueblo, sirve ahora para proteger delincuentes. La presentaci¨®n de una moci¨®n de censura contra Ciampi y poco despu¨¦s de una moci¨®n de confianza (con firmas id¨¦nticas en ciertos casos) tienen un ¨²nico objetivo: presionar a Ciampi a seguir en el poder, o incluso a que forme un nuevo Gobierno: aplazar la disoluci¨®n de la C¨¢mara y, para muchos la c¨¢rcel.
La transici¨®n depende ahora de una persona: Scalfaro, presidente de la Rep¨²blica, a quien corresponde disolver el Parlamento tras la renuncia que formaliz¨® ayer. Ciampi, tras el denigrante espect¨¢culo ofrecido por un Parlamento que s¨®lo buscaba agotar su mandato para impedir el procesamiento de. decenas de diputados. Ciampi y Scalfaro han dejado clara su voluntad de no prolongar la comedia bufa de este Parlamento.
Por otra parte, la Liga -que pensaba arrollar en Lombard¨ªa- sufre una crisis cuya importancia es dificil medir. El PDS, destinado a ser ¨¦l eje de una izquierda amplia (sobre todo con la desaparici¨®n del partido socialista), est¨¢ amenazado por los dogm¨¢ticos comunistas, a¨²n fuertes en sus filas. El gran interrogante es el voto del electorado de la DC, siempre decisivo.
Hasta el Papa, rompiendo las- tradiciones y quiz¨¢ tambi¨¦n los m¨ªnimos criterios de asepsia en un debate interno de la sociedad italiana, se ha lanzado a la palestra para intentar movilizar el voto hacia una opci¨®n cat¨®lica homog¨¦nea. Se entienden las ansias papales de redenci¨®n. Pero en pol¨ªtica no es probable -indeseable- que el Papa salve a quienes se hunden por sus por opios pecados.
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