El cine como enga?o
La madre muerta, segundo largometraje del espa?ol Juanma Bajo Ulloa, es una pel¨ªcula con calidades inferiores a las que a primera vista parece tener: da el pego. Si se ve con distancia, no dej¨¢ndose el espectador arrastrar por la ajustada medida de los encuadres y por la soltura del encadenamiento de las tomas resultantes de esos encuadres -virtudes de buena mec¨¢nica de filmaci¨®n, que esta pel¨ªcula sin duda tiene-, esa apariencia se desvela como tal apariencia; es decir: como enga?o. En La madre muerta la muerta no es la madre, sino la pel¨ªcula, un cad¨¢ver cinematogr¨¢fico tan bien y habilmente acicalado y embalsamado que desde lejos parece vivo. Pero si uno se acerca a ¨¦l y le toma el pulso descubrir¨¢ que no lo tiene.La madre muerta parece m¨¢s densa de lo que es pues, por carecer de segundas y terceras visiones o trasfondos, es unidimensional: una sucesi¨®n de sucesos sin sustancia, entendida esta palabra en sentido literal: ese algo de fondo que, en el buen cine, hay siempre bajo las evidencias, Sosteni¨¦ndolas, y del que en La madre muerta no hay rastro. Hay m¨¢s artificio que elaboraci¨®n. Parece transgresora, pero contiene una idea conformista -porque no es liberadora- de la violencia: crea malestar, no inquietud. Pretende -conscientemente o no, es lo mismo- neutralizar la capacidad del espectador para distinguir el oro (terror y temblor) de la ganga (susto y aseo) mediante argucias cuyo destino es dar piel de enigma a un conglomerado -bien ordenado pero, por estar s¨®lo hilvanado, informe- de estampas truculentas, no enigm¨¢ticas. No tiene tripas vivas ocultas, sino un mecanismo de relojer¨ªa visual escondido por un juego de prestidigitaci¨®n con brutalidades que buscan ser misteriosas y s¨®lo alcanzan ese misterio menor que llamamos secreto: cartas marcadas en la bocamanga.
La madre muerta
Direcci¨®n y gui¨®n: Juanma Bajo Ulloa. Fotograf¨ªa: Javier Aguirresarobe. M¨²sica: Bingen Mendiz¨¢bal. Int¨¦rpretes: Karra Elejalde, Ana ?lvarez, Lio, Silvia Mars¨®. Espa?a, 1993. Estreno en Madrid: cines Palacio de la M¨²sica, Renoir, Ideal, Minicines y Duplex.
Mentir con la c¨¢mara
Hay muchas maneras de mentir con la c¨¢mara, y este filme acude a una, de las m¨¢s antiguas: crear, mediante una sucesi¨®n de tomas de choque, tan violentas que rebasan lo m¨®rbido, lo que da la impresi¨®n de que la pantalla discurre sobre un discurso atroz y trepidante, cuando no hay en ¨¦l verdadera duraci¨®n ni, por tanto, secuencia cinematogr¨¢fica: s¨®lo la secuencia quieta del fumeto o la plana del c¨®mic. Ese es el enga?o: encubrir un vac¨ªo narrativo con el enunciado visual -no la representaci¨®n- de sucesos de extrema crueldad, pero que, al no tener hilaz¨®n org¨¢nica (ni por ello capacidad liberadora) se quedan en efectos de ret¨®rica negra graduados en forma de traca, cada vez m¨¢s brutales: la f¨®rmula del m¨¢s bestial todav¨ªa, variante del efecto por el efecto, lo que en la jerga se conoce c¨®mo efectismo.La carcoma efectista erosiona La madre muerta y la anula como intento de creaci¨®n de cine. Se sostiene como ejercicio de mec¨¢nica de violencia por un director muy h¨¢bil, pero al que le falta un sistema para encarnar esa violencia en seres humanos cre¨ªbles. Sabe encubrir (por ejemplo, con actuaciones notables, como la de Ana ?lvarez) sus deficiencias y tiene olfato para orientarse en los trenzados de la sucesi¨®n efectista de tomas, pero est¨¢ lejos del estadio creativo superior de la elaboraci¨®n de tiempos, personajes y construcciones narrativas o po¨¦ticas, donde se pierde. La capacidad para convertir un encuadre en un plano y una sucesi¨®n de tomas en una secuencia cinematogr¨¢fica -misterio de todo aut¨¦ntico estilo- se le escapa.
Dise?a y organiza embriones de im¨¢genes, pero no les da tiempo, cadencia, ritmo interior, porque no sabe encarnarlos en gente viva, a causa de su mala escritura, que se desvela en la vaciedad y exterioridad de los tipos (de ah¨ª el m¨¦rito de actuaciones como la citada de la actriz que interpreta a la ni?a v¨ªctima y la del protagonista Karra Elejalde) y en la pobreza de los di¨¢logos, carencias frecuentes en nuestro cine y que le da?an irreparablemente.
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