Grenoble reabre su museo con el mejor arte moderno
El pasado s¨¢bado, la ciudad francesa de Grenoble inauguraba su nuevo museo de bellas artes, que posee la primera colecci¨®n de arte contempor¨¢neo en el mundo. Primera en el tiempo, pues en 1919, su conservador, Andry-Farcy, la creaba incorporando obras de Matisse, Derain, De Chirico, Picasso, Duchamp, Magritte, Bonnard y L¨¦ger. La mayor¨ªa proced¨ªa de donaciones, pues grandes coleccionistas como Kanhweiller, Gertrude Stein, Peggy Gugenheim y el doctor Barnes, eran amigos de Andry-Farcy. El resto eran compras hechas con buen criterio y sentido comercial.Grenoble comenz¨® en 1919 lo que Nueva York no puso en marcha hasta 1929 con la fundaci¨®n del MOMA, mientras Par¨ªs esperaba hasta 1946. Parece que s¨®lo Essen demostr¨® parecida precocidad en lo de coleccionar para la ciudad arte contempor¨¢neo, pero el museo de la ciudad alpina hab¨ªa nacido en 1796, tres a?os despu¨¦s que el Louvre. En ese momento, las telas que interesaban al fundador, Louis-Joseph Jay, eran otras: Canaletto, Veronese, Vasar?, Jordaens, La Tour, Philippe de la Champaigne, David, Ribera o Zurbar¨¢n -representado este ¨²ltimo por cuatro obras sobre la infancia de Jesucristo compradas en 1904 por un general enamorado de la pintura-, eran algunos de los nombres que fueron encontrando en e? antiguo edificio.
En 1949, Andry-Farcy se jubil¨®. Un a?o antes adquiri¨® trabajos de j¨®venes poco conocidos: Hartung, Soulages y Poliakoff. Dejaba tras s¨ª una colecci¨®n de la que el museo s¨®lo expone una d¨¦cima parte. Sus sucesores siguieron engrandeci¨¦ndola, y Vieira da Silva, Arp, Martial Raysse, Calder, Gabo, Max Bill, Dubuffet, Tinguely, Viallat, Comell, Tony Cragg o Boltanski fueron algunos de los que se sumaron a la lista de artistas que descansaban en el almac¨¦n del museo. En 1969, el conservador Maurice Besset logr¨® que el Ayuntamiento aprobase una ampliaci¨®n pero no un proyecto y unos fondos. Hubo que esperar a la elecci¨®n presidencial de Mitterand y a la eclosi¨®n de la museoman¨ªa para que, desde 1982, el Estado aceptase convertirse en cofinanciero de la obra, que, despu¨¦s de varios retrasos, se ha acabado con un. presupuesto de 204 millones de francos (casi 5.000 millones de pesetas), duplicando lo estimado en 1982.
El Estado ha aportado 80 de esos millones, mientras que la ciudad ha tenido que sacar de sus arcas 41 millones y encontrar socios para este museo de 18.000 metros cuadrados.
Babelia
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