El imitador

Los aficionados m¨¢s recientes, cuando vean torear al Paco Ojeda reaparecido probablemente creer¨¢n que imita a Jesul¨ªn de Ubrique. Estas cosas les suelen pasar a los toreros que se retiran y vuelven. Ocurri¨® con Juan Belmonte y podr¨ªa suceder otro tanto con El Cordob¨¦s (el genuino) si le diese la ventolera de regresar a los ruedos.Los imitadores constituyen un peligro social pues lo que en realidad intentan es vampirizar al imitado y apoderarse de su personalidad. La realidad en el reino del arte (subsector tauromaquia) es, sin embargo, que jam¨¢s consiguen su prop¨®sito porque la personalidad no admite duplicados. Aquellos que sal¨ªan al tercio descoyuntando el ment¨®n y cargando chepa no consiguieron ser Belmonte, ni Manolete los que deambulaban por el ruedo entristecidos como si se les hubiera muerto el gato, ni El Cordob¨¦s los que pegaban zapatetas, pues nada de eso ten¨ªa que ver con el aut¨¦ntico fuste de sus respectivas concepciones de la lidia.

La ligaz¨®n de las suertes fue la esencia del toreo de Paco Ojeda hasta que ¨¦l mismo, una vez consagrado, lo convirti¨® en su propia caricatura. Y entonces ya no trataba de ligar los pases al toro codicioso sino de ahogarlo para que no embistiera y, a partir de ah¨ª, montar su conocida faena de las porf¨ªas, los parones y los pases de pecho. Maneras que imit¨® el avispado Jesul¨ªn, aprovechando que el modelo estaba ausente y sin pagarle derechos de autor.

Si Ojeda reaparece para ser el torero de la ligaz¨®n en el ejercicio del toreo puro, nadie ser¨¢ capaz de disputarle el cetro de la fiesta, que hoy va de mano en mano pues todos los toreros se hablan de t¨² y apenas ninguno es capaz de ligarles a los toros dos pases seguidos. Pero eso a¨²n est¨¢ por ver, porque antes de retirarse era un Jesul¨ªn cualquiera.