Cultura
Salgo de casa por la ma?ana y compro los peri¨®dicos. Como quiero cultivarme, abro las secciones de Cultura. ?sa es una de las ventajas de vivir en la ciudad: que hay una amplia oferta cultural.Una noticia a cinco columnas me informa de que un investigador- extranjero ha encontrado la ¨²ltima lista de compras de un poeta asesinado al principio de una guerra. El poeta pensaba comprar lechuga, tomates, aceite, huevos, leche, pan y vino. A pesar de estos datos concretos, queda una duda: ?realmente lleg¨® a efectuar dichas compras? El estudioso expone sus teor¨ªas y promete seguir sus investigaciones. Para comentar este hallazgo cultural, el diario ha acudido a un poeta anciano, amigo del primero, que termina su evocaci¨®n de la v¨ªctima con unos versos ramplones.
Leo otro peri¨®dico. Un grupo teatral ha estrenado una obra que satiriza las obras teatrales oficialmente subvencionadas. Resulta que esta misma obra goza de tres subvenciones oficiales, pero el autor-director no ve ninguna contradicci¨®n. Sigo leyendo. Un cantautor afirma que el prop¨®sito de su ¨²ltimo disco es "conectar con el p¨²blico". Esto es loable, pero, al leer m¨¢s, no s¨¦ si quiero que esta persona conecte conmigo. En otro peri¨®dico, el cr¨ªtico de cine se queja del deficiente montaje de una pel¨ªcula: al parecer, un contraplano de dudosa eficacia ha estropeado no s¨®lo la secuencia, sino toda la cinta. El montaje de la cr¨®nica resulta deficiente.
Miro la cartelera y calculo que de las 83 pel¨ªculas que se exhiben en la ciudad, 79 ser¨¢n aburridos productos nacionales o violentos rollos yanquis o pretenciosos filmes europeos. Se ha inaugurado la nueva exposici¨®n de un famoso pintor, pero los cuadros y el lenguaje que los describe son vac¨ªos e incomprensibles. Se ha decretado un nuevo best seller, se han concedido unos premios, se han reunido en tomo a una mesa hombres sabios para hablar sobre... Dejo los papeles y doy una vuelta por la ciudad, pero la mayor parte de los edificios nuevos me parecen monstruosos.
Lo veo todo negro, es cierto. Mi depresi¨®n se debe a que la pasada semana perdieron en el tinte mi jersey favorito, as¨ª es que he decidido hacerme budista como Richard Gere, que liga mucho. Llevo poco en esto, pero me veo pronto haciendo declaraciones en los peri¨®dicos sobre c¨®mo el nirvana ha curado mi lumbago. Tan s¨®lo me preocupa una cosa: temo que en mi pr¨®xima encarnaci¨®n voy a ser arquitecto de un edificio donde se proyectar¨¢n incesantemente las versiones cinematogr¨¢ficas de obras teatrales subvencionadas y premiadas, y que, adem¨¢s, tendr¨¦ que hacer las cr¨®nicas.
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