Sarajevo est¨¢ en todas partes
El drama de la capital bosnia- llega a otras ciudades del-extranjero
La guerra en Bosnia ha invertido el concepto de tiempo y espacio de una manera verdaderamente extra?a. Con anterioridad, Sarajevo era la baracaaiia, el bazar. Era el lugar en el que los negocios se llevaban a cabo y donde se desarrollaba la vida social. En los caf¨¦s, en frente de las mezquitas, en los almacenes de madera de f¨¢bricas centenarias.Sarajevo se ha trasladado a Viena, al distrito sexto. Edin y Edina viven aqu¨ª con sus padres adoptivos austriacos. Sus padres naturales se quedaron en Bosnia. Su padre sol¨ªa trabajar en el teatro en Sarajevo, pero ahora lucha en el Ej¨¦rcito bosnio. Su madre vive en la ciudad, sin su esposo e hijos. Edin y Edina han escrito una carta a su padre para que se la lleven a Sarajevo con dinero, comida y tabaco.
Sarajevo tambi¨¦n se ha ido a Zagreb, frente al cuartel general de Unprofor, que emite las acreditaciones para los que viajan a Bosnia. El edificio est¨¢ rodeado por todas partes por un muro de ladrillos de un kil¨®metro de longitud. Escrito con pintura blanca, cada ladrillo muestra el nombre de un croata fallecido en la guerra. Markos, Laten y Tomen son nombres comunes. En muchos sitios el muro llega a la altura de la cintura; en otros, a la del pecho. La parte superior de la pared est¨¢ cubierta de velas, ramos y coronas de flores.
El monumento conmemorativo es m¨¢s pobre que el monumento de m¨¢rmol negro que hay en Washington que, como un gran detalle, ha conservado los nombres de aquellos que murieron durante la guerra de Vietnam. Aqu¨ª, la lluvia ya ha borrado los nombres de los ladrillos y el muro se vuelve m¨¢s lastimoso y horrible por minutos. Una placa en la pared del complejo de Uriprofor da las gracias a los pa¨ªses que han reconocido a los croatas y les pide que mantengan su apoyo para que todos los desplazados puedan regresar a sus hogares. Los lugares, de horror para los croatas, Vukovar, Borovo Selo, Baranja y Kostanjika, destacan en grandes letras entre la masa de nombres que hay en los ladrillos.
Sarajevo tambi¨¦n est¨¢ en un avi¨®n con destino a Roma, el punto de tr¨¢nsito a la base de la OTAN en Falconara. Jim, Craig est¨¢ en el vuelo a Roma. Es fot¨®grafo y tiene las fotos de los tres periodistas italianos asesinados por la granada croata del HVO en Mostar. Jim recuerda que, con objeto de tener mejor luz para sus fotos, los periodistas se hab¨ªan ido con el joven Zlatko, de 14 a?os, al patio trasero de un edificio del distrito musulm¨¢n. La granada les hizo pedazos literalmente. Cuando ¨¦l lleg¨® parec¨ªa que uno de los tres segu¨ªa con vida. Su cuerpo estaba reclinado contra una pared, como en estado de choque. No se dio cuenta de que estaba muerto hasta que le toc¨® el hombro. Los periodistas italianos ten¨ªan los intestinos fuera. Jim cree que las fotos que tom¨® deber¨ªan valer sus buenos 6.000 d¨®lares. Prefer¨ªa quemarlas antes que venderlas por los 800 d¨®lares que le hab¨ªan ofrecido. Pero estaba seguro de que las ofertas subir¨ªan m¨¢s a¨²n, ya que iba a aparecer en televisi¨®n como testigo ocular de los acontecimientos. Lo que es m¨¢s, Zlatko escap¨® sano y salvo.
Sarajevo tambi¨¦n ha llegado a Ancona-Falconara, a las pantallas de televisi¨®n del aeropuesto. Jim Craig est¨¢ ah¨ª contando su historia a un atildado presentador italiano. Tambi¨¦n lleva una camisa nueva que compr¨® en Fiumicino. Lleva seis d¨ªas sin cambiarse de ropa.
La propia Sarajevo est¨¢ muy lejos de lo que pasa por el filtro de la percepci¨®n period¨ªstica. Aunque la pornograf¨ªa que aparece en televisi¨®n no retrata la realidad de la vida en la ciudad, aqu¨ª no tiene ninguna importancia. Es imposible alejarse de ella aqu¨ª, donde las crudas im¨¢genes de los agonizantes son, en el mejor de los casos, igual de verdaderas o de falsas.
Otras fotos: Sarajevo bajo el brillante sol invernal, rodeada de monta?as nevadas. Calles llenas de actividad, gente dirigi¨¦ndose los puntos de recogida de agua al mercado, escombros, ventanas rotas, ni?os que mendigan, juegan y fuman. Fiestas particulares para conmemorar los Juegos Ol¨ªmpicos. Un perro callejero cay¨¦ndose de hambre en la calle. Los cementerios que descienden de las colinas hasta la misma ciudad. Los cementerios se han apropiado de, los lugares donde antes hab¨ªa centros deportivos. Las tumbas han surgido donde antes los aparcamientos invitaban a parar.
"Deseo pasivo de muerte"
Otros tiempos, otros lugares: 300 metros de campo abierto a merced de los francotiradores. ?Cu¨¢nto se tarda en llegar a un refugio seguro? ?Cincuenta segundos, un minuto o m¨¢s? La distancia parece eterna cuando buscas cobijo, sintiendo el peso del chaleco antibalas y esperando o¨ªr el disparo que pondr¨¢ fin a todo, Los psiquiatras han detectado entre los ni?os de Sarajevo un aumento alarmante de lo que se denomina "deseo pasivo de muerte". Ya no se molestan en protegerse y siguen jugando a la vista de los francotiradores: juegan con sus vidas del mismo modo que juegan con canicas.
El tiempo y el espacio se han asociado arbitrariamente donde los refugios han dejado de existir. La t¨ªa de Edin y Edina ha venido al hotel a recoger el paquete. Tambi¨¦n se le da un paquete a la t¨ªa para que ni siquiera tenga que repartir lo poco que hay con su hermano. El padre de Edin y Edina est¨¢. bien y pas¨® la Navidad en Sarajevo. En Vieria se entrega una carta a los ni?os.
Como dice su t¨ªa, la carta es lo m¨¢s importante de todo. El primo de Edin que acompa?a a su t¨ªa sabe algo de mayor importancia: la pr¨®xima vez Edin tiene que enviar con ¨¦l un par de zapatillas deportivas, pues ya no puede andar con sus destrozados zapatos viejos. Reebok blancas del n¨²mero 42.
Como ya no hay escondites, s¨®lo queda la verg¨¹enza como refugio final. La verg¨¹enza del turismo de guerra en Sarajevo orquestado por la prensa internacional. La verg¨¹enza del soldado brit¨¢nico en Falconara que acaba con su amor propio herido utilizando despreciables modales cuarteleros, poni¨¦ndose duro con los pasajeros que se registran para volar a Sarajevo en aviones de transporte de ayuda de la ONU. El equipaje de mano no debe exceder de 30 kilos, ni siquiera en un decagramo.
La verg¨¹enza de la sumisi¨®n del pueblo de Sarajevo.
Pero la verg¨¹enza disminuye seg¨²n aumenta la pornograf¨ªa de los reportajes. Es el lujo del reportero, del observador pagado. La poblaci¨®n de Sarajevo no se puede permitir ese lujo: los medios de comunicaci¨®n, porque es un producto dif¨ªcil de vender. Cuanto m¨¢s te alejas de Sarajevo, menos verg¨¹enza sientes, hasta que solamente quedan vestigios de alegr¨ªa y alivio por ser autorizados a abandonar nueva, mente este lugar.
Copy Right
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.