La sociedad perfecta
Una de las peculiaridades del momento presente en Espa?a es la mitificaci¨®n de la sociedad civil frente al Estado. Los vectores dominantes entre los analistas pol¨ªticos y los soci¨®logos insisten una y otra vez en las vibraciones de lo privado frente a la anomia de lo p¨²blico, de modo que es dif¨ªcil encontrar un equilibrio entre ambas esferas fuera de lo ideol¨®gico.Frente a esta tesis, que proviene del liberalismo, se ha alzado Joaqu¨ªn Leguina en su reciente ensayo Los r¨ªos desbordados. Uno de los desarrollos m¨¢s sugerentes de este texto es el de la sociedad perfecta. Al estudiar las relaciones entre la sociedad espa?ola y el Estado, sugiere el dirigente socialista que si alguien quisiera conocer la visi¨®n que la sociedad tiene de s¨ª misma y recurriese para ello a la lectura de las noticias que sobre los conflictos sociales aparecen en los medios de comunicaci¨®n llegar¨ªa r¨¢pidamente a una conclusi¨®n: la sociedad espa?ola es perfecta.
Los axiomas de esta ideolog¨ªa son tres:
1. No existen contradicciones dignas de menci¨®n en el seno de la sociedad espa?ola, ni entre individuos ni entre grupos. S¨®lo hay una contradicci¨®n esencial: la existente entre la sociedad civil y el Estado.
2. El Estado no se compone de un conjunto de instituciones complejas e individuos variados, sino que lo forman, apenas, el Gobierno, los inspectores de Hacienda y la polic¨ªa. Los ingenieros de Obras P¨²blicas, los abogados del Estado, los interventores, los m¨¦dicos del Insalud, los ense?antes, los ordenanzas, los carteros y los jueces est¨¢n, naturalmente, muy a gusto al lado bueno, es decir, forman parte de la sociedad civil y nada tienen que ver con el Estado.
3. Mientras el Estado est¨¢ plagado de individuos ineficaces, perversos y, por supuesto, sospechosos, la sociedad florece no s¨®lo en primavera, sino todo el a?o. Los individuos y grupos que la componen son ben¨¦ficos e ilustrados
La ideolog¨ªa de la sociedad perfecta es estimulada por una parte de los l¨ªderes de opini¨®n, que se colocan a favor de la corriente, erigi¨¦ndose en voceros de la perfecci¨®n. La representaci¨®n de la sociedad civil se convierte para ellos en una profesi¨®n doblemente lucrativa. Lucrativa para su imagen, pues quien representa a la sociedad civil se coloca por encima de toda sospecha, queda libre de cualquier cr¨ªtica social y sale en la prensa, pero siempre dando el perfil bueno.
Pero lucrativa tambi¨¦n para su bolsillo. El sueldo de ministro, alcalde o presidente del Gobierno aparece en las p¨¢ginas de los peri¨®dicos, pero el de los ejemplares l¨ªderes de opini¨®n, jam¨¢s. "Quienes amenizan las tertulias radiadas matutinas o las ruedas vespertinas de las televisiones", escribe Leguina, "?pagan para dar la lata con sus nader¨ªas o m¨¢s bien cobran por asistir a esas reuniones? Bueno, pues cobran, y mucho dinero. Una persona corriente, no una estrella que tenga la suerte de ser cooptada para un par de esas tertulias, puede ingresar un mes con otro 1,5 millones de pesetas. S¨ª, un mill¨®n y medio de pesetas, trescientos mil duros, un kilo y medio al mes. Una barbaridad. Que nadie se enga?e, ese dinero lo pagamos entre todos, de una u otra manera".
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