De arist¨®crata a "se?or Medina"

S¨®lo en dos ocasiones sali¨® a relucir ayer en la sala de vistas el t¨ªtulo nobiliario del principal encausado: una vez al dar lectura a una de las declaraciones existentes en el sumario y la otra cuando su abogado, Francisco Baena Bocanegra, formul¨® una pregunta a Mercedes Almeida, la secretaria del arist¨®crata.Tanto los magistrados como los acusadores y los defensores se refirieron al protagonista como "el se?or Medina". 0, en multitud de ocasiones, simplemente como "Rafael". Como si todas las partes se hubieran puesto de acuerdo para evitar que el juicio se tornara en un proceso a la aristocracia. Un acuerdo no escrito para demostrar que todos los ciudadanos son iguales ante la Ley.

A las 10 de la ma?ana, la Audiencia de Sevilla se convirti¨® en poco menos que en un campo de batalla: carreras, gritos, empujones y m¨¢s de un altercado entre polic¨ªas y periodistas. Abogados, funcionarios y curiosos presenciaban con incredulidad la pugna entre los informadores y los agentes de seguridad.

Por contra, el p¨²blico esper¨® pacientemente a que se les permitiera entrar. Quiz¨¢s porque ¨²nicamente quer¨ªan matar el rato. Entre ellos hab¨ªa un matrimonio de jubilados -¨¦l tocado con gorrilla- que iba a la estaci¨®n y decidi¨® entrar en la audiencia "al ver que hab¨ªa foll¨®n"; una monja de las Adoratrices que conoc¨ªa a las procesadas; otra mujer a la que su nuera -"una golfa"- hab¨ªa dejado "plantada" con dos ni?as antes de fugarse con un hombre casado; y j¨®venes estudiantes de derecho con pretensiones de

aprender un poco". Ning¨²n ciudadano con escudo nobiliario en su tarjeta de visita.

Sin megafon¨ªa

Durante las m¨¢s de tres horas que dur¨® la sesi¨®n de la ma?ana, periodistas y p¨²blico tuvieron que aguzar el o¨ªdo. La megafon¨ªa no existi¨®. El presidente del tribunal, Antonio Gil Merino, fue inflexible a la hora de evitar preguntas reiterativas y se convirti¨® en el motor del proceso: ¨¦l mismo ley¨® las partes del sumario que solicitaban la fiscal o los abogados e intervino en multitud de ocasiones para resumir y clarificar conceptos; y ¨¦l mismo cerr¨® el interrogatorio de la procesada Almeida.Gil, riguroso y escrupuloso de las garant¨ªas jur¨ªdicas, quiso saber cu¨¢nto dinero se gast¨® en hero¨ªna Mercedes Almeida durante los tres meses que vivi¨® en la casa del duque y cu¨¢ndo le hab¨ªa aconsejado ¨¦ste que abandonara su drogadicci¨®n. Qued¨® claro que al magistrado le inquieta clarificar si el duque incurri¨® en el delito contra la salud p¨²blica que se le imputa.

La fiscal Mar¨ªa Dolores Villalonga, contundente como un martillo, intent¨® demostrar los delitos de corrupci¨®n que se imputan al duque en relaci¨®n con la n3?a Ana Mar¨ªa y con Sandra Alvarez, que en aquella fecha era menor de 18 a?os.