Mi primera y ¨²ltima carta Antonio Mart¨ªn
Este pa¨ªs s¨®lo aprende a base de golpes. Pero en un minuto lo soluciona todo. De silencio. Qu¨¦ hipocres¨ªa. La respuesta de los compa?eros de Antonio Mart¨ªn ha sido toda una r¨¦plica. Una verdadera ense?anza.Quiz¨¢s ahora construyan -ya por fin- el esperado y pol¨¦mico carril bici. La tr¨¢gicamuerte del ciclista ?habr¨¢ ablandado el coraz¨®n de nuestros dirigentes, dispuestos ya a recortar alg¨²n que otro presupuesto para calmar la excitaci¨®n y el nerviosismo de los adictos al pedal?
Yo creo que no. Que todo quedar¨¢ en un maldito presupuesto sometido a aprobaci¨®n, y ?aprobado, por supuesto!, pero mero proyecto, vulgar tomadura de pelo.
All¨¢ para cuando otro profesional corra esta horrible suerte se recurrir¨¢ al proyecto. elaborado y aprobado por decreto el 31 de diciembre: patochada, demagogia, falta de respeto e incoherencia.
Es un fallo inadmisible, un atentado moral contra los que vamos pedaleando. Y, a lo peor, un atentado contra la integridad fisica.
Y para que no falten propuestas, proponemos una campana -de esas en las que se gastan un. mont¨®n de dinero y sirven para tapar muchas cifras- que aceptaremos por la urgencia del caso. Que infecten las ciudades de papelotes y carteles. Que peguen en las cabinas telef¨®nicas el fantasma de la concienciaci¨®n: "Dale vida a la bici, resp¨¦tala"; ¨¦ste es s¨®lo un ejemplo, modesto por ser m¨ªo.
Tal vez entonces nos sintamos m¨¢s seguros y menos v¨ªctimas de la hipocres¨ªa reinante. Tal vez se empiece a hacer algo en estos anos de mon¨®logo ?democr¨¢tico? Quiz¨¢ en esa inteligencia veamos que al menos prima la vida sobre la socarroner¨ªa y el partidismo. Y eso que lo que me preocupa son las bicicletas
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