El vasco m¨¢s gallego
Tiene fama de buena persona, y hasta ¨¦l mismo admite que lo es, sin sonrojo, y hay en su partido quien no puede dejar de definirle, con sorna, como un san Estanislao de Kostka; aunque de un tiempo a esta parte, a ra¨ªz de su intenso entendimiento pol¨ªtico con Mario Onaind¨ªa, a Ram¨®n J¨¢uregui, secretario general del PSE-EE y candidato a lehendakari en las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas de Euskadi, se le conoce tambi¨¦n como Cinco horas con Mario.Experimenta un rechazo pr¨¢cticamente biol¨®gico a la confrontaci¨®n, y eso, en el Pa¨ªs Vasco, donde los ciudadanos sienten la permanente tentaci¨®n de enfrentarse por todo lo que pasa -la lengua, el nacionalismo, la violencia-, le convierte en una figura pol¨ªtica m¨¢s que necesaria. Aunque tanto af¨¢n conciliador puede ser tambi¨¦n ambivalencia, o falta de energ¨ªa, como le reprochan quienes le acusan de haber avalado el pacto PNV-HB, cediendo al sangriento chantaje de ETA respecto al trazado de la autov¨ªa de Leizar¨¢n, lo que supuso un trago muy amargo para los dem¨®cratas vascos. Sin embargo, puede ser implacable -tiene arranques de genio t¨ªpicos de personas t¨ªmidas-, como demostr¨® cuando se deshizo de Ricardo Garc¨ªa Damborenea.
A sus 45 a?os puede parecer demasiado serio, demasiado solemne, con esa gravedad rom¨¢nica en el rostro de quien apenas ha disfrutado de su ni?ez y de su juventud y teme que, de someterse a un despeinao, nunca m¨¢s podr¨ªa volver a meter el alma en sus casillas. Parece que haya sido siempre un adulto o que siempre haya ido vestido de persona mayor. En general, carece de sentido del humor, aunque cuando sonr¨ªe, raramente, parece a?orar no haber sido un poco m¨¢s golfo -"yo no viv¨ª la juventud, yo no he vivido nada"-, pierde solemnidad y resulta casi c¨¢lido. Sonriendo, dice: "Los guipuzcoanos somos como los gallegos. Lo que tengo es una especie de aversi¨®n al conflicto y por eso soy tan pastelero. Es un defecto y una virtud, porque trato de ponerme en el papel del adversario, y por eso no soy un buen negociador. Quiz¨¢s me falta m¨¢s capacidad para dar un pu?etazo en la mesa de vez en cuando, pero creo que nadie puede negar que mando mucho. Pero porque me lo gano, trabajando 14 horas todos los d¨ªas, atendiendo a todoel mundo".
Ha trabajado siempre. Fue la suya una infancia dura y ejemplar, que a¨²n le trae recuerdos dickensianos: se ve, moliendo el caf¨¦ y prendiendo el fog¨®n con virutas y peri¨®dicos, en el amanecer, antes de dirigirse a su puesto de aprendiz en la fundici¨®n de Luzuriaga, en Pasajes, en donde su padre era portero. Nacido en 1948 en San Sebasti¨¢n, en Herrera, barrio tradicional de proletariado local, siendo un chaval se qued¨® hu¨¦rfano de madre, y su hermana mayor, Avelina, se hizo cargo de los otros nueve v¨¢stagos, pero sobre todo de Ram¨®n, al que le lleva 20 a?os. De chico era muy t¨ªmido y patinaba un poco al hablar, y era laborioso y tesonero. Sal¨ªa de trabajar en la fundici¨®n y se iba a la escuela nocturna a estudiar peritaje, y luego se quedaba hasta las tantas haciendo deberes. Estudiando a horas consigui¨® tambi¨¦n sacar adelante la carrera de Derecho.
Txiki Benegas y Enrique M¨²gica, recuerda, "me dieron la oportunidad de trabajar como abogado laboralista y luego en la UGT. Todo lo gan¨¦ como lo he ganado, trabajando, pero el comienzo se lo debo a ellos". Aunque ahora mantiene la distancia pol¨ªtica, conserva la gratitud. Su entrada en el partido le produjo el alejamiento de los amigos de su cuadrilla, nacionalistas radicales, entre los que se encontraba KoIdo Aulestia, hermano de Kepa: "Fue una de las cosas que m¨¢s me marcaron, su excomuni¨®n. En el fondo, todos somos hijos de nuestros padres, y yo era hijo de unos navarros rojitos. En mi casa, por la noche, se hablaba de Rusia. Sobre todo mi hermana Irma, que la ten¨ªa mitificada a trav¨¦s de las charlas del padre". A?os m¨¢s tarde, siendo delegado del Gobierno en Euskadi, invit¨® a sus ex compa?eros de cuadrilla a comer al txoko del palacete oficial, y algunos no quisieron ir, aun apreci¨¢ndole, para no poner los pies all¨ª. Tambi¨¦n visit¨® Mosc¨², y al volver le dijo a su hermana: "Conv¨¦ncete de que aquello es un desastre". Pero ella no le quer¨ªa escuchar.
Se hizo abogado laboralista, seg¨²n ¨¦l, por cobard¨ªa y compromiso. "Porque en el 68, cuando ten¨ªa 20 a?os, no se pod¨ªa vivir si no te compromet¨ªas con la libertad y la autonom¨ªa, pero yo ten¨ªa miedo a la c¨¢rcel, a la militancia pura, y quise ser como Miguel Castells y Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s, que defend¨ªan a los suyos pero no iban a prisi¨®n. De ah¨ª viene una vida de sacrificio enorme, que lo digo con mucho orgullo". Orgulloso s¨ª lo es, casi soberbio -como muchos autodidactos-, y cuando se le indica que muchos le reprochan ser un hombre m¨¢s de qu¨¦ que de c¨®mo, lo niega rotundamente: "Quien dice eso posiblemente lo ha recogido de una observaci¨®n autocr¨ªtica que he podido hacer yo mismo". Se define como una persona "muy sensible, y esto no es malo para lo que hago, aunque s¨ª lo es para m¨ª".
Lleva mal, sufriendo, los esc¨¢ndalos del PSOE, pero solamente tiene una cr¨ªtica que hacerle a su partido: el no haber hecho, seg¨²n ¨¦l, pedagog¨ªa. "Hemos hecho m¨¢s socialismo que nadie, pero no lo dec¨ªamos. Hemos aumentado la presi¨®n fiscal m¨¢s que ning¨²n pa¨ªs en Europa, hemos distribuido; pero al mismo tiempo est¨¢bamos haciendo un discurso intencionadamente liberal, estimulante hacia los capitales y el propio enriquecimiento". Asegura que ser¨¢ feliz el d¨ªa que no sufra al leer el peri¨®dico, y se embarca en una diatriba contra la insolidaridad, el racismo. Sorprendentemente, est¨¢ a favor de la ley de Extranjer¨ªa.
Sus mejores ¨¦pocas en cuanto a felicidad personal fueron los a?os como abogado laboralista en ?ibar, cuando la gente hac¨ªa colas enormes con sus problemas a cuestas, "y yo era un abogado bastante bueno y, sobre todo, muy simp¨¢tico, que trataba bien a la gente y era cari?oso con ella". Tambi¨¦n le gust¨® ser alcalde de Donostia, en la predemocracia, durante seis meses. "El ayuntamiento toca mucho, y el puesto de alcalde es para los mejores". Una de las conciliaciones que Ram¨®n J¨¢uregui logr¨® en aquella tarea fue que nadie se ofendiera cuando se cambiaron los nombres a las calles tras el franquismo.
Ahora aspira a ser lehendakari porque quiero hacer el pa¨ªs de otra manera, quiero una oportunidad para demostrar que a este pa¨ªs se le puede gobernar mejor que siendo s¨®lo nacionalista". Para definir su postura actual ha acu?ado un t¨¦rmino, posnacionalismo, que no se sabe muy bien qu¨¦ es, pero en lo que posiblemente est¨¢ de acuerdo con su n¨²mero dos, Mario Onaind¨ªa, su gran descubrimiento de los ¨²ltimos tiempos, un hombre del que admira su reflexi¨®n, "porque es un tipo que piensa mucho y mira muy largo, que es una cosa muy importante en pol¨ªtica". A ra¨ªz de su relaci¨®n se produjo uno de los escasos resbalones de J¨¢uregui -que en el partido ha sabido moverse h¨¢bilmente manteniendo siempre su lealtad a Felipe Gonz¨¢lez-, al defender p¨²blicamente la propuesta de Onaind¨ªa de romper el aislamiento pol¨ªtico de Herri Batasuna, lo que le provoc¨® la airada reacci¨®n de todos los partidos que forman el Pacto de Ajuria Enea, y le oblig¨® a dar marcha atr¨¢s.
Desmiente a quienes aseguran que le encantar¨ªa que Felipe Gonz¨¢lez le llamara y le dijera que ha llegado su momento en Madrid. "Es aqu¨ª donde quiero estar. Esto es una cosa de caseritos, pero a m¨ª me parece que es importante lo que hago en este pa¨ªs de mis dolores". Y s¨®lo dir¨ªa adi¨®s a la pol¨ªtica en el caso de que alg¨²n d¨ªa llegara a ponerse en duda su honestidad. "Aunque estoy seguro de que nunca me ocurrir¨¢ nada serio. La verdad es que me mantengo bien en esto: tanto esfuerzo por ser honesto y parecerlo".
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