Estados Unidos vuelve a creer en s¨ª mismo
Los ciudadanos norteamericanos sienten que vuelven a pisar con renovada fuerza en el mundo
Los norteamericanos estaban sumidos, hace s¨®lo un par de a?os, en la profunda depresi¨®n que les cre¨® la idea de que el dominio mundial de Estados Unidos estaba en crisis. Pero tal idea empieza a evaporarse como un mal sue?o, y lo que surge es un nuevo optimismo nacional, todav¨ªa prudente y moderado, pero apreciable al mismo ritmo en el que crece el poder econ¨®mico estadounidense y se debilitan los rivales, Europa y Jap¨®n. Estados Unidos enfila el siglo XXI con aires de invencible superpotencia mundial.?Para qu¨¦ a?orar a Ronald Reagan! Los expertos predicen que los noventa ser¨¢n incluso mejores que los ochenta. Este nuevo clima se refleja en todos los ambientes. Las tiendas se llenan de consumidores, la venta de viviendas ha alcanzado niveles r¨¦cord, las empresas aumentan su producci¨®n. Se han creado dos millones de puestos de trabajo en un a?o. Las historias de la depresi¨®n dejan de ocupar las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos, que ahora est¨¢n dedicadas a relatar las nuevas conquistas econ¨®micas. El country, la m¨²sica m¨¢s genuinamente norteamericana, resurge entre los j¨®venes.
Lo norteamericano vuelve a estar de moda. Vuelven a creer en s¨ª mismos. Se est¨¢n perdiendo los complejos y temores que caracterizaron la ¨¦poca de George Bush. Los coches made in USA recuperan dr¨¢sticamente el terreno perdido con los japoneses. La admiraci¨®n por el modelo europeo de sociedad del bienestar, apreciable al final de la d¨¦cada pasada y durante la ¨²ltima campa?a electoral, ha desaparecido del lenguaje pol¨ªtico actual. Mercedes y BMW instalan nuevas plantas en Estados Unidos para probar que ¨¦ste sigue siendo el mejor mercado.
El d¨®lar d¨¦bil de los ¨²ltimos a?os ha permitido que Estados Unidos aumentara sus exportaciones desde 1985 en un 9%, m¨¢s que Europa y Jap¨®n. Aunque parezca mentira, el n¨²mero de computadoras por cada 100 trabajadores en la industria norteamericana es cuatro veces superior al de Jap¨®n.
Estados Unidos gana tambi¨¦n claramente a europeos y japoneses, seg¨²n datos recogidos por el diario The New York Times, en productividad de su fuerza laboral y en el coste de su producci¨®n de bienes y servicios. De acuerdo a esos datos, Estados Unidos fabrica m¨¢s coches en menos tiempo que sus rivales, produce m¨¢s acero, y ahora, tambi¨¦n m¨¢s microprocesadores (chips).
Esto, por no acudir a las espectaculares cifras de crecimiento de 1993: un 7,9% en el ¨²ltimo trimestre, para dar lugar a un aumento del PIB del 3% en un a?o en el que ni las econom¨ªas de Jap¨®n ni las de Alemania crecieron. Jap¨®n aventaja todav¨ªa a Estados Unidos en su porcentaje de inflaci¨®n -por cierto, tambi¨¦n bajo aqu¨ª-, pero nadie supera la cifra de 18 millones de puestos de trabajo creados en una d¨¦cada.
"Era absurdo pensar que hab¨ªamos dejado de ser competitivos. Hemos visto una recesi¨®n muy larga, pero poco profunda. Hemos tardado tres a?os en recuperarnos, despu¨¦s de varias salidas en falso, pero ahora hemos vuelto a emprender el buen camino", afirma Charles Schultze, director del Comit¨¦ de Consejeros Econ¨®micos del presidente Jimmy Carter.
El nuevo optimismo tiene tambi¨¦n sus manifestaciones en la pol¨ªtica. Estados Unidos parece haberle perdido el miedo a Jap¨®n, y se atreve a desafiar a ese otro coloso a una guerra comercial. Los norteamericanos miran hacia afuera y salen con ventaja a la conquista de los nuevos mercados asi¨¢ticos y latinoamericanos. Hasta la recuperaci¨®n de los gestos duros respecto a Rusia trae a la mente viejos reflejos de arrogante superpotencia.
En este boyante escenario, el presidente Bill Clinton puede capitalizar s¨®lo una parte del m¨¦rito. En primer lugar, porque el propio Clinton se debe dar cuenta ahora de que no tom¨® las riendas de un barco a la deriva sino de un transatl¨¢ntico repleto de combustible. Pero, adem¨¢s, porque los norteamericanos no ven al presidente como el patr¨®n de su nave. Si las cosas van mal, las quejas se dirigen hacia la Casa Blanca. Pero si van bien, no se le agradece al presidente; se le ignora.
En todo caso, varias opiniones coinciden en que la bonanza es demasiado reciente como para lanzar ya las campanas al vuelo. "La gente fue antes demasiado pesimista, pero quiz¨¢ ahora seamos demasiado optimistas. Nuestro ciclo de negocios a corto plazo va mejorando, pero a largo plazo tenemos dos problemas graves: la productividad no est¨¢ aumentando lo suficientemente r¨¢pido, y la mitad inferior de la poblaci¨®n activa sigue sin mejorar sus condiciones de vida", advierte Schultze.
"Podemos sentirnos optimistas, pero con un optimismo templado", opina el profesor de Econom¨ªa Robert Blecker. "Los beneficios de la recuperaci¨®n a¨²n no los comparten todos. La Bolsa est¨¢ experimentando una ¨¦poca muy pr¨®spera, el mercado de bonos est¨¢ creciendo, las grandes firmas se han vuelto m¨¢s competitivas, pero ?qu¨¦ quiere decir todo esto para el trabajador? Las cosas van muy bien para la gente que se encuentra en la cima de la sociedad norteamericana, pero la clase med¨ªa y baja todav¨ªa siente la recesi¨®n".
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