El bosque de los signos

Las pinturas m¨¢s recientes de Joan Pere Viladecans (Barcelona 1948) se caracterizan por la importancia expresiva concedida a un repertorio s¨ªgnico determinado, y al uso de colores en estado puro sobre un fondo textural de relieve m¨¢s o menos constante y generalmente monocrom¨¢tico. Su homogeneidad, tanto en su tem¨¢tica como en su resoluci¨®n y su formato -lienzos de peque?o tamano-, se debe a un decidido af¨¢n de obtenci¨®n de un lenguaje personal reconocible.En esta exposici¨®n, la mayor¨ªa de los signos utilizados provienen del mundo natural estampados sobre o bajo signos geom¨¦tricos abstractos, l¨ªneas, manchas de color, barniz, pasta de papel y cera. En cualquier caso, no para formar cap¨ªtulos de un anecdotario narrativo ni tampoco como estudios de ejercicios representacionales.

Su significado, fuera de la creencia de las posibilidades de la pintura, basada en la expresividad de la materia, el color y la ambig¨¹edad de las formas, es, con todo, de dificil acotamiento. Y ello no se debe a una supuesta intencionalidad aleg¨®rica o al hermetismo del mundo interior del artista, sino m¨¢s bien, pensamos, al entendimiento de la obra de arte como algo aut¨®nomo, cuyas claves se encuentran en la explotaci¨®n de aspectos sensoriales y psicol¨®gicos que incluyen tambi¨¦n, adem¨¢s de al autor y la obra, al espectador.

La lectura m¨¢s satisfactoria de la obra, quiz¨¢s, sea la observaci¨®n de una voluntad de establecimiento de un universo simb¨®lico, paralelo a la naturaleza, a la fragilidad y complejidad de sus ecosistemas, y jerarquizado subjetivamente. En los ¨²ltimos trabajos de Viladecans hay mucho de intuici¨®n, de utilizaci¨®n de la pulsi¨®n creadora expresiva como generadora de estructura, siempre a partir del juego entre los elementos formales.

Se trata, sin embargo, de una propuesta arriesgada que puede caer en la decoratividad , en el falso abarrotamiento de un espacio vac¨ªo mentido, cuya interpretaci¨®n variar¨ªa de acuerdo con la predisponibilidad del receptor hacia este tipo de pr¨¢ctica. Viladecans se acoge a una tradici¨®n que partiendo del informalismo premia la interacci¨®n del color y el gesto sobre la superficie plana. Su labor, en cualquier caso, es interesante. Y el artista, asumiendo la extinci¨®n de los ismos, utiliza los elementos que le interesan con gran dominio t¨¦cnico.