Carta abierta
Querido partido socialista: me atrevo a molestarte, a sabiendas de que te hallas concentrado en la preparaci¨®n de tu inminente trig¨¦simo tercer congreso y no est¨¢s para nadie, con el ruego de que tomes en cuenta la voz de la calle. Excluyo, por supuesto, toda vanidad, pues ya s¨¦ que ni? voz s¨®lo me representa a m¨ª. Pero, a pesar de que uno de tus l¨ªderes acaba de descalificar a la sociedad civil, neg¨¢ndonos t¨ªtulos morales para pediros cuentas, yo s¨ª me siento legitimado para interpelarte a t¨ªtulo de elector constante (aunque escarmentado por las frustraciones), ciudadano consciente (pues s¨¦ que eres la ¨²nica columna vertebral que le queda a este pa¨ªs) y contribuyente inevitable (pues la mayor parte de tu financiaci¨®n visible corre a cargo del presupuesto estatal): ?no tengo derecho a controlarte, puesto que te financio en parte? Por lo tanto, si aceptas mi contribuci¨®n y mi voto, te ruego que atiendas tambi¨¦n mi voz, desmitiendo la fama que tienes de autista ensimismado que no escuchas m¨¢s voz que la del poder.Los ritos congresuales permiten hacer balance de modo puramente formal, y ¨¦sa es una tentaci¨®n (quiz¨¢ aconsejable para dedicarte de lleno a rehacer tu equipo dirigente) que me gustar¨ªa que evitases. Creo que ser¨ªa bueno para ti, y por tanto para todos nosotros, que te entregases a la catarsis. ?No es ¨¦ste el mensaje que cre¨ªste que te transmit¨ªamos en las ¨²ltimas elecciones: el de que hac¨ªa falta un cambio sobre el cambio? Debes explicar en qu¨¦ crees que debes cambiar, si es que quieres que sigamos creyendo en ti. Y para eso debes hacer examen de conciencia confesando en p¨²blico tus errores: no por malsano af¨¢n flagelante, sino para poder utilizar en sentido regenerador los efectos cat¨¢rticos que un congreso dram¨¢tico pueda producir.
Por lo tanto, me parece que en tu informe de gesti¨®n debes evitar la ret¨®rica de compostura para entrar de lleno en las cuestiones m¨¢s candentes, que son tambi¨¦n las que m¨¢s nos duelen a tus votantes: la corrupci¨®n ante todo (financiaci¨®n furtiva, sobresueldos clandestinos, autoblindajes opacos, etc¨¦tera), pero tambi¨¦n, claro est¨¢, la patrimonializaci¨®n del Estado (al utilizar sectariamente los recursos p¨²blicos para colonizar las instituciones, impidiendo que emerja la necesaria autonom¨ªa de una reci¨¦n nacida sociedad civil), el fracaso de la pol¨ªtica laboral (donde todo el ingente derroche del gasto social ha sido incapaz de lograr la aquiescencia sindical, permitiendo que se estrangule quiz¨¢ irreversiblemente el empleo), la desmovilizaci¨®n ciudadana (desarticulada por su creciente dependencia de un gasto p¨²blico que contribuye a domesticarla), el bloqueo de las oportunidades de integraci¨®n juvenil (que afecta no s¨®lo a su futuro laboral sino, incluso, a su derecho a formar nuevas familias) y la deslegitimaci¨®n de la vida pol¨ªtica misma (como consecuencia del creciente desprestigio acumulado por la incapacidad de comunicar con la opini¨®n p¨²blica). El resultado ha sido que te ha abandonado el electorado urbano de clase media para quedar reh¨¦n de tu propia clientela cautiva de asalariados y pensionistas.
Es cierto que no hay mal que por bien no venga, y una consecuencia beneficiosa, aunque quiz¨¢ inesperada de esta acci¨®n pol¨ªtica, ha sido el espectacular progreso iniciado por las personas mayores y por la poblaci¨®n femenina (por amenazada que est¨¦ su continuaci¨®n, al ser imposible que siga creciendo todav¨ªa m¨¢s el empleo p¨²blico y el gasto social, como revela el alarmismo generado por el reciente aviso gubernamental sobre los problemas de financiaci¨®n futura de las pensiones de vejez y sobrevivencia). Pero un congreso como ¨¦ste es un buen momento para interrogarse acerca de si ese saldo positivo compensa el coste pol¨ªtico sufragado, que quiz¨¢ sea ya demasiado tarde para recuperar: s¨®lo las urnas del porvenir decidir¨¢n. Por eso me gustar¨ªa que este pr¨®ximo fin de semana supusiese para ti un acontecimiento cat¨¢rtico, que te permitiese regenerarte resurgiendo de las amenazas de reducirte a cenizas. Pues no debe importarte reinventar la socialdemocracia como recuperar el afecto entusiasta de la ciudadan¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.